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«Echarle margaritas a los cerdos»

¿Qué se esconde detrás de tan curiosa frase?

Como es bien sabido, esta frase se usa cuando se destinan objetos muy valiosos o se practican acciones generosas con personas que no saben apreciarlas en su justo valor. La expresión procede del Evangelio de San Mateo 7:6, donde se dice que Jesucristo la usó en el sermón de la montaña:

«Noite dare sactum canibus neque mittatis margaritas vestras ante porcos, ne forte conculcent eas pedibus suis et conversi dirumpant vos».

Mucha gente se sorprende hoy de que una flor bella, pero humilde, como la margarita, se considerara de tanto valor como para ponerla al nivel tanto de las perlas como de las cosas santas. Pero lo que posiblemente esa gente no sabe —y que nosotros acabamos de descubrir— es que la palabra margarita viene del griego μαργαριτης, /margarítes/, cuyo significado es «perlas», razón por la cual el latín vulgar la usó para nombrar a la flor y a la joya. De hecho, una de las acepciones de margarita en el DRAE es la de «perla de los moluscos». Esto ya aparece en el Tesoro de la lengua castellana (1611) de Sebastián Covarrubias, que explica que perla es «la margarita o unión preciosa que a fin de adornar con ella los cuellos y las orejas de las mujeres, hace entrar a los hombres en lo profundo del mar a pescarlas, y no sin gran peligro». Incluso, para los franceses, la palabra marguerite significaba «perla», además de «flor».

Por cierto, ¿no ha escuchado últimamente en la radio una popular canción que justamente retoma el sentido primigenio de la expresión «echar margaritas a los cerdos»?:

«No puedo pedir que el invierno perdone a un rosal.
No puedo pedir a los olmos que entreguen peras.
No puedo pedirle lo eterno a un simple mortal
y andar arrojando a los cerdos miles de perlas
».

En cuanto a la palabra margaritomancia —que no viene en el DRAE—, se refiere a una forma de adivinación que se practica por medio de una perla fina después de haberla sometido a ritos de encantamiento para darle vida. Y, para quitarle la duda sobre su origen, le contamos que Marianne Verneuil sostiene, en su Dictionnaire Pratique des Sciences Occultes, que la margaritomancia tiene su origen en Persia y Arabia

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