Emiliano Zapata Salazar nació el ocho de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos. Siendo el noveno de los diez hijos que Gabriel Zapata y Cleofas Salazar tuvieron, ellos fallecieron cuando él era todavía muy joven.
Una vez huérfano, se convirtió en heredero de las tierras de sus padres, y aunque éstas fueron reducidas por algunos ejidatarios, él no se vio en la necesidad de trabajar en haciendas vecinas. Podría decirse que desde aquellos años el joven Emiliano descubrió las injusticias cometidas en el sector agrario.
En 1902 ayudó a los habitantes de Yautepec a exigir justicia, acompañándolos a protestar en la Ciudad de México. Cuatro años después asistió a una junta en Cuautla, presidida por campesinos, que tenía como finalidad defender la tierra del pueblo ante los hacendados; aunado a esto, al raptar a su primera esposa, Emiliano Zapata se vio forzado a incorporarse al noveno regimiento de Cuernavaca.
Narrar la historia de vida de este honrado caudillo, es relatar su vida en pugna a favor del reparto inmediato de tierras a los campesinos.
En 1910 reunió a un ejército de peones e indígenas, en su mayoría provenientes de Morelos, comulgándolos bajo el lema: «Tierra y libertad», una frase que ahora se ha dado a conocer como una leyenda emblemática de la participación del caudillo del sur a la Revolución mexicana.
La rebelión sobre los ideales
Tras la derrota de Porfirio Díaz y con Madero como presidente, Zapata no cesó el levantamiento. Él exigió el cumplimiento de las demandas agraristas que Madero había prometido pero no veía resolviendo.
Al romper su relación con Madero, Emiliano Zapata escribió –junto con Otilio Montaño–, el Plan de Ayala, donde refrendaría sus peticiones como: la restitución de las tierras robadas a los pueblos durante el Porfiriato y el reparto agrario de las tierras de los grandes hacendados, entre otras.
Cuando Francisco I. Madero cayó y Victoriano Huerta quedó electo presidente de la Republica, éste intentó erradicar el ejercito de Zapata mas no consiguió tener éxito en ese asunto, ya que esto mismo logró frenar el movimiento de Huerta, y así consiguió fortalecer su posición en Morelos.
Aún cuando Carranza obstaculizó sus ideales, Zapata persistió en la aceptación del Plan de Ayala.
Huerta intentó calmar los ánimos del movimiento zapatista convocando a la reunión de Aguascalientes, pero en ésta nada quedó resuelto. A partir de eso se conformaron dos bandos, Zapata y Villa luchando por un lado, mientras Carranza y Obregón por el otro.
Tras una leve victoria por parte de Villa y Zapata, quienes tomaron la Ciudad de México en 1914, sus contrincantes cobraron fuerza y buscaron derrotarlos. Pero
Zapata decidió retirarse mejor a Morelos, donde continuó con su guerrilla para defender los interéses del pueblo campesino.
El diez de abril 1919, tras mantener correspondencia con Jesús Guajardo– quien fingió querer unírse a él en su movimiento armado–, Zapata fue traicionado y asesinado en la Hacienda de Chinameca por órdenes directas de Carranza.
Emiliano Zapata, quien buscó alzar la voz por los campesinos para conseguir el reparto agrario, se transformó en un sinónimo a resistencia, justicia y revolución que hasta la fecha persiste.
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