Mary Shelley nació el 30 de agosto de 1797 en Somers Town, Londres, hija de una filósofa y escritora feminista y de un periodista y filósofo liberal —Mary Wollstonecraft y William Godwin—.
Mary tenía 11 días de nacida cuando su madre murió, por lo que fue su padre quien se encargó de darle una amplia educación y una formación política inclinada a lo liberal.
Mary conoció a Percy Bysshe Shelley a los 17 años de edad —él tenía 22 y estaba casado—. El padre de Mary desaprobó la relación, por lo cual tenían que encontrarse a escondidas en la tumba de la madre de Mary. Valiente e imperiosa, decidió huir con su amado a Francia y luego a Suiza. Ambos escribían para ganarse la vida, pero el sueño se diluyó con los problemas económicos y el embarazo no previsto de Mary, los obligó a volver a casa, sin embargo no recibieron el apoyo que esperaban y las cosas se complicaron, pues Percy tenía que abandonarla por periodos cortos y continuos para evadir a los cobradores. Mary tuvo que tolerar de buena gana el nacimiento del hijo de Percy con su esposa Harriet, así como los constantes coqueteos con Claire Clairmont «media hermana de Mary». Se consolaba con las visitas de su amigo Hogg, pero ni eso fue suficiente cuando su hija prematura murió a los pocos días de haber nacido.
La noticia del suicidio de la esposa de Percy trajo felicidad para Mary, pues finalmente podrían contraer nupcias. El matrimonio tenía como finalidad primordial conseguir la custodia de los hijos de Percy, aunque fue en vano cuando los tribunales decidieron que los niños debían ser entregados a padres adoptivos.
La pareja pasó un tiempo en Ginebra con Lord Byron, quien le sugirió a Mary que escribiera «un cuento de terror». Mary siguió su consejo y lo que empezó siendo un cuento, se convirtió en la exitosa novela Frankenstein, que Mary consiguió publicar a los 21 años. Hasta nuestros días, se siguen haciendo adaptaciones de esta novela, las que han sido llevadas al teatro, al cine y la televisión en numerosas ocasiones.
Junto con Percy tuvo una vida llena de altibajos, pues fueron una pareja nómada e inestable. Tuvieron 3 hijos más —William, Clara y Percy Florence—, de los cuales sólo sobrevivió el último. Como era una mujer liberal, toleraba los amoríos de su esposo y ella misma se vio involucrada en múltiples encuentros fugaces, tanto con hombres como con mujeres. Enviudó a los 25 años, cuando su esposo se ahogó en un viaje en velero. Se podría decir que los momentos de más dolor en su vida fueron también los más fructíferos en su carrera como escritora.
Durante sus últimos años, la escritora sufrió de dolores de cabeza y ataques de parálisis en distintos lugares de su cuerpo que le imposibilitaban, en ocasiones, leer o escribir. Murió en febrero de 1851 a la edad de 53 años y su deceso se atribuyó a un tumor cerebral. Mary había pedido que la enterraran con sus padres, pero su hijo consideró que el lugar donde estaban se encontraba en «terribles condiciones», así que los abuelos fueron exhumados y enterrados junto a Mary en la iglesia de San Pedro en Bournemouth, en Inglaterra.
Mary Shelley fue una rebelde de su época; una viajera, ensayista, novelista y narradora que nos regaló a Frankenstein, uno de los personajes más tiernos y reconocidos de la cultura popular.
Algunas de sus obras
Frankenstein o el Moderno Prometeo (1818)
Mathilda (1819)
Valperga (1823)
El último hombre (1826)
Lodore (1835)