¿Cómo saber que una muestra de «buen comportamiento» en nuestra cultura no es un insulto en otras partes del mundo? Con esta breve guía de «costumbres universales» será más difícil que «metas la pata» en otras regiones.
Decir provecho
Aunque los libros de buen comportamiento —como el célebre Manual de Carreño— nos recomiendan decir «buen provecho», en México lo decimos a la menor provocación: cuando la gente terminó de comer, cuando uno se levanta de la mesa, cuando se pasa por algún lugar donde alguien está comiendo o incluso cuando sólo sabemos que alguien se encamina a ingerir «los sagrados alimentos».
Esta frase es una herencia de las costumbres que se adoptaron en España durante la ocupación árabe y, hasta la fecha, se entiende en el resto de Latinoamérica, pero no se estila con la misma frecuencia que en nuestro país. Por ejemplo, si la dice en Colombia llega a ser desconcertante para quien la recibe.
Mano siniestra en la India
A diferencia de las tradiciones occidentales, en la India —y en otros países del Medio Oriente— no se emplean los «cubiertos» —conjunto de instrumentos para manipular la comida, el cual consiste, por lo regular, en cuchara, tenedor y cuchillo—. En ese lugar comen con las manos, o mejor dicho, «con la mano», pues sólo la derecha puede manipular la comida. La izquierda se considera «impura», entre otras razones, porque se emplea para limpiarse los genitales luego de ir al baño. Por si fuera poco, el dedo índice de la mano derecha tampoco se emplea para comer: es impuro porque sirve para señalar o para rascarse las orejas.
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La tarjeta de visita en Japón
Así como la mayoría de los profesionistas del mundo occidental usamos tarjetas de presentación, en Japón es común emplear «tarjetas de visita». Cuando se llega a la casa de otra persona, el protocolo funciona así: uno entrega su tarjeta y recibe, a cambio, la del anfitrión, a la par de hacer una breve reverencia. Cada quien debe sostener y leer la tarjeta con ambas manos y, por nada del mundo, se guarda de inmediato en un bolsillo ni en la cartera. Cuando termina la reunión, entonces sí se puede guardar la tarjeta, pero en una carpeta o en un tarjetero especial. Faltar a cualquiera de estas atenciones, se considera una grave ofensa.
Regalar un libro en China
Le recomendamos que, cuando quiera hacerle un regalo a alguien en China —o que sea originario de allá— no dé un libro, pues la pronunciación de «regalar un libro» es muy parecida a la que se usa para decir «te deseo la derrota» en cantonés.
Enseñar un zapato en el Medio Oriente
De todos los insultos existentes en el mundo árabe, el más grave consiste en mostrar la suela de un zapato. Por ello, es muy mal visto que al sentarse uno cruce las piernas o, peor aún, suba el pie a una rodilla, porque con ello se expone la suela del zapato al interlocutor. Otra recomendación cuando se encuentre en países árabes: jamás eructe al terminar de comer, es un mito difundido por los relatos del siglo xix.
Brindar en Hungría con cerveza
Aunque brindar con una bebida es una costumbre de buenos deseos en casi todo el mundo, en Hungría —en particular si se hace con cerveza— es una de las peores ofensas. No sólo eso, durante 150 años —de 1848 a 1998— estuvo prohibido por la ley. Esto es así porque, en 1849, los austriacos, luego de sofocar una revuelta húngara, celebraron su victoria con jarras de cerveza. La opción para brindar en Hungría es con el vino Tokaji —mencionado incluso en su himno nacional.
Felicitar a una mujer embarazada en Kenia
Aunque en la mayoría del mundo es común que a cualquier mujer la feliciten por tener pronto a un bebé, en Kenia no sólo es motivo de ofensa sino de mala suerte: se cree que al mencionar el embarazo, se invoca a espíritus malignos. Como en muchos países africanos, en Kenia las personas forman parejas muy jóvenes y de inmediato comienzan a tener hijos. Como la tasa de mortandad infantil —y materna— es más alta cuando la madre tiene menos de 16 años, esto resulta en 128 bebés muertos por cada mil nacimientos, y en una muerte materna por cada 39. A esto hay que añadir que es un país muy pobre, y sólo cuatro de cada diez nacimientos recibe alguna atención hospitalaria.
Regalos en Japón
De entrada, un japonés jamás abrirá el regalo en presencia de quien lo obsequió, pues así no tienen que fingir una expresión de aprobación hacia algo que no sea de su agrado. De preferencia, el regalo debe entregarse envuelto de forma elegante, con colores rojos o dorados, y con las dos manos, seguido de una pequeña inclinación de cabeza.
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