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Una «aventura» de Sigmund Freud

El chisme de hoy le atañe a uno de los médicos más prestigiados de Viena, el doctor Sigmund Freud, quien trata a sus pacientes —aquejados con problemas mentales— con una nueva técnica de su propia creación llamada psicoanálisis.

Pequeñuelos míos, una vez más, como todas las semanas, me invade la consternación, pues me toca enterarme de cada cosa…

Viena, Austria, agosto de 1898

El chisme de hoy le atañe a uno de los médicos más prestigiados de Viena, el doctor Sigmund Freud, quien trata a sus pacientes —aquejados con problemas mentales— con una nueva técnica de su propia creación llamada psicoanálisis. Me han contado que los hace recostarse en un diván, ellos le cuentan sus vidas con pelos y señales y él siempre descubre que sus males se deben a traumas de la niñez relacionados con ¡cuestiones sexuales!
Pero no voy a seguir hablando de las intimidades de los pacientes de Freud, sino de un rumorcillo que me llegó desde los Alpes Suizos. Un amigo mío enfermó de catarro y para que no se le convierta en pulmonía cuata se fue a reponer a un bello hotel llamado Schweizerhaus, ubicado en la localidad de Maloja, en la Suiza Oriental. Cuál sería la sorpresa de mi amigo al ver salir a Freud del mismo hotel tomando a una dama del brazo. Aún dudando si se trataba del prestigioso doctor, mi amigo —discretamente, por supuesto— revisó el registro de huéspedes y, efectivamente, ahí estaba: «Dr. Freud y señora».
Hasta ahora todo parece normal, don Sigmund, de 44 años, se tomó una quincena de vacaciones para respirar el sano ambiente de los Alpes. Pero —y aquí viene lo bueno— la mujer que lo acompaña ¡no es su cónyuge! y esto no es lo peor. Al parecer, se trata de ¡su cuñada Minna Bernays, hermana de su esposa Martha!
Y pensar que hace un par de días estuve en una reunión aquí en Viena a la que también asistió Marthita y nos presumió una postal de su «adorable» marido, donde le cuenta que los Alpes son muy bellos, que sus lagos son espléndidos y sus bosques incomparables. ¡Habrase visto tamaño cinismo! Quién sabe desde cuándo le estará poniendo el cuerno con la hermanita. ¡Qué sofoco, mejor me despido! Au revoir!


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