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nadería, bicoca, nimiedad, banalidad

La banalidad de algunas personas es increíble.

Cuántas veces nos hemos topado con personas o circunstancias que nos hacen pensar en el valor desmedido que se da a ciertas cosas, muchas veces hasta queremos gritar al mundo lo insulsas que nos parecen. Por ejemplo, puede parecernos muy tonto que alguien gaste una fortuna en una colección de tarjetas de jugadores de futbol, que alguien se enoje porque no le pusieron crema a su tostada, que nuestro pioresnada se encabrite porque ya no lo vemos tan seguido o que un niño pegue un berrinche porque sus padres no le compraron el enésimo globo.

Para todas estas situaciones sin importancia hay una palabra específica que podría adecuarse, lea y sabrá:

nadería. Proviene dela raíz nada —forma femenina en latín natus/-a/-um, ‘nacido’, ‘originado’, aunque posteriormente evolucionó por analogía con nati y adquirió un carácter negativo— y el sufijo –ería, designado para formar sustantivos femeninos con significado de acción o expresión de lo que indica la raíz, pero enfatizando su sentido despectivo. Este término se emplea para designar a un objeto o una situación que no es relevante o carece de valor.

—Marcela estuvo ahorrando todo el año para comprarse esa nadería.

bicoca. Esta palabra proviene de una batalla que el emperador español Carlos V tuvo contra las tropas francesas de Francisco I en un antiguo condado de Milán, llamado Biccoca. La victoria para los españoles fue muy sencilla, debido al uso de arcabuces —arma parecida al fusil—. Por esta razón, el término pasó a los diccionarios como sinónimo de algo que puede obtenerse sin ningún esfuerzo. En México, por etimología popular, a veces la gente se confunde y dice «vil coca».

—Paquito se fue a Europa con todo y chofer, y le salió en una bicoca.

nimiedad. Término que deriva del latín nimietas, -atis, y éste de nimius —grande, exagerado, abundante en exceso—. Aunque etimológicamente se refiera a algo que tiene valor, comúnmente se emplea para definir algo que es pequeño, escaso o insignificante.

—Ya me harté de mi novio Ponciano; siempre hace dramas por nimiedades.

banalidad. Esta palabra proviene del adjetivo francés banal, muy empleado en el siglo XIII para referirse a todo aquello que le perteneciera al señor feudal, y también a los objetos de uso común entre los integrantes de un pueblo como los lavaderos o los hornos. Actualmente se emplea como un adjetivo que define cierta actitud o situaciones poco importantes y superficiales.

—Sigue con tus banalidades y ninguna chica te va a tomar en serio, Ramiro.

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