Algo que define la manera en que funcionan las sociedades es la brecha generacional que se marca a través de los cambios políticos y sociales propios de cada sociedad. La razón por la que tu ideología es radicalmente distinta a la de tus padres, abuelos o hijos está ligada a estos movimientos y rupturas que, sin excepción, se generan todo el tiempo en todo el mundo.
Durante el siglo XX, ocurrió una de las mayores fracturas sociales a nivel global: la revolución cultural, que se generó a mediados de siglo y que demarcó un cambió entre las generaciones que nacieron antes de 1925 y las que nacieron después de 1950. Este hecho trajo consigo cambios insoslayables que afectaron de manera significativa, no sólo los modos de vida y las costumbres, sino que rompió paradigmas morales, sociales e institucionales.
El artífice de esta reinvención ideológica fue la juventud, pues el profundo distanciamiento con sus padres y abuelos se debía a la dificultad de comprensión entre una generación y otra, pues mientras sus mayores habían experimentado conflictos sociales de gravedad como las guerras, los jóvenes eran incapaces de comprender las implicaciones y efectos al haber nacido en un mundo de posguerra.
En este artículo desmenuzamos las implicaciones sociales que definieron lo que hoy conocemos como el rock, las drogas, la liberación sexual y la erradicación del patriarcado.
Ruptura de la familia nuclear
Durante la primera mitad del siglo XX —y los tiempos anteriores a éste—, había una ley muda que dictaba la superioridad del hombre sobre la mujer en el matrimonio, conocido como «patriarcalismo» y de los padres sobre los hijos. Sin embargo, con el estallido del avance tecnológico y la globalización exacerbada de la posguerra, los papeles se invirtieron: ahora los padres aprenden de los hijos, y los últimos ya no les temen a sus padres; su idea de familia sufrió una apertura donde la familia nuclear, que se conforma de padre, madre e hijos mutó en una paleta de posibilidades: madres o padres solteros, uniones de parejas del mismo sexo, adopción, familias separadas o divorciadas.
La familia nuclear chocaba con el individualismo burgués que se erigía con más fuerza cada vez.
Los números no mienten: En Inglaterra y Gales, durante los treinta había un divorcio por cada 58 bodas, pero en los ochenta, había uno por cada 2.2 bodas. En Estados Unidos las familias tradicionales cayeron de 44 por cada 100 hogares al 29 por cada 100 entre 1960 y 1980.
Además del sentimiento cada vez más creciente de negación hacia las instituciones sociales, la oposición ante la iglesia por parte de la sociedad incrementó debido a la legalización del divorcio en Italia en la década de los setenta, un acto especialmente significativo por la presencia del Vaticano dentro del país, ciudad en donde radica el papa.
Las instituciones afectadas por el nuevo individualismo moral fueron la familia tradicional y las iglesias de occidente, e
n ese sentido, el repudio hacia la iglesia católica se intensificó después de darse a conocer el primer caso de abuso sexual infantil de parte de un sacerdote, reportado en 1985, el padre Gilbert Gauthe de Louisiana admitió haber abusado de 37 niños. Siete años después, en octubre de 1992, Sinead O’Connor se manifestó en una transmisión en vivo de Saturday Night Life de la NBC, al sorprender a la audiencia y a los productores del programa rompiendo una foto del papa Juan Pablo II al terminar de interpretar “War” de Bob Marley, la cantante irlandesa expresó que este acto era una respuesta al repudio contra la iglesia católica, que encubrió cientos de casos de abuso infantil en Irlanda durante los años ochenta y noventa.
La mujer, el sexo y la drogas
De ser un tabú altamente condenado por la sociedad, el control natal se normalizó a través de una práctica más libre de los abortos y las pastillas anticonceptivas. La justificación de la reforma en favor del aborto surgió del derecho a escoger el destino individual de cada persona y la venta de anticonceptivos; el auge de información en torno los métodos de control de la natalidad aumentó mundialmente durante los setenta.
El papel de la mujer en la sociedad se fue transformando gracias a dos factores: la liberación sexual y la apertura de trabajos en tiendas y oficinas, lo que provocó que se abriera una nueva brecha en la industria mercantil: blusas, faldas, cosméticos y discos se convirtieron en objetos de deseo entre las jóvenes, cuya mentalidad abocada a la familia y al hogar se transformó en una encauzada a la independencia y el progreso intelectual.
