Apéndices dolorosos
En ese entonces yo no sabía que al menos 90% de las personas con miembros amputados —de las que hay millones en todo el mundo— han experimentado un «miembro fantasma»;2 es decir, una sensación extraña y errática de que la parte del cuerpo amputada aún sigue ahí. En algunos casos sienten que se mueve, en otros que no se puede mover. Esos apéndices fantasma suelen definirse como una sensación de hormigueo que se extiende por toda la extremidad o miembro en cuestión y lo reconstruye, sobre todo a través del dolor. A veces esta sensación puede perdurar por años.
Aunque los científicos aún están tratando de dilucidar cuál es la base biológica de esto, las investigaciones más recientes sugieren que no se trata de signos neuronales erróneos que emanan del muñón del miembro amputado, sino más bien de la actividad de redes neuronales a lo largo de todo el cerebro, mismas que permiten al paciente crear una imagen anatómica. Los estudios de estas representaciones cerebrales y de sus modificaciones después de la amputación han llevado a encontrar nuevas terapias experimentales para este síndrome.
Los científicos, los médicos y hasta la gente del pueblo han conocido este fenómeno desde hace siglos. En la Edad Media, el folclor europeo celebraba la milagrosa restauración de la sensibilidad de los miembros amputados de los soldados. En el siglo III, los gemelos Cosme y Damián practicaron la medicina gratuitamente y se dice que alguna vez intentaron restaurar miembros amputados; estos gemelos fueron canonizados por la Iglesia Católica y quienes se encomendaban a ellos decían recobrar la sensibilidad de su parte amputada. Más tarde, en el siglo VI, el cirujano Ambroise Paré —que mejoró las técnicas de amputación— reportó muchos casos de «miembros fantasma» en soldados de campos de batalla europeos.
El neurólogo estadounidense Silas Weir Mitchell, en 1872, acuñó el término «miembro fantasma» para describir las sensaciones de los soldados con miembros mutilados durante la Guerra de Secesión. Desde entonces se han escrito cientos de artículos sobre estos casos, revelando diversas manifestaciones del fenómeno. En muchos casos se habla de que cuando hay un gran dolor antes de la amputación del miembro —ya sea por una fractura severa, por una llaga, por quemadura o por gangrena— hay mayores probabilidades de desarrollar dolor y la sensación del «miembro fantasma» después de la amputación.
Más de 70% de los pacientes siente dolor inmediatamente después de la cirugía y, como ya se dijo, en muchos casos el dolor persiste por varios años. Los «miembros fantasma», gran cantidad de veces, desarrollan los llamados «movimientos fantasma». Algunos pacientes juran sentir que su pierna está «tratando de levantarse de la cama para caminar por el cuarto». En un tercio de los afectados, el miembro ausente se siente completamente paralizado, como si estuviera dentro de un cubo de hielo, atado, torcido o volteado.
Hoy en día los investigadores saben que esta sensación puede experimentarse en cualquier parte que haya sido extirpada, no sólo en los brazos y en las piernas; la gente que ha perdido sus senos, sus dientes, sus genitales e, incluso, sus órganos internos la ha experimentado también —por ejemplo, muchas mujeres afirman tener cólicos menstruales después de una histerectomia.4
Este tipo de dolor puede ser emocionalmente muy desgastante: quienes lo sufren se niegan a usar una prótesis, y son menos cuidadosos consigo mismos, no sociabilizan ni hacen otras actividades. Desafortunadamente, sólo una pequeña parte de ellos encuentra alivio en las terapias.
La culpa es del cerebro
Aun después de varias décadas, los científicos no han podido dar con los orígenes biológicos de esta ilusión tan desconcertante. Una primera noción, ofrecida por Patrick Wall, del University College London, hablaba de fibras neuronales severamente dañadas en el muñón que, al formar nódulos o neuromas, mandaban señales erróneas a la columna vertebral que se malinterpretaban como sensación de comezón y dolor en la extremidad ausente.
Sin embargo, incluso cuando los doctores intentaron tratar el problema cortando los nervios que van a la columna vertebral y removiendo las partes receptoras del cerebro, el fantasma persistía. Por ello ahora se ha descartado la idea de que los problemas de los nervios periféricos sean causantes de este síndrome.
A finales de los años 80 del siglo pasado, el psicólogo Ronald Melzack de la Universidad McGill y sus colegas propusieron que estas partes ilusorias surgen, en cierta medida, de la actividad neuronal; esta visión hace eco a lo que el naturalista británico Erasmus Darwin —abuelo de Charles Darwin— alguna vez postuló allá en el siglo XVIII: «Parece quedar claro que ese fenómeno del fantasma indica que nuestras ideas y sensaciones surgen del cerebro y no de nuestros nervios táctiles».
Desde el punto de vista de Melzack, el cerebro no sólo detecta señales nerviosas del cuerpo sino que crea su propia forma neural que lo representa en su estado intacto; esta forma o imagen se inscribe en la psique de tal manera que el sentido de nuestro cuerpo y sus partes, persiste aún después de que una de ellas ha sido extirpada, haciéndole creer a la mente que todavía está ahí.
1 Tomado del artículo «Living with Ghostly Limbs», publicado en Scientific American Mind, vol. 18, núm 6, diciembre 2007-enero 2008. Traducido por María del Pilar Montes de Oca Sicilia.
2 Traducción libre de la expresión en inglés «ghostly limb».
3 v. Algarabía 51, noviembre 2008, IDEAS: «A cada uno su síndrome i»; pp. 31-35, y Algarabía 52, diciembre 2008, IDEAS: «A cada uno su síndrome i i»; pp. 28-33.
4 Extirpación del útero.
Miguel Nicolelis es médico por la Universidad de São Paulo y se doctoró en el Instituto de Ciencias Médicas de la misma casa de estudios. La revista Science lo consideró uno de los cien científicos más influyentes de 2004, por sus estudios de neurobiología en simios.