Como antropólogo, el principal sujeto de estudio de Santiago Genovés fue el ser humano, el «mono inquisitivo», como él apodaba a nuestra especie. Y si de ser rata de laboratorio se trataba, él solía ponerse al principio de la fila. Tres experimentos bastan para dar fe de su sed de conocimiento: su aventura en los botes ra y ra ii, como acompañante del explorador Thor Heyerdahl; su travesía por el océano Atlántico en la balsa Acali, y su intención de viajar en soledad por casi cien días en medio del mar.
Nacido en Orense, Galicia, el 31 de diciembre de 1923, Genovés se refugió en México junto con sus padres a la edad de 15 años, debido a la guerra civil española. Naturalizado mexicano, estudió paleontología, obtuvo un doctorado en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Cambridge y fue un importante investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Genovés perteneció a la primera generación de antropólogos mexicanos que hicieron una escuela y se abrieron campo en el área de la ciencia que estudia al ser humano.
Acompañante
Corre el año 1969. El biólogo y aventurero Thor Heyerdahl recluta un equipo multidisciplinario de hombres de diversas nacionalidades para vivir con él las peripecias de su más reciente investigación. El noruego, célebre por su expedición de 1947 en el Kon-Tiki, ahora se propone viajar de África a América en un bote de papiro hecho al estilo de los antiguos egipcios. La intención es comprobar que pudo haber comunicación entre las antiguas civilizaciones de ambos continentes.
En la década de 1970 un avión en el que viajaba Santiago Genovés fue secuestrado y llevado a Cuba. Durante el secuestro, Genovés aprovechó para hablar con los captores y recabar datos sobre el comportamiento humano en situaciones críticas
Uno de los elegidos para participar en la expedición es justo el mexicano Santiago Genovés, quien se precipita al mar junto con todo el equipo cuando la Ra se despedaza en el mar a causa de una mala factura.
Los exploradores no se dan por vencidos. Heyerdhal manda hacer otra embarcación —con manos más expertas— y se lanza al océano Atlántico en 1970.
En la Ra II —de nueva cuenta Genovés es uno de los tripulantes— logra por fin su cometido. Si bien no se comprueba que egipcios y americanos se hubieran encontrado en épocas remotas, sí es posible que en sus embarcaciones lograran ir de un continente a otro.
La misión del noruego estaba cumplida, pero no la de Genovés, quien durante la travesía del Ra II comenzó a maquinar su propia aventura.
Acompañado
I
Estamos en mayo de 1973. El doctor Santiago Genovés ha reunido un grupo de hombres y mujeres de distintas razas, nacionalidades y disciplinas para ser partícipes de un experimento antropológico: cruzar el océano Atlántico en una pequeña balsa. El objetivo es estudiar la convivencia humana en condiciones de aislamiento y responder preguntas del tipo: «¿Qué sucede estando aislados pero en grupo: aumentan las tensiones o disminuyen en relación a la ciudad? ¿Qué ocurre desde el punto de vista sexual? ¿Está el Caribe tan contaminado como el Atlántico? Se trata, como dice Genovés, de un «laboratorio del comportamiento humano».
Declaración sobre la violencia
1986 fue nombrado Año Internacional de la Paz por las Naciones Unidas. Por ello, Santiago Genovés se reunió con 14 especialistas para redactar lo que se llamó Manifiesto de Sevilla, una declaración sobre la violencia que fue adoptada por más de 100 sociedades científicas, incluyendo la unesco. Los expertos establecieron cinco proposiciones:
- CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra.
- CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana.
- CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que a lo largo de la evolución humana se haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos.
- CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que los hombres tienen «un cerebro violento».
- CIENTÍFICAMENTE ES INCORRECTO decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un móvil único.
II
La balsa se llama Acali, ‘la casa en el agua’ en náhuatl. Porque eso será durante los 101 días de travesía. La embarcación, proyectada por el mismo Genovés, mide 12 metros de largo por 7 de ancho, cuenta con una vela frontal en forma de trapecio de 4 metros sujeta a un mástil de 7 metros de altura, una cabina de 4 por 4 metros y un casco de acero de 4.5 milímetros de espesor, rodeado por poliuretano expandido. Ha sido fabricada por los ingenieros navales José Antonio Mandri y Colin Mudie.
