La palabra emoji proviene del japonés ‘e’ que significa ‘imagen’; y ‘moji’, que significa ‘letra’ o ‘carácter’. Así se les llama a los pequeños pictogramas que hoy en día utilizamos a través de la comunicación digital para complementar nuestros mensajes y expresar ideas o emociones.
Shigetaka Kurita creó los primeros 176 emojis en 1999 para NTT Docomo, una empresa japonesa de comunicación móvil. Su inspiración fue el manga—caricatura japonesa— donde se representan conceptos con un símbolo, así, el amor se representa a través del emoji corazón sin tener que escribir una letra.
Por ello, las personas comenzaron a escribir frases completas a través de estos símbolos.
Estos pequeños símbolos de 12×12 píxeles se utilizaron por primera vez en Japón en la década de los noventa para resolver, entre muchas otras cosas, la complejidad de su lengua escrita, difícil de utilizar en un teclado.
Ante el éxito, empresas como Apple empezaron a incorporar a sus dispositivos los famosos pictogramas y en poco tiempo estuvieron en los celulares y tabletas de todo el mundo.
Raíces de los emojis
Es lógico que, si los emojis nacieron en Japón, muchos de ellos estén relacionados con dicho país asiático.
Uno de ellos es el emoji llamado «Serpentina de carpas»; una bandera con dos peces de color azul y rosa conocido en Japón como koinobori.
En entrevista con el portal de noticias español Verne, Kurita explicó que el pictograma refiere a una celebración japonesa del día del niño donde cada cinco de mayo se adorna con estas banderas para desear buena suerte.
Jeremy Burge, el fundador de Emojipedia—un diccionario virtual de emojis—explicó para BBC Mundo que, a pesar de que es el único que no aporta un significado concreto a los pictogramas, el hecho de que tengan un nombre oficial brinda varias pistas.
Otro ejemplo es el trío de emojis del mono tapándose los ojos, otro las orejas y el último la boca. Éstos se llaman «El mono de no ver el mal», «El mono de no oír el mal» y «El mono de no hablar el mal». Su nombre oficial indica su posible origen; un proverbio japonés que dice «No ver el mal, no oír el mal, no hablar el mal».
En el santuario sintoísta Toshogu, en el norte de Tokio, hay tres esculturas de monos bastantes similares a estos peculiares emojis.
El caso del emoji llamado «mujeres con orejas de conejo», en el cual, efectivamente, aparecen dos mujeres con un leotardo negro y un par de orejas del mismo color, de acuerdo a Emojipedia este pictograma representa a los Kemonomimi, humanos con características animales que aparecen en la animación japonesa.
En el noroeste de Japón existe la costumbre de recibir al año nuevo con un ritual donde un demonio llamado Namahage –personificado por hombres en máscaras— amenaza con llevarse a los niños de los pueblos si no obedecen a sus padres.
La máscara de Namahage es de color rojo con una mueca de dientes puntiagudos y desordenados, una gran nariz y, algo que no podía faltar en cualquier demonio, un par de cuernos.
Probablemente ya la conoces pues, aunque no lo creas, forma parte de los emojis de nuestros dispositivos móviles. Este emoji lleva el nombre de «Ogro Japonés» y fue aprobado en 2010 por el sistema Unicode; un consorcio de codificación que unifica los pictogramas y sus nombres oficiales.
Apropiación de los emoji
Los orígenes japoneses de los emojis no implica que las personas le den el mismo significado.
Sería raro que alguien de otro país los utilice para el mismo fin pues no pertenece a la cultura ni al contexto japonés con el que fueron hechos inicialmente.
Entonces, ¿por qué todo el mundo los utiliza? Aunque no haya una sola respuesta, una es que los emojis son símbolos susceptibles a ser interpretados por cada persona como se le antoje.
Los emojis han alcanzado un grado de interpretación propio del lenguaje; al igual que una palabra puede tener distintos significados según el contexto, así ocurre también con los emojis.
Eso es lo que los vuelve tan eficaces a la hora de comunicarnos, las combinaciones e interpretaciones infinitas.
El creador de los emojis piensa igual, pues en una entrevista agregó:
«No creo que exista un uso correcto o incorrecto del emoji. ¡El uso es libre!»