Alicia ya había comenzado a sentirse disgustada de permanecer tan largo rato junto a su hermana y sin hacer nada; un par de veces se había asomado por encima del hombro de ella para ver lo que estaba leyendo; pero el libro no tenía ilustraciones ni diálogos. «¿De qué sirve un libro -pensaba Alicia- sin ilustraciones ni diálogos?»
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas