Uno de los pilares de Algarabía es la ciencia: desde los datos duros y serios, hasta las teorías más amenas, raras y divertidas. Pero un aspecto característico —y netamente chingón— de la ciencia es que está en constante evolución: se niega, se corrige a sí misma, se desmiente, se actualiza, se revitaliza. Dicho esto, nuestro lema interno de «¡Ya lo publiqué!», en ocasiones, sucumbe ante el tiempo, por lo que algunos de los siguientes datos científicos serán correcciones de temas que, insisto, ya publicamos; mientras que el resto será inédito —como la ciencia misma— y, de paso, comprobaremos qué tanto hemos avanzado en 20 años.
Aunque orgulloso de que mi primera publicación en Algarabía (octubre 2010) haya sido sobre uno de mis temas favoritos, los dinosaurios, lastimosamente —aunque no por el lado científico— dicha clasificación e ilustraciones de aquellos animales están más que obsoletas. Para empezar, porque se trató de un sistema linneano, el mismo que se aplica para clasificar a los seres vivos actuales más sus próximos antepasados, por lo cual falla en cuanto nos alejamos mucho en el pasado. Por dicha razón, se cambió a un sistema cladístico, donde se comprenden las razones evolutivas de los diversos grupos de dinosaurios, además de tomar en cuenta características recién descubiertas —como que no estaban recubiertos de escamas gris- café-verdosas, sino de plumajes arcaicos muy coloridos, algo que le falla a Jurassic Park—. Si no me cree, tan sólo cheque el dilema de los paleontólogos con la apariencia real del Spinosaurus. Na’a qué ver, caom...
En nuestro número 16 (2004), hablamos de la escala Richter para la medición de terremotos, la cual es una escala logarítmica arbitraria donde se asigna un número para la cuantificación de la liberación de energía producida por un sismo. La palabra «arbitraria» es lo que dejó obsoleta a esta escala, cuando, en 1979, se publicó la escala sismológica de magnitud de momento —MW—, la cual mide la energía total que se libera en un sismo y que torna posible diferenciar terremotos de alta energía. Así que, cuando vea en las noticias o en Twitter que el sismo que lo hizo tropezar y tirar su torta fue de intensidad 6.8, haga caso omiso del apellido Richter porque ya no usamos esa escala.
En nuestro número 17 (2005), se habló sobre el origen de la vida en la Tierra y cuándo comenzó. Si bien se dijo que fue hace 3 500 millones de años —número bonito, cerrado, par—, unos fósiles de microorganismos dentro de precipitados de antiguos respiraderos submarinos encontrados en Canadá extendieron la fecha hasta los 4 280 millones de años. Ahora, que se sepa cómo fue que empezó la vida en la Tierra, está más cañón.
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