Al contrario de lo que dice la historia, la civilización no comenzó con el fuego, la rueda o la escritura, sino el día en que el hombre se pudo deshacer de sus heces para no verlas más. Esta necesidad ha acompañado siempre al hombre y para satisfacerla se ha valido de su imaginación, inventando todo tipo de artefactos y sistemas, el mejor, es el baño.
Cuando el hombre era nómada «se hacía» donde el aparato digestivo se lo demandaba. Luego, cuando se volvió sedentario se encontró con la necesidad de encontrar un lugar en el cual pudiera deshacerse de sus excreciones que estuviera tan cerca como para que fuera cómodo, accesible y práctico, pero lo suficientemente lejano para no padecer sus olores fétidos y su presencia incómoda.
Una de las primeras civilizaciones en dotarse de un sistema de eliminación de heces fue la cretense que, allá por el año2000 a.C., diseñó un sistema a base de agua corriente y primitivos drenajes.
Te recomendamos leer: La historia del sándwich
Sin embargo, durante los siguientes 3,500 años no se nos ocurrió otra cosa que la letrina, que consiste en un asiento con un hoyo que da a una fosa profunda hecha en la tierra a la que se le agrega cal para degradar lo ahí depositado; ésta se construye fuera de las casas y lo más alejada posible para sólo padecer los olores cuando se hace uso de ella. Así que en estos recintos es imposible permanecer más de lo necesario y obviamente en ellos ni siquiera se puede leer Algarabía. Lo más increíble es que aún en nuestros días se sigan usando no sólo en las zonas rurales, sino también en las urbanas.
Tampoco tuvimos otra idea más genial que las diferentes versiones de la bacinica —con silla integrada o sin ella, con tapa, fabricada en oro, hecha de madera, de piedra, de cerámica, etcétera. Cuando las ciudades no tenían drenaje ni agua corriente, la gente defecaba y orinaba en ella y al grito de ¡aguas! arrojaba a la calle sus desperdicios. Recordemos que nuestros abuelos o bisabuelos aún tenían una bacinica debajo de su cama, ya que en las casas de esos tiempos había un solo baño lejos de la recámara, por lo que salir en la noche era menos que impensable.
Uno de los primeros modelos de inodoro —por decirle de alguna manera— era una versión de la letrina, que en vez de desembocar hacia un hoyo en la tierra, lo hacía en un canal con agua corriente como en los baños del convento de los monjes carmelitas del Desierto de los Leones.
Fue en 1596 en la Inglaterra de Isabel I cuando su ahijado Sir John Harrington —que además era poeta— inventó el primer inodoro, un artefacto que a través de un tanque de agua, una válvula de descarga, un asiento y un desfogue al drenaje conseguía confinar los olores y llevarse las heces. El primer inodoro fue construido e instalado en el palacio de Richmond para el uso exclusivo de su madrina, quien se negó a darle la patente por considerar que se trataba de un invento «indigno de un noble». Pero la verdad de las cosas es que para que prosperara dicho invento la Reina hubiera tenido que construir una red de drenaje en Londres, algo poco menos que imposible en esa época.
También lee: Incróspido
El inodoro que conocemos actualmente es una versión sofisticada y depurada del de Sir John Harrington, quien bautizó su invento como Ajax, aunque en realidad tiene una gran cantidad de apelativos: muchas personas lo conocen como WC, apelando al sistema de la trampa de agua —water closet—,otras como inodoro—denotando su antiaromático objetivo—; los españoles lo llaman retrete —una palabra de origen provenzal— y los ingleses lo llaman coloquialmente John en honor a su inventor.
La primera patente del retrete fue inglesa y sele otorgó a Alexander Cummings en 1775,quien lo empezó a comercializar. La primera generación de inodoros estaba cargada de decoraciones y adornos que eran parecidos a los de las vajillas, los que hacían del mismo una pieza de auténtico lujo. Poco después Thomas Crapper mejoró e industrializó los excusados y entre 1861y 1904 registró nueve patentes relacionadas con el artefacto.
Arturo de Quevedo Martínez es ingeniero civil aficionado a la arqueología urbana. Se ha dedicado a estudiar los drenajes delas ciudades del mundo antiguo, especialmente de sitios tan ilustres como Roma, Estambul y Lothal en India. Afirma que la escatología debe ser considerada una ciencia.