El primer manifiesto futurista proclamado por el pensador, poeta y editor italiano Filippo Tommaso Marinetti, se considera también la primera obra futurista.
Ser comprendidos no es necesario.
Manifiesto Técnico de la Literatura Futurista, 11 de mayo de 1912
Mientras en París el retrato de Gertrude Stein (1906), de Pablo Picasso, marcaba la transición de la llamada «época rosa» hacia el cubismo,1 en Italia se gestaba otra vanguardia artística: el futurismo, un proceso concreto de protesta contra el romanticismo precedente y contra todo valor legitimado hasta entonces como «civilizatorio».
París, 1909
Cuando, un 20 de febrero, se publicó en el diario Le Figaro el Primer Manifiesto Futurista, no existía aún ninguna otra obra que hubiera surgido de este movimiento; así que dicho manifiesto, proclamado por el pensador, poeta y editor italiano Filippo Tommaso Marinetti, se considera también la primera obra futurista.
La gran cantidad de manifiestos futuristas —todos ellos, italianos— revela su carácter militante, revolucionario y de ruptura, al proponer un nuevo ideal de «belleza» basado en la exaltación de las máquinas, el movimiento, el desprecio por la mujer, el amor al peligro, la energía y la temeridad: «¡Erguidos en la cima del mundo, nosotros lanzamos, una vez más, nuestro reto a las estrellas!» —rezaba el último párrafo de su primer manifiesto.
Ya no hay belleza si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra de arte.
Primer manifiesto futurista
Insatisfechos con la producción artística conocida hasta entonces —que juzgaban irracional, anacrónica y, en el caso del Italia, mediocre—, los futuristas estuvieron dispuestos a subvertir por completo el orden tradicional. «La ingente transformación tecnológica que está ocurriendo en la edad contemporánea debe encontrar sus necesarios equivalentes en todos los demás sectores, comenzando por el arte; ésta es la esencia de la enseñanza futurista» —señalaría el crítico de arte Renato Barilli, en un análisis posterior.
Así, el futurismo empezó con un discurso literario e inspiró también a la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, el cine y la fotografía, y terminó por convertirse en una ideología, que los llevó incluso a formar su propio partido político, el Partido Futurista Italiano.
Como la proclama y el panfleto fueron para ellos un arma constante —a veces más importante que la propia obra artística —, los futuristas reclamaban que el arte se discutiera: no habría proclama sin obras, ni obras sin protesta, y así, sobre la torre del reloj de la Plaza de San Marcos de Venecia —símbolo del romanticismo que despreciaban—, los futuristas llegaron a lanzar mil folletos que instaban a la población a destruir su ciudad y las islas circundantes.
Palabras en libertad
Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
Primer manifiesto futurista
Aunque Marinetti se había recibido como abogado, su experiencia como poeta y editor tuvo gran incidencia en su propuesta sobre la expresión literaria. Por un lado, en el plano del lenguaje, proponía revolucionar las técnicas consagradas e implementar un sistema de «palabras en libertad», capaz de traducir los mecanismos psíquicos y simbólicos: un sistema inmune a las «ataduras» de las normas sintácticas y de puntuación, en el que se abolieran los verbos, adjetivos y sujetos, y se integraran notaciones matemáticas en el afán de rescatar la esencia intuitiva más allá de la lógica.
1. El cubismo (París, 1907-1914), mediante su multiplicidad de visiones simultáneas, sus planos únicos y descomposición de visiones en facetas geométricas, evidenció una ruptura definitiva con el arte tradicional.
Conoce más sobre el futurismo en Algarabía 98: Futurología y visiones del futuro.