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¿Qué onda con los prejuicios?

Los prejuicios nos ayudan a procesar la información del día a día

Los prejuicios son una herramienta que nos facilita el análisis de la información en breve tiempo. Son filtros que nos permiten llegar a una conclusión rápidamente. También son respuestas aprendidas que aplicamos en situaciones nuevas, aunque a veces esto nos haga actuar sin lógica, desechando cualquier posibilidad, por buena que sea, lo que se debe a nuestra necesidad de explicarlo todo y, dado que no contamos con el conjunto de elementos de una situación, hacemos suposiciones sin importar si son ciertas o no, porque ello nos da seguridad.

Prejuicio proviene del latín praejudicium, «juicio, sentencia o decisión previa», y es el proceso de tener una opinión previa, por lo general desfavorable, sobre algo que se conoce mal o no se conoce. Veamos el siguiente ejemplo.

Foto: Alcaldes de México

Metemos cinco monos en una jaula, en la que colgamos un plátano y colocamos una escalera. No pasará mucho tiempo para que uno de los monos intente subir la escalera en busca del plátano, pero, en cuanto comience a escalar, mojamos a los demás con agua fría. Poco después, un segundo mono intentará la maniobra y, una vez más, los otros serán rociados con agua fría. Muy pronto, cuando un mono intente subir, los demás tratarán de detenerlo, pues suponen que serán mojados.

Ahora sustituimos un mono de los cinco originales. En cuanto éste vea el plátano, tratará de subir, pero, para su sorpresa y horror, los otros cuatro lo atacarán para impedirlo. Después de un segundo intento y embestida, sabrá que lo agrederán si intenta ir por la fruta. Entonces reemplazamos a otro de los monos, que también intentará ir por el plátano. Inmediatamente, los otros lo atacarán y en este acto participará el mono golpeado de la segunda ronda, aun sin saber por qué. Así seguimos cambiando a los monos originales por nuevos y, cada vez que el mono nuevo asciende la escalera, será atacado por los otros, sin que la mayoría sepa por qué lo agreden o por qué no se les permite subir la escalera. Aunque llegue el momento en que sustituyamos a todos los monos y no hayamos mojado a ninguno con agua fría, su comportamiento será el mismo, pues, aunque no entienden por qué, saben que así es como siempre se ha hecho y han convertido esta conducta en una norma establecida.

Finalmente, ningún mono volverá a acercarse a la escalera para tratar de alcanzar el plátano. ¿Por qué? Porque lo poco que saben es que las cosas siempre han sido de esa manera. Así sucede con nuestros «valores» culturales. Así comienzan los prejuicios y conceptos ajenos al orden de las cosas, desligados de la inteligencia, el análisis y la realidad.

Aunque los prejuicios nos ayudan a procesar la información del día a día, quizá valdría la pena cuestionar algunos de nuestros dogmas y comportamientos sociales, como el sexismo, la homofobia, el racismo, el valor del dinero sobre todas las cosas, el usar corbata, etcétera.

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