Uno de los peores complejos que tenemos los mexicanos frente a lo extranjero —debido a ese mal del malinchismo que tanto sufrimos— es pensar que los españoles y otros hispanohablantes hablan mejor que nosotros. Siempre pensamos que nosotros hablamos mal, y aquellos otros bien o mejor. No entendemos eso de que no hay lenguas mejores ni peores y, por lo tanto, tampoco formas de hablar mejores o peores. La lengua es el instrumento que nos sirve para significar y comunicarnos; todos los seres humanos hablamos bien donde nos pongan y los diccionarios sólo ¿deberían? servir para consignar palabras que usamos y la forma «convencional» en que deben ser escritas.
Una de las muestras de esta falta de comprensión de la lengua y sus hablantes está en seguir las reglas de la RAE consignadas en su diccionario. No acabamos de asimilar que ese diccionario está hecho por hablantes de la Península Ibérica que hablan —y muchas veces escriben— de forma diferente a la nuestra.
Es el caso de los anglicismos en donde esto se nota más, porque cada comunidad lingüística los castellaniza y los pronuncia de forma distinta:
Algo parecido pasa con las palabras futbol, beisbol y video, las dos primeras del inglés football, ‘balónpie’ y baseball, ‘pelota de base’; la última del latín video, ‘yo veo’ —primera persona del singular del verbo ver—, que los españoles —y otros hispanohablantes también, como los argentinos y uruguayos— pronuncian como graves y por lo tanto las acentúan: fútbol, béisbol y vídeo, mientras que los mexicanos las pronunciamos como agudas, por lo tanto no llevan acento y mucho menos tilde. Se escriben: futbol, beisbol y video.
Así pues, como mexicanos, antes de poner tildes sin ton ni son, sólo porque así lo dice un diccionario de Ultramar, pensemos.