III
La tripulación —o participantes en el experimento, como prefiere decirles Genovés— está conformada, además del antropólogo de 50 años, por:
- María Bjornstan, sueca, 30años, capitana.
- Edna Jonas, checa de origen hebreo, médica, 32 años, 2 hijas.
- Mary Gidley, estadounidense blanca, 35años, dos hijos, experta navegante.
- Fe Evagelina Seymour, estadounidense negra, 23 años, 3 hijos, técnica en electrónica y encargada de la radio.
- Servante Zanotti, francesa, 32años, 2hijos, encargada de investigaciones sobre contaminación.
- Rachida Mazani, argelina, 23años, bibliotecaria convertida —tras un curso acelerado— en experta en contaminación oceánica.
- Charles Antoni, chipriota griego, de 37años, casado y con dos hijos.
- José María Montero Pérez, uruguayo.
- Eisuki Yamaki, japonés, encargado de videograbar la experiencia.
- Bernardo Bongo, angoleño, 28 años, sacerdote jesuita.
Como se puede observar, se trata de seis mujeres y cinco hombres. Los puestos de mayor importancia están ocupados por ellas, ya que Genovés considera que la ciencia ha sido por mucho tiempo acaparada por los varones. Además, sólo dos o tres de los participantes han navegado anteriormente.
IV
La Acali parte del Puerto de La Luz, de Las Palmas de Gran Canaria, el 12 de mayo de 1973. Lleva a bordo 5 mil litros de agua mineral, 120 kilogramos de medicamentos, varias toneladas de alimentos calóricos como arroz y carne seca y así como instrumentos para pescar, unos cuantos instrumentos de medición, una guitarra y nada de libros.
Genovés toma apuntes de todo lo que pasa, del surgimiento de conflictos y de cómo son resueltos. El primer escollo a vencer es el del pudor, pues deben hacer sus necesidades en un rincón de la balsa, a la vista de todos. El antropólogo decide que para dormir se coloquen una mujer y un hombre, sucesivamente, lo cual causa algunas fricciones, de hecho, los hombres se quejan de que, convenientemente, él se ha colocado entre las dos mujeres más guapas. Finalmente, Genovés les pide que decidan al lado de quién dormir.
Las pequeñas manías son criticadas, pero toleradas: uno de los hombres huele muy mal, una de las chicas se arregla demasiado, etcétera. Uno de los temas más polémicos acerca del proyecto es cómo será la vida sexual. El Acali ha recibido sobrenombres como «la balsa del amor», o «el bote de las pasiones desenfrenadas», debido a que sus ocupantes son hombres y mujeres, la mayoría casados y con hijos, viviendo en un aislamiento que puede llevar a la promiscuidad. Pero es difícil que se exacerben las pasiones cuando la mitad de los viajeros están mareados o cuando hay tantas actividades —alimentación, navegación, etcétera— por realizar. A los pocos días comienzan a llevarse «demasiado bien» algunas parejas, pero aunque la vida sexual no es nula, tampoco deja de ser escasa.
Entre las aportaciones de Santiago Genovés se encuentran sus estudios paleontológicos para determinar la edad y el sexo mediante el análisis de los huesos
El «idioma oficial» de la balsa es el inglés, pero también se escuchan conversaciones en francés y en español. Genovés convoca a actividades que le darán material para su investigación: organiza un «juego de la verdad», los cuestiona sobre la convivecia y somete a votación las decisiones importantes.
V
El 22 de agosto de 1973, tras un recorrido de casi 5 mil millas, el Acali es remolcado al puerto de Cozumel, en las costas mexicanas. A su llegada, los participantes son puestos en cuarentena y evaluados por psicólogos. Lo primero que dice Genovés al llegar es: «Estamos vivos y nadie se ha peleado. Creo que como primer resultado ya es suficiente».
