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Lo siniestro de Algarabía

Porque lo siniestro llegó a Algarabía de la mano del cine gore, la leyenda del snuff, la Deep Web, la literatura de Lovecraft.

Porque son siniestros el cine gore, la leyenda del snuff y cuanto se puede llegar a encontrar en la Deep Web; también lo son las sectas o cultos religiosos y las muchas muertes que han ocasionado; las más espeluznantes portadas de lp’s y palabras como coágulo, carcinoma, forúnculo y chancro, cuya sola pronunciación produce escalofríos.
Porque lo siniestro es lo contrario a lo diestro, pero también lo tenebroso, lo lúgubre, lóbrego e inusitado, cuanto causa inquietud, como la lieratura de Lovecraft, la silla eléctrica, la eugenesia, el caso del hombre que se comió 100 gatos en un año o los pa os diabólicos de Aleister Crowley.
Aquello que nos deja entrever la muerte también es siniestro: los solitarios que son encontrados muertos después de días o ¡incluso años!; las estadísticas sobre depresión y suicidio; los sepultados aún con vida; la absurda pena de muerte y los infames manicomios, como La Castañeda.
¡Ay nanita!, y pa’ acabarla de amolar, este número 166 trae otras cosas por demás escabrosas: las frases del chanchullo y la corrupción política; los lenguajes inversos y los lugares que, por su historia y sus características repugnantes, se consideran los más espantosos del mundo.
Lo dejo con esta ominosa —aunque no por ello menos interesante— Algarabía, queridísimo lector, pero no me hago responsable si le entra el Torschlusspanik o si le vienen a jalar los pies los espíritus chocarreros.

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