El gobierno francés bautizó así, –como el título lo señala–, al monumento que obsequió a E.E.U.U para conmemorar el centenario de su Declaración de Independencia, pues aquella nación europea fungió como aliada en la Revolución que llevaron acabo las trece colonias de América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña, consiguiendo su libertad el 4 de julio de 1776.
El historiador y político francés Eduardo Laboulaye fue quien propuso en 1865 que su país le obsequiara una gigantesca estatua al país norteamericano. Aunque algunos de sus compatriotas protestaron contra esta iniciativa, varios simpatizantes sobre la estrecha amistad de ambas naciones la impulsaron y el proyecto fue asignado al joven escultor Frédéric Auguste Bartholdi, quien a los veintidós años había construido la estatua de Napoleón y le mereció el reconocimiento de la Legión de Honor.
Bartholdi comenzó en 1870 evaluando las posibilidades y la viabilidad de esta idea, consultó a las autoridades en E.E.U.U y juntos eligieron la Isla de Bedloe en Nueva York para su implantación, pero el diseño de la estatua tenía un costo más elevado del que se contemplaba en un principio, por lo que fue necesario integrarlo dentro de una asociación Franco-Americana para recaudar fondos.«El puerto de Nueva York es el lugar perfecto, porque es donde la gente obtiene su primer punto de vista del Nuevo Mundo.» Frédéric Auguste Bartholdi
El dinero fue el principal obstáculo para concretar este proyecto, la condición era que estuviera listo para 1876 pero fue justo un año antes de esta fecha que apenas habían conseguido el capital suficiente para comenzar con la fabricación del brazo levantado y la cabeza de este colosal monumento, incluyendo las facciones adustas en su rostro, las cuales Bartholdi asemejó con las de su madre.
La construcción del monumento en Francia, de 1877 a 1885
Para crear la Estatua de la Libertad, se inspiró en antiguas esculturas griegas como el Coloso de Rodas así también en un faro del canal de Suez para diseñar la figura portadora de la antorcha libertaria. La estructura interna de este monumento fue construida por Gustave Eiffel –quien había adquirido reconocimiento por algunos puentes que erigió antes de su emblemática torre-, para la cual diseñó un armazón de hierro capaz de soportar las 225 toneladas de la estatua recubierta con finas láminas de cobre.
La construcción de esta efigie no fue fácil, Bartholdi tuvo que construir primero un modelo de tres metros al cual le fue aumentando piezas hasta que alcanzó los once metros de alto; cada sección del monumento fue reajustada para que finalmente pudieran unirse a la estructura central, tal como la fotografía lo demuestra.
La idea inicial de Bartholdi era convertir esta «gran dama» en un faro, pero ni su emplazamiento, ni la tecnología, eran óptimos para esta finalidad.
El 4 de julio de 1884 en París, la Estatua de la Libertad fue realizada y oficialmente donada al gobierno de ee.uu por Ferdinand de Lesseps, presidente de la Unión Franco-norteamericana y constructor del Canal de Suez. Lo que seguía era transportarla a través del Océano Atlántico hasta la isla neoyorquina, y la idea era situarla sobre un pedestal que la elevara 93 metros sobre el nivel del suelo; sólo que para esto se tuvo que juntar más dinero y construirlo durante los 15 meses que tardó en llegar de Francia.
El editor estadounidense Joseph Pulitzer fue un gran impulsor de una campaña de donativos en el periódico New York World para la construcción del pedestal, el cual quedó listo en abril de 1886, justo un par de meses antes de que la gran estatua desarmada llegara de su travesía. Finalmente, tras cuatro meses más de ensamblaje, el 28 de octubre la Estatua de la Libertad por fin elevó su antorcha ante más de un millón de personas que acompañaron al presidente Cleveland en su presentación.