El territorio que ocupa actualmente Liberia fue descubierto en el siglo XV por navegantes portugueses; luego fue invadido por otros grupos europeos, quienes extrajeron a personas para venderlas como esclavos en las colonias de América.
Le falta un poco de «Libertad»
Liberia fue la primera colonia estadounidense en África; llamada en un principio Monrovia, fue adquirida en 1822 a los británicos para que los esclavos liberados de los EE.UU. tuvieran un hogar. Este plan fue llevado a cabo por la Sociedad Americana de Colonización, organismo que defendía la idea de que se debía reubicar a los antiguos esclavos para evitar los problemas debido a la «incompatibilidad cultural».
A lo largo de cuatro décadas se establecieron en dicha colonia más de 12 mil personas —unas voluntariamente, otras a la fuerza—. En 1847 se independizó con el apoyo de los EE.UU. —a pesar de la negativa de la Gran Bretaña—, convirtiéndose así en la libre e independiente República de Liberia. Para conseguir su estabilidad económica, cedió el derecho de explotación de sus recursos naturales a empresas estadounidenses, como por ejemplo, Firestone.
No salió el «bisne»
Los descendientes de esclavos estadounidenses y angloparlantes sólo conformaban 5% de la población, pero siempre fueron la clase gobernante entre las 16 distintas etnias habitantes de Liberia. Un mismo partido gobernó desde 1847 hasta 1980, cuando hubo un golpe de estado a manos del sargento Samuel K. Doe, lo cual significó el fin del gobierno de William Tolbert y del sistema político más estable de África —y el más cercano al modelo estadounidense—. El hecho de que los EE.UU. —con intereses comerciales en el hierro y el caucho— no hubieran previsto el golpe, provocó asombro.
De 1989 a 2003 Liberia pasó por un largo periodo de rebelión y guerra civil, hasta que por fin se realizaron elecciones en 2005 y 2011. Debido a esta etapa oscura el país sigue hundido en la pobreza, el desempleo, el tráfico de drogas, el mercado negro de diamantes y la enfermedad.
Su moneda es el dólar liberiano y el idioma oficial es el inglés, aunque sólo 15% de la población lo habla; existen en este territorio más de 20 lenguas indígenas, de entre las que destacan el bassa, el vai y el kpelle.
Mariela Ortiz es una comunicóloga que, además de escribir, disfruta de viajar, conocer otras culturas y enterarse de lo que pasa al otro lado del mundo, aunque a veces las historias sean más amargas y menos esperanzadoras.