Dos años después, Genovés publicó Acali, libro donde hizo un recuento del viaje y expuso los resultados de su experimento.
Solo
Es en 1977 cuando Genovés se impone un nuevo reto. En esta ocasión se embarcará completamente solo en una especie de pecera. Se trata de una boya con suelo transparente y una vela que se llama igual que su proyecto: Solo. Su objetivo es estar consigo mismo pensando, estudiando sus reacciones, buscando el autoconocimiento. Elige una vez más el mar, porque es el medio que lo mantiene aislado de forma obligatoria. No se puede simplemente escapar de él.
Sus amigos y admiradores no se animan a dejarlo ir en soledad y se ofrecen a acompañarlo. Él se niega una y otra vez, porque entonces el experimento no tendría razón de ser. Entre sus provisiones se cuentan: 200 litros de agua, 14 paquetes de comida —uno por cada semana—, dos botellas de coñac, una bolsa con lo necesario en caso de naufragio, un aparato para comunicarse con otros barcos y un radio, un tubo de goma para recoger agua de lluvia, cuerda de nylon, un hacha, unas tijeras, un costurero, tres botellas de shampoo, materiales para pescar e instrumentos de navegación, como brújulas y un sextante.
El antropólogo de 53 años planea trasladarse nuevamente de las Islas Canarias a México en alrededor de 100 días. Sólo que esto jamás ocurrirá. Un par de días antes de su partida recibe la noticia: su pequeña boya se ha caído accidentalmente al mar y ha sido completamente destruida por la hélice de un barco. Genovés se deprime al saberlo, se pregunta si de haber podido hacer el viaje hubiera encontrado la muerte con la misma facilidad con la que se destruyó su boya.
Desalentado, decide publicar su experiencia en el libro Solo. Un hombre en el mar. Es un texto sui generis, mezcla de diario íntimo y diario de navegación donde se revela, más que como un científico, como un buen escritor con sentido del humor. Reflexiona, recuerda sus amores, sus viajes en el Ra y el Acali. Siente frío y llora; parafrasea a sor Juana: «Vivir sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que lloro porque no lloro.»
Colofón: las teorías de Santiago Genovés
Tras haber cruzado el Atlántico como tripulante y organizador Santiago Genovés formuló una serie de conclusiones:
- El hombre es un«monoinquisitivo»:los homo sapiens nos diferenciamos de otras especies en que continuamente investigamos sobre nuestra propia identidad.
- El racismo es uno de los factores que generan más violencia. Hay «razas» y es claro que son diferentes entre sí, lo que no quiere decir que haya razas superiores e inferiores, sino diferencias que se ubican en los campos de la antropología biológica, la antropología social y el humanismo.
- Tal vez la segunda fuente de violencia es el cambio de roles, en nuestros papeles de jefes, amigos, hijos y padres, por ejemplo. Cuando ese cambio es muy súbito, se origina el conflicto.
- La violencia se relaciona con la búsqueda de liderazgo y poder.
- En nuestro pasado animal no tenemos ningún dato serio de que haya lucha intraespecie institucionalizada y generalizada. Tampoco hay datos para decir que existe violencia animal entre las especies. La violencia es de origen cultural, por diferencias de concepto de vida, históricas, tradiciones, económicas o políticas, que no tienen los leones o las cucarachas.
- La violencia, generalizada y estandarizada, comienza con la revolución agrícola, la gran revolución del hombre, cuando se volvió sedentario y surgieron las ciudades, los grandes imperios, las grandes religiones y los grandes ejércitos.
Santiago Genovés concibió y dirigió una película llamada la pax?, donde explicaba los mitos y prejuicios en torno a la violencia
La labor de Santiago Genovés, difundida en una veintena de libros y más de 200 artículos en revistas de investigación y divulgación le valió no sólo el reconocimiento de la comunidad científica, sino varios premios referentes a la paz mundial. También fueron reconocidos sus estudios de género y de paleontología. El 5 de septiembre de 2013, cerca de cumplir los 90 años, murió este «mono inquisitivo», eterno estudioso del comportamiento humano.