¿Cuál es su relación con el color y de qué depende que una cosa sea —o la veamos— roja, y otra, azul? He aquí algunas cuestiones interesantes sobre la luz y el color.
La luz es una onda
Podemos afirmarlo a partir de que la luz puede mostrar interferencias; pero, al contrario que otras ondas, la luz puede viajar en el vacío. Y eso se debe a que…
…la luz es una partícula
La primera prueba de esto nos llegó a través de la explicación del efecto fotoeléctrico (1905) de, por supuestos, Albert Einstein (1879-1955). La partícula que corresponde a la luz recibe el nombre de fotón.
La luz se propaga indefinidamente hasta que encuentra un obstáculo que le impide el paso.
El «color» de la luz
De acuerdo con el espectro electromagnético, nosotros observamos una ínfima parte, el espectro visible, el cual, dependiendo de la longitud de onda, nosotros vemos las «luces de colores». De izquierda a derecha, la longitud de onda cada vez es mayor, siendo la luz roja la de mayor longitud, pasando por la naranja, amarilla, verde hasta llegar a las menores azul y violeta.
La luz blanca
Cuando Isaac Newton se dedicó a determinar la naturaleza de la luz, dejó que los rayos solares incidieran sobre un prisma de cristal que curvaba cada longitud de onda en un ángulo distinto y observó, así, un arcoíris con los colores antes mencionados.
Una vez descompuesta la luz del sol en sus colores constituyentes, Newton se valió de otro prisma para «reagrupar» el rayo, produciendo de nuevo luz blanca.
La luz viaja en línea recta a menos que exista algo que la desvíe.
En Technicolor
Las cosas «tienen» color debido a la forma en que la luz interactúa con los átomos. Así, lo que percibimos como color surge de las interacciones de la luz con los átomos en lo que sea que estamos viendo.
Cuando los objetos «emiten» luz, los electrones que se encuentran en los átomos están dando saltos cuánticos. Esto significa que átomos o moléculas específicos en la materia están enviando hacia afuera radiaciones con energías y longitudes de onda muy definidas, y nosotros percibimos esta radiación como color.
Para ver a los átomos emitiendo luz no necesitamos más que contemplar una fogata. Simplemente mire con atención y observará el pequeño hueco sin color entre la madera y las llamas. En él, los gases son calentados y se elevan, pero todavía no han alcanzado la temperatura a la que pueden combinarse con el oxígeno. Sólo después de que ocurre este fenómeno, los átomos adquieren suficiente energía como para emitir luz y producir una llama.
Los espejismos son un efecto de la propiedad de refracción —cambio de dirección de propagación— de la luz.
¡Y brilla en la oscuridad!
Lo que ocurre en un material fluorescente es que la radiación ultravioleta es absorbida por los átomos, pero éstos vuelven a emitir la energía como luz visible. La radiación puede ser reemitida de inmediato, en cuyo caso, los materiales brillan siempre y cuando la fuente ultravioleta se halle presente.
Esto es lo que ocurre con la «luz negra», tan popular en los antros. También puede ser emitida horas, e incluso, días más tarde, en cuyo caso el material «brillará en la oscuridad», fenómeno exclusivo de la fosforescencia.
El hecho de que en la fluorescencia y fosforescencia estemos contemplando la luz emitida directamente por los átomos, en vez de la que queda después de que la luz ha sido absorbida parcialmente por ellos, explica por qué esos colores nos parecen tan vivos y brillantes.
No todo es luz
Ahora bien, los compuestos llamados pigmentos son aquellos que ya «tienen color», por lo que no dependen de que la luz «les dé el color». Para entender mejor la diferencia, basta con apreciar los cuadros de grandes artistas como van Gogh o las cuevas con pinturas rupestres que han perdurado milenios.
Para saber aún más acerca del color, la luz y los pigmentos, no te pierdas de Algarabía 175, un especial del color.