La percepción de la orientación y libertad sexual se amplió como una manera de resiliencia ante la opresión histórica a la comunidad homosexual; la juventud tomó las riendas de a la necesaria libertad en torno a las relaciones humanas dentro de la sociedad, que, en ocasiones, se imponía a las antiguas convenciones y prohibiciones perpetradas por las generaciones anteriores, los cuales condenaban la libertad sexual femenina y las relaciones del mismo sexo como una falta grave a la moral. Tomando como ejemplo a Estados Unidos, que legalizó la sodomía en 1961, siendo Illinois el primer estado en permitir legalmente esa práctica.
Además de estos cambios, también se consolidó el mercado de la cocaína, con mayor prominencia en la clase media alta de Norteamérica así como en algunas zonas de Europa occidental transformando, por primera vez en la historia, un acto criminal en un negocio de alta importancia económica. El uso de las drogas nace de una necesidad de la juventud de vivir al máximo esa etapa de la vida, al contrario de sus padres, que la veían como un momento de transición hacia la adultez y las responsabilidades que eso conllevaba.
La juventud ya no representaba una fase preparatoria a la vida, sino la culminación de esta
La revolución cultural
Como respuesta a la apropiación social y cultural, la industria cinematográfica clásica como la época de oro del cine mexicano y el auge de la industria hollywoodense se vieron menoscabas con las frescas propuestas de la juventud. En el caso específico de México, en 1964 surgió la convocatoria al Primer Concurso de Cine Experimental impulsada por el estancamiento y parálisis creativo que permeaba en la industria mexicana. De este concurso resultó ganador el mediometraje titulado La fórmula secreta, de Rubén Gámez, la cual contó con la participación de Jaime Sabines y Juan Rulfo, cuyo estilo vislumbraba la molestia social y el realismo mágico.
La fórmula secreta, Rubén Gámez, México, 1964
En cuanto a la música, el rock fue el más prominente dentro de esta revolución. En los años cincuenta este género surgió del rythm and blues de las compañías de discos norteamericanas, que destinaban originalmente esta música a una sección marginada de Estados Unidos: la comunidad negra, pero el movimiento cultural llevó al rock a convertirse en un hito para la juventud blanca, que se reapropió de la ideología de este género y se popularizó su presencia en la radio y las disqueras de manera internacional entre el público de entre 14 y 25 años.
El cine subversivo, el rock, la caída de Hollywood y la popularización de los jeans se convirtieron en la marca distintiva de la juventud de mediados del siglo XX.
Se puede considerar entonces a la juventud como el eje rector de esta revolución cultural que se manifestó principalmente a través de su comportamiento y las costumbres, sobre todo en el modo de disponer del ocio. Incluso en la moda al vestir, era notorio un profundo cambio al adoptar los jeans , la música, la ropa e incluso el lenguaje de la clase baja urbana —tanto en hombres como mujeres— provocó que la alta costura parisina quebrara.
La juventud se opone
Al obtener una conciencia social propia, los jóvenes de mediados de siglo comenzaron a cuestionar la autoridad tanto de sus padres, como del gobierno. Lo que ocasionó una oleada de movimientos estudiantiles a lo largo del mundo. En donde destacan: el mayo parisino de 1968, que luchaba entre otras cosas por el ecologismo, la libertad sexual, la educación igualitaria y los derechos civiles; del otoño caliente italiano de 1969, en donde la clase obrera retomaba su lucha contra la burguesía, y, por supuesto, el movimiento civil mexicano de 1968, que comenzó en agosto y culminó el 2 de octubre con la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco cuando estudiantes y trabajadores se revelaban ante la realización de las Olimpiadas en el país.
Así como la generalización de establecer que la edad para votar se rebajara a los dieciocho años, los adolescentes entraron al mercado laboral desde la edad de catorce años, y de esta manera eran capaces de poseer un poder adquisitivo, lo cual les permitía tener completa libertad de decisiones y con esto llegó el fin simbólico de la familia tal y como se conocía.
FUENTES:
Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX : 1914-1991, México, D.F., 2014, 614 pp.
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