Los epitafios —del latín epitaphius, y éste del griego epitáphios, «sepulcral»— son frases que se colocan sobre las sepulturas con el fin de honrar la muerte de un ser querido. Comparten el carácter elegíaco con otras composiciones como el epicedio, el treno —usado en la antigüedad— y el planto —medieval.
Sin embargo, el epitafio no se escribe forzosamente en verso y, además de comunicar un mensaje especial acerca del difunto —o de comunicar al lector su propia mortalidad—, tiene un carácter perenne, como la tumba.
Para los epitafios, comúnmente se utilizan citas bíblicas o aforismos, aunque han trascendido al ámbito literario y es común que los escritores compongan la frase que lucirá sobre su lápida. Así, se convierten en una peculiar forma de expresión que subraya los afanes, argucias y artilugios que fabrica el hombre contra el olvido —incluso, humorísticamente—, si es que hemos de aceptar que, social y culturalmente, la muerte es un valor en crisis.
Pero, para no seguirle contando, aquí le ofrecemos algunos, de diferentes tumbas, de diferentes rumbos, de diferentes autores, desde los anónimos hasta los firmados, pero, sobre todo, con diferentes formas de despedir o despedirse de los que se nos adelantaron.
Arnoldo Kraus dice que estos epitafios validan la frase del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas, que describió el cementerio como el «dulce aeropuerto para mariposas».
Epitafios de cementerios
Nunca, ninguno de nosotros, votó por Roosevelt o por Truman.
Daniel E. Cole nació el 2 de febrero de 1844. Se marchó el 22 de marzo de 1921. Tengo curiosidad de saber adónde fue.
Asesinado por un médico sin preparación.
Epitafio de la que se murió de amor
Una vieja ha fallecido de amor, y aquí se enterró; considere el advertido si enamorada murió qué tal habrá vivido.
José Cadalso
Epitafios de Ulalume
Aquí descansa uno que no pudo insistir.
Es tu primera muerte y qué perfecta. Se nota que estudiaste para muerto.
Éste sí perdió la costumbre.
Ulalume González de León —de Plagios—
Epitafio para Julio Ruelas
Ruelas nada cual delfín, con donaire y perfección, antaño nadó en el Rhin y hogaño nada en el ron.
José Juan Tablada
Epitafio
Yace aquí la Trompa Trompeta y se murió muy ufano con una nalga en la mano y en otra la corneta.
Eduardo Césarman
Epitafio del insomne
Peor sería ¡el insomnio!
Anónimo
Epitafio para Agustín Lara
Fueron las noches de ronda las que su vida animaron, pero ésas ya se acabaron: ¡hoy son noches de rotonda!
Francisco J. Liguori
Epitafio humorístico
Cierta solemnidad en la ironía —dije alguna vez a mis amigos— pero, sobre todo, ejerzamos un trágico sentido del humor. Y sí, en efecto, todos rieron hasta las lágrimas cuando supieron mi deceso.
Epitafio literal
Murió al pie de la letra.
Raúl Renán
Epitafio a cuenta
El chapucero Canuto hace un año aquí llegó. Pagó a la tierra tributo… Fue lo único que pagó.
Antonio Plaza (1833-1882)
Epitafio rencoroso
Joaquín Pasos se murió. ¡Dios lo haya perdonado! Nosotros, no.
Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985)
Epitafio para un predicador
Aquí yace un santo que hizo el Mal y lo hizo Bien.
Alberto Ruy Sánchez
Graffitis en las tumbas —pintarrajos sobre las tumbas de un cementerio de Guadalajara, Jalisco—
Aquí yace, en su postura favorita, Víctor Ramos.
Aquí yaces como siempre fuiste… ¡calavera!
En esta tumba de primera reposa un hijo de puta de tercera.
Inscripción en la tumba de Osvaldo Soriano —en el cementerio de Chacarita, Buenos Aires—
Perdoná que no me levante.
Y ahora más epitafios algarabíos
Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien.
Epitafio de Molière para sí mismo.
En memoria de Alberto Durero. Todo lo que en él había de mortal está enterrado bajo este túmulo.
Epitafio de Willibald Pirckheimer en honor a su amigo, el pintor Alberto Durero.
La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche; Dios dijo: «Sea Newton» y todo fue luz.
Sir Alexander Pope, epitafio para su amigo Sir Isaac Newton.
Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo.
Miguel de Unamuno, autor de Del sentimiento trágico de la vida.
¿No que no?
Epitafio del hipocondriaco.
«Dios ha muerto.»
Nietzsche
«Nietzsche ha muerto.»
Dios
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