Nuestro mejor amigo y temible adversario, el cerebro tiene centros especializados, genes, neuronas y diferentes «trucos» enfocados en espantarnos y en administrar adrenalina: una sustancia que en algún momento puede, o nos ha dado, la oportunidad de sobrevivir. El miedo es un sentimiento que puede llegar a salvarnos, pero al dominar nuestra mente puede resultar contraproducente.
A continuación te traemos algunos de los datos insólitos, algunos espeluznantes, sobre cómo el miedo nace y se manifiesta en cada uno de nosotros –la información que aquí verás es como un cubetazo de agua fría que servirá para observarte la próxima vez que las rodillas te tiemblen y empieces a palidecer1.
10. Neuronas codificadas del miedo.
Cuando alguien se asusta de verdad, por algo real o que ocurra en su imaginación, y la víctima se encuentra dominada por los nervios, es posible que experimente algunos síntomas particulares: hiperventilación, inmovilidad o torpeza, toda reacción proviene directamente de una pequeñísima parte de nuestro cerebro.
La amígdala, tan pequeña como una nuez, sigue siendo un órgano misterioso y entrañable. Los ratones entrenados a espantarse por sonidos específicos –sonidos de descargas eléctricas— han revelado dos hechos acerca del centro cerebral del miedo: 1) no importa cuándo se realizara el estimulo del sonido, ellos reconocían perfectamente de qué se trataba y se congelaban al instante; 2) los investigadores han descubierto que ciertos grupos de neuronas dentro de la amígdala están conectadas –automatizadas– con recuerdos de la experiencia del miedo, que a partir de ellos se aprende y se archiva.
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Siguiendo esto, la mayoría de las veces que nuestro cerebro reconoce un caso/situación potencial de miedo, la amígdala toma control sobre nosotros, todo se suprime y el cerebro únicamente se enfoca en otorgarle la respuesta que considere más apropiada.
9. Realmente contagioso
Los animales tienen la capacidad de obtener mucha información por medio de los sentidos, los humanos no podemos equipararnos a ellos pero esa habilidad persiste en nosotros. Lo que percibe nuestro olfato no es directamente el sentimiento/emoción, sino una señal química –y debes saber que el miedo apesta.
Esta capacidad posiblemente explique porqué otros pueden ser afectados por el susto individual o porqué otras multitudes pueden asustarse y crear contingentes de pánico.
Un estudio indicó que al poner una película de terror a un grupo de personas –todos hombres– sólo la mitad de ellos demostraron sentir miedo al ver las repugnantes escenas. Por otro lado, a un grupo de mujeres a quienes también les fue expuesta la misma película dieron resultados diferentes, entre ellas había más tensión y mayor manifestación del miedo. Al final la investigación arrojó que el miedo dependía del grupo, de cuál era la sensación que predominaba en el ambiente entre las personas para que demostraran reacciones de alarma o disgusto.
Las mujeres indicaron ser un grupo de mayor sensibilidad y más receptivo en cuanto a las señales de emoción en oposición con el sexo contrario.
8. Puede ser hereditario.
De acuerdo con el experimento sobre los ratones de laboratorio, ellos están entrenados para asociar el olor del cerezo con las descargas eléctricas. De forma impresionante, sus crías, así como las crías de éstas, también mostraban un comportamiento cauteloso cuando percibían el aroma del cerezo, a pesar de que nunca fueron expuestos a las descargas eléctricas.
Estas conductas pueden estar relacionadas con la epigenética: un mecanismo que modifica el código genético, activa y desaparece ciertos genes dependiendo del ambiente o de la experiencia de un individual. Las dos generaciones continuas a los ratones expuestos a este estímulo tenían cambios notables en su estructura genética, sin embargo, desarrollaron respuestas interesantes al reconocer el olor, quizás porque esto les ayudaba a evitar aquello que sus parientes habían reconocido como una amenaza.
7. Centro de repuesto.
Debido a que el miedo es vital para sobrevivir, la naturaleza creó en el cerebro un centro especializado en administrar el miedo: la amígdala. Por mucho tiempo los investigadores sabían que cuando la amígdala sufre un daño, otra parte del cerebro – el núcleo del lecho en la estría terminal– se encarga de su trabajo.
Las ratas con leves daños en la amígdala, al ser sometidas a descargas eléctricas, se vieron obligadas a desarrollar una especie de miedo, justo como las ratas que tenían su estructura cerebral en perfecto estado. Pero aquellas que tenían un fuerte daño en la amígdala, además de mostrar fallas en el núcleo del lecho, fueron incapaces de percibir el peligro.
6. Marihuana en el cerebro.
Existen químicos en el cerebro llamados endocannabiniodes que pertenecen al mismo grupo que los cannabiniodes producidos por la marihuana. Los que son producidos por el cerebro, posiblemente existen para sobrescribir los malos recuerdos.
