Como ha sucedido en muchos otros momentos históricos, cada cierto tiempo llega la moda de las predicciones del fin del mundo. En la conciencia colectiva, las catástrofes naturales se unen a imágenes de arrepentimiento mientras suenan a lo lejos las trompetas del Juicio Final y los volcanes suelen ser protagonistas de estas construcciones apocalípticas.
La actividad sísmica reciente que se ha registrado en distintos países ayuda al crecimiento de estas fantasías, lo mismo que fenómenos volcánicos. No es extraño escuchar conversaciones sobre cómo la ira de la Tierra se manifiesta en los volcanes y los sismos.
Les compartimos la página de la NASA para que vean el video del Popocatépetl desde el espacio.
¿Qué sucede en realidad?
Antes de gastar nuestras fortunas o arrojarnos a los brazos del pánico, conviene averiguar a qué se deben estos fenómenos naturales.
La tectónica de placas es una teoría formulada a principios del siglo pasado por Alfred Wegener, que proporciona una explicación de la deriva continental. Es causada por las interacciones de las placas o láminas que conforman la fragmentada superficie terrestre a manera de un rompecabezas colosal.
Por otra parte, el vulcanismo es la manifestación de los procesos térmicos internos de un planeta o satélite a través de la emisión de productos sólidos, líquidos y gaseosos en su superficie.
Ambos fenómenos se relacionan, porque la dinámica de las piezas de este rompecabezas es el motor generador de la actividad volcánica de la Tierra. Si las placas fueran entidades estáticas, la deriva continental nunca habría sucedido, el mundo se vería tal y como en sus inicios y la historia de los seres vivos sería distinta.
Pueden revisar la página del Programa de Amenazas Sismológicas de la USGS.
Para saber más de este tema, lee el artículo “El fuego interior” de José Antonio Valverde en Algarabía 41, pp. 79-82.
Hora de opinar
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