Salvaje, lejano» y «Viejo Oeste» son los nombres con que se identifica al periodo de expansión de las fronteras de los EE. UU. que se acrecentó con la llamada Fiebre del Oro y finalizó con la comunicación de las dos costas oceánicas por medio del ferrocarril. He aquí un esbozo de su historia.
Desde finales del siglo XVII, NorteamAdemás de las leyendas de riqueza y aventuras, lo cierto es que en América era alta la posibilidad de hacerse de tierras y, con ello, de asegurarse un medio de vida.érica se comenzó a poblar principalmente de alemanes, irlandeses y escandinavos —todos, puritanos que viajaban con sus familias—. Sus razones eran muchas, pero la principal era probar fortuna en el Nuevo Mundo que, a partir de los «prodigios» que difundieron los primeros conquistadores europeos, se convirtió en «la tierra de la gran promesa».
Además de las leyendas de riqueza y aventuras, lo cierto es que en América era alta la posibilidad de hacerse de tierras y, con ello, de asegurarse un medio de vida.
A principios del siglo XVIII, la mayoría de los asentamientos anglosajones se extendían sobre la hoy costa estadounidense del Atlántico —desde el actual estado de Maine hasta Carolina del Sur—; ninguno se localizaba a más de 80 kilómetros de la costa.
A diferencia de otras colonias europeas que mantuvieron sus aspiraciones en su lugar de origen, las anglosajonas desarrollaron una política de ocupación territorial para ganar tierras de cultivo. El espíritu
de exploración de los colonizadores obligó a sus representantes a ocupar, invadir e incluso «comprar» los territorios aledaños a otras naciones hasta alcanzar la costa del Pacífico.
La constante búsqueda de nuevas tierras —que se fueron empobreciendo por el intenso cultivo de tabaco y algodón— también fue impulsada por motivos religiosos. Los mormones, por ejemplo, querían conservar sus familias poligámicas; como eso estaba vetado por la legislación estadounidense, cada que se instauraba un nuevo estado debían mudarse hacia el Oeste hasta llegar a territorios en donde no estaban prohibidas sus prácticas. En aquel entonces, el «Oeste» comenzaba en las fronteras de los actuales estados de Mississippi, Tennessee, Kentucky e Illinois.