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Arrechucho

Curiosa palabra con curiosa historia.

Cuando nos vemos sorprendidos por un mal repentino y pasajero —falta de aire, mareos, retortijones— decimos que nos dio un malestar, un desasosiego o una chiripiorca, es decir, nos dio un arrechucho.
Para explicar su origen, de la imaginación popular ha brotado esta ocurrencia que algunos calificarán de simpática y otros de irreverente:

«El arrechucho es cuando súbitamente te ocurre algo físico: puede ser tanto una opresión en el pecho o un amago de infarto, falta de aire, vértigo. Le pides ayuda a Dios: “¡Ven, Jesús!” Pero como Jesús tarda en venir y la cosa empeora y arrecia, pasas de la súplica a la demanda perentoria, para que el muy dilatado se apure, y no importa si estás incurriendo en tremenda irreverencia: “¡Arre, Chucho!”. Pues sí: arrea y, por su apodo, al mismísimo Jesucristo. Arrechucho: todo está dicho, y con mucho.»

Luis Miguel Aguilar Camín

Para encontrar el escurridizo origen de arrechucho, hay que aclarar primero que el uso más antiguo de la palabra se encuentra en España: un arrechucho era un arrebato, un arranque, una calentura, un acelere, una reacción sentimental impetuosa. Podemos suponer que la palabra nace en algún momento del siglo xviii, pues la referencia escrita más antigua que se conoce es de 1836. En una traducción española de Nuestra Señora de París, de Victor Hugo, se lee:
«…Ya le dan sus arrechuchos, dijo el pueblo murmurando; y no pasó la cosa de aquí, porque aquellas mujeres eran temidas, lo que las constituía en sagradas.»
Hay razones para creer que la palabra se formó de la unión de arrecho y el sufijo despectivo –ucho, que encontramos en palabras como cuartucho o animalucho. Pero suponer
 no basta, así que a continuación explicaremos la evolución semántica de arrechucho.
Arrecho tiene antecedente en el latín arrectus, ‘erecto,
 tieso, derecho’; así lo registran los primeros diccionarios. Pero sucedió que en el lenguaje vulgar del Medievo, por carajo arrecho —‘pene erecto’—, adquirió la connotación de «excitado sexualmente»; testimonio escrito de ello es éste, del año 1250, en el que Alfonso x —¿«el Sabio»?— da consejo a las mujeres para que «aten» al hombre deseado.
Pero además, la palabra ha dado otro salto semántico: del concepto de «hombre excitado sexualmente» se pasó al de «hombre alterado» por otras emociones, como coraje o enojo. De ahí que en algunas regiones signifique ‘furioso, bravo, valiente’.
El significado erótico de arrecho se conserva en algunas regiones de América.
A una excitación intempestiva y pasajera se le calificaría de «arrecho menor», y para expresar esta idea, qué mejor que un sufijo despectivo: nace así arrechucho.
Finalmente, por comparación con lo incómodo, repentino y pasajero, la palabra se usó para referirse también a una indisposición física temporal.
Así, de salto en salto, la voz arrechucho fue ocultando su origen. Y así, de salto en salto, parece que lo hemos encontrado.
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