La historia del siglo XIX se caracterizó por la rápida expansión del capitalismo europeo y estadounidense, México se convirtió rápidamente en un objetivo para los nuevos intereses de ambas potencias, principalmente por la enorme riqueza natural de su territorio.
México experimentó diversas invasiones extranjeras y un sinfín de pronunciamientos militares y revueltas civiles que continuaron con un estado de guerra constante.
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La guerra de los pasteles
La primera de estas intervenciones se dio con el ejército francés que tras una serie de eventos de tensión, decidió intervenir con presencia naval sobre nuestro territorio. El 21 de marzo de 1838, Francia llegó con un ultimátum en el que sus principales reclamaciones hacían referencia a saqueos (incluyendo uno a una pastelería), destrucción de propiedades y préstamos forzosos, por lo que se exigió a México pagar 600 mil pesos para indemnizar a los afectados.
Al no existir ningún arreglo, Francia rompió los acuerdos y se apoderó de las embarcaciones que se encontraban en Veracruz y la flota francesa abrió fuego contra el castillo de San Juan de Ulúa, lo que dio inició a la guerra.
Los enfrentamientos se detuvieron hasta 1839 con el Tratado de Paz, que favoreció a los franceses en cuanto al tema de las indemnizaciones.
La guerra contra Estados Unidos
Aproximadamente cinco años después, México tuvo que atravesar por otra invasión, esta vez por parte del país vecino, Estados Unidos. Esta guerra tuvo gran relevancia en ambos países, para México el resultado fue catastrófico, ya que perdió el 55% de su territorio, tras firmar los Tratados de Guadalupe Hidalgo.
Por otro lado, para Estados Unidos significó desplegar una guerra que implicó el diseño de logística con diversas operaciones tanto de tipo terrestre como naval, para adueñarse del territorio mexicano en disputa y así consolidarse como un país transcontinental en América.
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Los intentos fallidos de desembarco en Alvarado
En el año 1844, en el Golfo de México se encontraba anclada la principal fuerza naval de los norteamericanos llamada la Home Fleet, al mando estaba David Conner y tenía la misión de operaciones de vigilancia en las aguas veracruzanas.
El panorama dio un giro cuando el gobierno norteamericano pensó en tener acceso hacía la capital del país por el puerto de Alvarado, ya que el desembarco en Veracruz era complejo. Ante la situación de un posible desembarco en dicho puerto, las autoridades mexicanas incrementaron la defensa del sitio.
Las naves estadounidenses abrieron fuego, pero la Marina mexicana salió victoriosa ante el frente de Estados Unidos y el fracaso de desembarco en Alvarado se evidenció.
La segunda intervención francesa
La última de estas intervenciones se dio, nuevamente, por parte del ejército francés. Los problemas económicos motivaron a un nuevo incidente contra dicho país. El presidente Benito Juárez expidió en 1861 un decreto que suspendía el pago de la deuda externa.
El malestar fue evidente, principalmente en Francia, Inglaterra y España, así que decidieron organizarse para obligar al gobierno a cumplir los compromisos solicitados. Sin embargo, no obtuvieron la victoria que esperaban y tras la derrota el 5 de mayo, las tropas francesas se retiraron.
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