Pruebas realizadas en ratones –que también fueron sometidos a descargas eléctricas– determinaron que hay un circuito ubicado entre dos áreas del cerebro, ambas involucradas con la restricción de las emociones y la toma de decisiones. Cuando hay un incremento en la actividad de la amígdala y de la corteza pre frontal ventromedial, activada por los endocannabinoides, este circuito hace su aparición para ayudar con la formación de nuevos y seguros recuerdos. En las pruebas, a los ratones que recibieron más estímulos artificiales a este circuito, les fue más fácil superar sus miedos a diferentes cosas. Así que, gracias a estos químicos es que podemos sobrellevar traumas de vida y malos recuerdos, incluso llegar a bloquearlos y olvidarnos de ellos.
5. El antídoto, el amor.
Producida en un área –poco más pequeña que una canica– cerca de la base del cerebro llamada hipotálamo, la oxitocina es la responsable de otorgarles a las madres el coraje necesario para actuar en situaciones en las que otros se paralizarían del miedo. La naturaleza otorgó a las mujeres esta hormona para disminuir el miedo y el estrés de un evento. Durante la lactancia, el nivel de esta hormona se incrementa y es esencial para el vinculo entre madre e hijo.
La oxitocina es fundamental para sobrellevar las situaciones de miedo, así es que es que éstas aumentan el coraje y la velocidad de la madre para proteger a los infantes en una situación de peligro. Al haber una situación alarmante, la hormona es inyectada en la amígdala en cuestión de segundos, a través de células especiales lideradas desde el hipotálamo.
4. Distorsión de la realidad
Un estudio ha descubierto que el miedo puede exagerar una amenaza peor de lo que en realidad es. Cuando un individuo teme de algo en particular, arañas por ejemplo, suelen percibir el tamaño de las mismas mucho más grande y aterradoras.
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Pasa exactamente lo mismo con el calculo visual de la altura de alguien que le tiene miedo a las alturas. También aquellos que se aterrorizan de las pequeños espacios y estrechos, sufren una distorsión parecida; los claustrofóbicos tienden a exagerar las distancias horizontales, mientras que los acrofóbicos exageran lo vertical.
Durante la crisis de miedo, la amígdala adhiere memorias extras a las circunstancias presentes, y desde que una persona experimenta un recuerdo placentero, igual el tiempo parece transcurrir más lento.
3. El miedo se desvanece durante el sueño.
Ya para cambiarle un poco, investigadores electrocutaron humanos de prueba en lugar de ratones. Lo que hicieron fue soltarles la descarga a los voluntarios cada vez que ellos miraban particularmente a un rostro en una secuencia de imágenes. De acuerdo con el rostro y la descarga, los investigadores liberaron cierto olor para conectarlo con la experiencia desagradable de electrocutar. Los participantes en cuestión, cuando dormían y sin saberlo, inhalaban el olor sin la descarga eléctrica. Los escáneres del cerebro mostraban que las áreas involucradas con la memoria, se mantenían relajadas, y cuando era hora de despertar, los voluntarios no se mostraron tan preocupados por el rostro anterior.
Para probar si dormir solo es lo que propicia el efecto amortiguador, los voluntarios fueron enseñados a temer diferentes rostros, pero el olor único no fue liberado durante la siesta. A diferencia de la primera imagen, los participantes todavía temían la segunda cara hasta después de despertar, incluso un grupo se mantuvo despierto por el miedo causado.
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Por alguna razón, dormir crea una misterioso estado donde un estimulo –tal como el olor– lleva a un efecto desensibilizador.
2. El Gen del miedo.
Hay un gen llamado estamina, éste se encarga de dividir a aquellos que pueden saltar de un avión de aquellos no pueden siquiera subirse a él. La estamina usualmente es activada por la amígdala y es responsable de aquello que uno llega a considerar instinto –altura, animales peligrosos, entre otros, son aquellos miedos causados por el instinto.
A los ratones de laboratorio que les faltaba este gen se comportaron con valentía, e incluso recibieron los toques eléctricos mejor que los que sí poseían el gen. Este segundo grupo fue mas sensible a las situaciones de peligro. Cuando ellos encontraban una situación que provocaba alarma o miedo, tenían como prioridad la auto-preservación.
1. El espanto puede ser fatal.
Imagínate morir por un buen susto; esto es algo que podría suceder en cualquier escenario, pues algo involuntario ocurre adentro del corazón humano. Para dar una respuesta corporal de lucha o escape, el cuerpo necesita de fuerza extra, por eso es que el corazón requiere palpitar con mayor fuerza, algo posible gracias a la inyección de calcio hacia las celdas del corazón.
Si la persona no logra calmarse o el shock es demasiado fuerte, el calcio y la adrenalina no deja de producirse y de difundirse por el cuerpo. El aumento en los latidos, que se necesitó para permitir al cuerpo correo o luchar ahora no puede parar y en lugar de latir, el corazón tiembla. Si esto no es tratado a tiempo puede derivar en una caída de la presión sanguínea, pérdida de la conciencia y por último, la muerte.
La gente con buena salud y un corazón sano también pueden morir por este motivo, y por consecuente, gente con problemas cardiacos padecen mayor riesgo de morirse del miedo.
1 Con información de Listverse.com