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artimañas, artilugios y artificios

Para que usted, queridísimo lector, se quede con Algarabía, es decir, para que no sólo la lea, sino que la guarde, la busque, la vuelva a comprar mes con mes, se una a sus redes sociales y consiga todos los números especiales, las colecciones de libros o nuestra memorabilia —palabras para llevar—, y para que hable de sus frases y contenidos con su pareja, con sus compañeros de trabajo y en fiestas y reuniones, todos los que hacemos esta publicación recurrimos mes con mes, de forma concienzuda, con esfuerzo y muchas ganas, a una gran cantidad de artimañas, artilugios y artificios, tales como los que aparecen en nuestra Palabrafilia de este número 85 —o los de la vistosa portada que hace de Matt Groening todo un artífice de la cultura pop.
Porque son artimañas los colores de antaño como el añil, el solferino y el fucsia —que más que seducirnos nos hipnotizan—, lo mismo que la literatura de Borges y Kafka, tan fantasiosas e inexploradas, así como las que ideaba mi primo Agus para quedarse con el último itacate de la tía Carmen. También lo son los pasteles más famosos del mundo —como la Sachertorte — que nos hacen rendirnos al instante. Artimañas son también los préstamos que tomamos de otros idiomas para poder expresar lo inexpresable en nuestra lengua, y sin duda lo son los «Doce pasos» que los Alcohólicos Anónimos siguen para mantenerse sobrios, o bien, las exorbitantes cantidades en las que están valuadas las marcas de coches más rentables del mundo.
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Además, en este número también hay artilugios como aquéllos a los que recurre la homeopatía para hacernos creer que nos cura; como los que los coleccionistas utilizan para encontrar sus tan ansiados objetos y obtenerlos al menor costo, y como esos otros que ideó Américo Vespucio para hacer sus mapas después de dos viajes a América.
Que por artilugios no paramos, y como prueba ahí está el dinero, o sea la moneda, el mayor de todos; las frases hechas que de tan hechas no podemos olvidar, y los mitos que la medicina nos había hecho creer, para después desmentirlos, porque como dice el doctor Juan Luis Cifuentes: «en la ciencia las verdades de hoy son las mentiras de mañana».
Y la cosa no para ahí, también hay artificios que adornan esta Algarabía, como los que crea y recrea la pintura —según García Ponce—; los que hizo el virrey Revillagigedo para darle una manita de gato a la «Ciudad de los Palacios»; los de las expresiones del deporte: «batea de zurda», «no hay quinto malo» y «tiró la toalla»; los que se sacó de la manga el agente de tránsito para detener a mi amigo «el Cóndor», y sobre todo, los del organizador de Lollapalooza para convertir este festival alternativo en todo un negocio millonario.
Pero hay más, porque este número tiene otras artimañas, artilugios y artificios únicos, tales como la mala costumbre de las europeas de orinar en la calle; los números del crimen organizado internacional que nos dejan no sólo con los ojos abiertos, sino con hiel en la boca y en la panza, y también los que logra con maestría la realeza europea de nuestros días para hacernos creer que es de sangre azul.
Y, pues, con todas estas artes ocultas y no tan ocultas, trataremos de captar su atención, su tiempo y su sonrisa este mes y todos los que vengan.
María del Pilar Montes de Oca Sicilia
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