Muchos de los grandes descubrimientos que han demarcado el curso de la vida, han sido hallados gracias a la curiosidad del ser humano. Sin Isaac Newton y la manzana, no comprenderíamos la ley de la gravedad; de la misma manera que desconoceríamos los conceptos de volumen y densidad de los cuerpos si Arquímedes no se hubiese metido a la bañera.
Estos pequeños chispazos de ingenio hoy se ven reflejados en la cotidianidad. Como, por ejemplo, la cinematografía, la cual nació gracias Eadweard Muybridge: un fotógrafo que se dio a la tarea de analizar cómo era el movimiento de los caballos al correr. Para resolver su cuestionamiento, localizó una serie de cámaras de tal manera que, sin saberlo, estaba creando el primer acercamiento del hombre al séptimo arte.
Celularmente hablando
Casi un siglo y medio después, la proeza de Muybridge continua siendo parte de los avances tecnológicos. De acuerdo con el portal Nature, un fragmento de su serie Human and Animal Locomotion fue decodificado en células humanas, convirtiéndose en el ejemplo más asombroso del potencial genómico.
El experimento fue realizado en la Universidad de Harvard, por un grupo de genetistas que le asignaron a cada pixel de la película en blanco y negro un código de ADN basado en sus sombras de gris. Así, los investigadores obtuvieron una secuencia de moléculas de ADN que representaba la totalidad del clip.
Mecanismo microscópico
Resulta una verdadera locura imaginar el proceso a través del cual se llevó a cabo el experimento. Para comprender esta hazaña hay que tomar en cuenta una pieza clave: las CRISPR-Cas —siglas en inglés de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas—, una herramienta molecular cuya función es editar o corregir el genoma de cualquier célula.
Estas repeticiones cortas de secuencias de bases, al entrar en contacto con la proteína Cas unida al ARN, poseen la capacidad de inactivar los virus que ingresen a la bacteria con el propósito de tomar el control de la maquinaria de las células; además, integran el ARN del virus al conjunto de secuencias CRISPR para poder combatirlo nuevamente si fuera necesario.
De esta manera, los genetistas de Harvard aprovecharon el sistema inmune CRISPR-Cas debido a la facilidad con la que altera el genoma humano. El procedimiento consistió en introducir el ADN en la bacteria E. coli —que se encuentra en el tracto intestinal— con la frecuencia de un fotograma a la vez durante cinco días.
La utopía del proceso inverso
Al observar el comportamiento de las células durante este procedimiento, los científicos encontraron una nueva esperanza, pues durante la década de los ochenta se pronosticó que una hazaña así sería posible solamente seis décadas en el futuro, mas los resultados de la investigación probaron lo contrario.
Después de dar a conocer este experimento, los investigadores manifestaron que el verdadero reto es realizarlo de manera inversa: su objetivo es que cada una de las células de las neuronas presentes en el cerebro sea diseñada como un dispositivo de grabación individual para así poder tener un registro de su actividad dentro de este órgano.
Así, al realizar esta «película de las células» los doctores podrían extraer la bacteria para proyectar todo lo que recolecte y de esta manera conocer cuál es el origen de las enfermedades. Dado que el cerebro humano posee aproximadamente 86 mil millones de neuronas, comprender su funcionamiento continúa siendo el enigma más grande que aflige a la humanidad.