Las personas hipocondríacas suelen magnificar los síntomas de su supuesta enfermedad y anticiparse a lo que va a pasar –que comúnmente es “su muerte”–. También tienen una preocupación en exceso por su cuerpo y se cuidan mucho, algunas veces también lo usan para llamar la atención.
A pesar de que es algo enfermizo, le debemos a la hipocondría algunas de las obras más prominentes de la historia. Conoce a los 10 hipocondríacos más famosos de la historia:
10. Charlotte Brontë
Una de las tres hermanas novelistas inglesas la autora de Jane Eyre (1847), padecía de hipocondría desde que tenía 19 años de edad. Decía que se sentía enferma por tener la penosa tarea de enseñar en el Roe Head, y le ponía mal no tener tiempo para escribir, única actividad que según ella le aliviaba su desesperación y pánico constante; algo parecido a una «crisis» en el sentido moderno.
9. Adolf Hitler
Desde 1935 temía su muerte por unos recurrentes dolores estomacales que padecía. Según Albert Speer –amigo del Führer —, a pesar de que se quejaba de constantes síntomas de estreñimiento, gases, insomnio y algunos trastornos cardiacos, no podía ir al hospital porque según él eso «debilitaría su posición política.» Además, tenía una constante paranoia con que la comida lo mataría porque los británicos podrían envenenarla, por eso tenía a quince mujeres que probaran sus alimentos antes de comerlos.
8. Andy Warhol
El artista plástico y cineasta pasó toda su vida «enfermo», bueno, creyendo que estaba enfermo aunque no presentara ningún síntoma. Decía que se le caía el cabello y que tenia un mal en la piel que él mismo diagnosticaba como cáncer; así como que también tenía innumerables tumores cerebrales y seguro hasta sida. Pasó mucho tiempo en cama y esto lo incitó a dibujar, escuchar mucho la radio, y coleccionar fotografías de sus estrellas de cine favoritas.
7. Tennessee Williams
Este dramaturgo estadounidense desde pequeño sufría de ansiedad, paranoia e hipocondría. Tras sufrir difteria a los 7 años, la enfermedad lo marcó para toda su vida, pues no le gustaba juntarse con otros niños por temor a que le contagiasen algo. Vivió bastante preocupado por la muerte, tanto que llegó a obsesionarse con hacer las cosas al instante.
6. Glenn Gould
El célebre pianista proveniente de Canadá llevaba un diario con todos los síntomas que sufría en un día, aunque la mayoría eran imaginarios. Cuando viajaba no podía hacerlo sin sus pastillas, toallas, bufandas y suéteres extras por cualquier cambio de temperatura. Lamentablemente la sobremedicación y la paranoia en lugar de procurarlo, lo condujeron a la muerte.
5. Howard Hughes
El multimillonario empresario, ingeniero, aviador, productor y director de cine estadounidense figura también entre los hipocondríacos más reconocidos. Tenía pavor a los gérmenes, por lo que tuvo que depender de muchos doctores, aunque sus servicios no lograron calmar el agobio que estos microorganismos le causaban. Algunas anécdotas comentan que él obligaba a sus ayudantes a lavarse las manos una y otra vez, hasta usar guantes para evitar el contacto con cualquier microbio.
4. Woody Allen
En una entrevista para New York Times Allen asegura que él es “alarmista” y no tanto hipocondríaco. Pues asegura que sus enfermedades no son imaginarias, pero por un labio agrietado piensa que puede tener un tumor en el cerebro o un cáncer de pulmón o –incluso— «el mal de la vaca loca». Por cualquier síntoma o mal pequeño va al doctor para que le asegure que no morirá, pero lo bueno es que —según él— no es hipocondríaco.
3. Marcel Proust
Gracias a su falta de salud, por su asma, su sensibilidad a los sonidos y su obsesión con las toallitas húmedas, este escritor francés nunca hubiera escrito los 16 volúmenes de En busca del tiempo perdido. Su hipocondría dio al mundo una de las mejores obras de literatura universal.
2. Daniel Paul Schreber
Afamado jurista y escritor alemán se caracterizó por describir sus propios ataques de psicosis en su obra “Memorias de un enfermo de nervios”. A pesar de su excelente condición física, Schreber decía que padecía una enfermedad incurable que lo mataría de un ataque al corazón. Vivía en un estado permanente de depresión, «sufría» de astenia –un debilidad para hacer las cosas— y sentía el deseo de hacerse fotografiar seis veces.
1. Charles Darwin
Aseguró que “la mala salud me salvó de las distracciones sociales y la diversión”. El escritor que cambió la historia con su obra La evolución de las especies tenia malestares gástricos, dolores de cabeza y males que nunca encontraron explicación y el colmo es que se preocupaba seriamente por el tamaño de su nariz.