Tanto la opresión como la libertad fueron los términos que envolvieron a Simone Weil durante su corta vida. Se esforzó por poner en práctica sus ideales radicales filosóficos para ser crítica de la educación, justicia, política, religión con el fin de transformar los pensamientos de la sociedad para hacerlos más libres y sabios.
Simone Weil y su visión liberadora
Aunque nació en París, ella se sentía ciudadana de cualquier parte del mundo, por esta razón luchó y nunca claudicó para mejorarlo. Aportó nuevas ideas de todos los ramos, con una visión adelantada a su época.
Su familia era judía agnóstica – personas que consideran la veracidad de las cosas como desconocida –. Su padre era médico, y su madre pertenecía a una familia rusa de clase alta. Ella definía a sus padres como libres pensadores, por lo que fue criada sin ninguna religión impuesta.
De pequeña se destacó como una artista en potencia, explotó su talento con el piano y el canto. Al crecer en un mundo consumido por las injusticias, sus intereses se modificaron y los concentró en experimentar la dureza con la que vivía la humanidad.
La educación fue primordial para cultivar sus experiencias culturales, artísticas y científicas. Sus padres le proporcionaron una educación de calidad en las mejores instituciones, para esos años era un privilegio que una mujer contara con estudios.
Sus intereses la orillaron a explorar el campo de la filosofía convirtiéndola en una de las primeras mujeres graduadas de la reconocida École Normale Supérieure de París, donde le otorgaron el título agregée de philosophie, reservado a los estudiantes más sobresalientes.
La realidad de los obreros concebida por la artista
Simone fue pensadora de la experiencia y el deseo por experimentar la llevó a estar en el centro de lo que acontecía socialmente. La filósofa francesa, Simone de Beauvoir, la consideraba una mujer decidida que se sometió a la prueba de lo real: el corazón de las historias.
Desde 1931 comenzó a impartir clases en el instituto de la Soborna ahí inició con su activismo social, por lo que, organizó cursos para concientizar a la clase obrera del modo de trabajo al que eran sometidos. Además, para plantear sus argumentos escribió varias publicaciones donde realizó críticas a las distintas formas del poder.
La activista se planteó que, para poder comprender las luchas obreras, se tenía que compartir las condiciones de vida de los oprimidos. Ante su ideología, en 1934 dejó de impartir clases para adentrarse a las desgracias que vivían las clases obreras.
Ante ello, comenzó a trabajar en la fábrica Renault donde experimentó por sí misma la opresión, humillación y la explotación que sufrían los obreros a diario. Con esto entendió en carne propia sus angustias y reafirmó su lucha para mejorar sus vidas.
Acontecimientos imprescindibles
Cuando regreso a dar clases de filosofía, su vida se vio marcada por una crisis espiritual, lo que la acercó a profesar la religión católica. Su visión inquietante de comprender y experimentar el dolor inherente del ser humano, lo vio reflejado en sufrimiento de Cristo. Con lo anterior se consideró una de las mayores místicas occidentales.
La vida de Simone Weil estuvo marcada por diversas guerras, entre ellas las dos guerras mundiales del siglo XX y la Guerra Civil Española en la que participó como voluntaria. A pesar, de considerar la guerra el peor de los males, decidió involucrarse porque reflexionó que: cuando ya no se puede impedir, cada cual debe tomar parte en esa calamidad con el grupo al que pertenece.
Sin embargo, al terminar con su colaboración; salió con la afirmación que la ignominia se situaba por todas partes sin importar el partido.
El escrito que caracterizó a su carrera
A los 25 años de edad escribió uno de sus ensayos más característicos de toda su carrera, Reflexiones sobre las causas de la libertad y la opresión social –1934–, en él lanzó una firme crítica al marxismo; cuestionó los métodos, argumentos y el modelo de producción de los rusos León Trotsky, Lenin y, sin dejar de lado, a Stalin.
El escrito permaneció inédito hasta su publicación en 1955 y formó parte del volumen Opresión y Libertad. Detrás de esa tinta inició una reflexión de la situación que aquejaba a la sociedad, vigente hasta hoy en día, la cual se caracterizaba por la ausencia de futuro y esperanza. Mostró que la estructura de la sociedad dañó el principio de actividad, propio en los seres humanos, lo que nos deja sin recursos.
Sus pensamientos finales dentro del texto son un llamado a humanizar la historia mediante los gérmenes de la liberación que, mantenerlos escondidos, sólo encierran a la civilización.
Su constante rebelión contra los sectores de la ignorancia y la injusticia latentes dentro del orden social imperaron, no sólo en el medio escrito, sino que, traspasaron los ideales de la época para concebir al mundo. Además, sus cuestionamientos la llevaron a visibilizar las problemáticas desde la veracidad.
Los últimos años de Simone Weil
Hasta sus últimos años de vida, Simone escribió sobre la renovación radical de la estructura social e impregnó su activismo político en sus últimas obras. Sin duda, la calidad de escritura se vio reflejada en todas las obras, así como la autenticidad que la llevó a considerarse la mujer más critica del siglo XX.
Su vida se consumió a los 34 años de edad, el 24 de agosto de 1943, la voz de resistencia y cuestionamiento constante de Simone Weil se silenció a causa del deterioro de salud con el que vivió gran parte de su vida. Pero su legado crítico queda presente dentro de la radicalidad que acompañó sus escritos.