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Genio y Figura: Antoni Gaudí

« Ustedes han estudiado y se sorprenden de no entender lo que hago; y es que yo, que también he estudiado, aún estudio y trabajo sin parar. »
Antoni Gaudí

Estamos a un poco más de 160 años del nacimiento de un gran artista, así que es propio de Algarabía darles una brevísima probada de la vida y obra de Antoni Gaudí.


Era 25 de junio de 1852 —miércoles, para ser exactos— en la provincia catalana de Terragona, cuando nació Antonio Plácido Guillermo Gaudí y Cornet. Desde niño, Gaudí padeció de reumatismo, lo que hizo su infancia difícil y marginada, manteniéndolo lejos de la escuela, pero cerca de la naturaleza. Esta etapa fue determinante en su formación como artista, pues su interacción con este entorno hizo su percepción más sensible.


Desde los 11 años, cuando ingresó al colegio de las Escuelas Pías de Reus, estuvo directamente relacionado con arte, y su desarrollo intelectual ya no se detuvo. En 1868, se dedicó a estudiar Arquitectura en la Escuela de la Llotja y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En ese momento, la ciudad se encontraba en crecimiento, por lo que vio en ello la oportunidad perfecta para impulsar sus obras, siendo, hasta la fecha, el centro de sus construcciones más emblemáticas.


A Gaudí se le recuerda como un estudiante promedio, pues se preocupaba más por sus propios intereses. Su gran capacidad creativa y habilidad para las matemáticas ayudaron a que sus conocimientos arquitectónicos fueran llevados a la práctica con gran facilidad al momento de crear sus obras. Pero Gaudí no alcanzó de inmediato el reconocimiento y la fama; para ello, tuvo que trabajar con distintos maestros en obras con el fin de poder mantener sus estudios y aprovechar esto para enriquecer su formación como artista y arquitecto.


Su inspiración se vio alimentada tanto por el arte gótico, el arte barroco, la arquitectura oriental —en especial la islámica— como por la religión católica y las formas orgánicas que rescató de la naturaleza cuando fue niño. A partir de ello, se encargó de crear una nueva arquitectura que mezclara esto, para reinventar los espacios que consideraba comunes. La tridimensionalidad que logró plasmar en sus edificios, mediante la utilización de líneas curvas creadas con los distintos materiales, se convirtió en elemento característico de su arte.


La perspectiva que Gaudí obtuvo a partir del estudio de otras corrientes artísticas produjo en él un cambio positivo, que lo hizo fijarse una meta: a través de su plástica con formas propias, crear un estilo que marcara en la historia del arte un antes y un después. Y así fue, y a partir de 1910 Gaudí obtuvo el reconocimiento mundial.


Debido al estilo de vida rudimentario que desde muy joven llevó por su enfermedad, Antoni Gaudí era un hombre que no cuidaba mucho de su imagen. Tanto era el descuido hacia su persona que el día en que un tranvía lo atropelló, la gente que pudo haberle brindado ayuda se negó argumentando que no llevarían a un vagabundo al hospital.


A pesar de este aparatoso accidente, Antoni Gaudí continuó trabajando en sus obras con la misma intensidad de siempre. Murió a los 74 años —el 12 de junio de 1926— y, debido a su fama, casi toda Barcelona asistió a su funeral y entierro, que fue en la cripta de la obra en la que trabajó casi 43 años de su vida: la Sagrada Familia.


Si quieres conocer más sobre las obras de este arquitecto, consulta el artículo «Gaudí: sueños hechos realidad».
Sigue a la autora por Twitter como @retrofutura_

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