Bien dicen por ahí que en la vida uno debe tener amigos de todo tipo y para todos los gustos: para las borracheras, para contarles las penas, para salir de viaje, para ir por las tortas y para salir a museos y exposiciones.
De toda esa amplia variedad de amistades es que apren- demos a ser tolerantes con sus gustos personales; habrá quienes beban solamente caguamas, mientras que otros preferirán el ron con coca, el whisky, el tequila, el mezcal, el jerez y hasta los panalitos que te dejan ciego.
Luego vienen también los gustos musicales, que son más variados: tenemos a los rockeros, los metaleros, los góticos que llegan al inframundo con los gritos de Galás, los que se cortan las venas con Coltrane, los que se alebrestan con la salsa, la cumbia o la bachata; a los amantes de las «pedas» y el desamor acompañados de José José y Juan Gabriel; o los que son fans de la banda; sin duda, éstos son los más apasionados, pues convierten en ídolos a sus intérpretes masculinos y femeninos, ya que prácticamente los ven en el lugar menos inesperado.
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