Macondo

Mi amigo Omar tiene dos hijos, Natalia y Diego. Hace unos años, cuando estaban en secundaria, Omar cumplía con su abnegada tarea de todos los días: recoger a los niños de la escuela. Tenía que manejar desde Xochimilco hasta Coyoacán a la escuela de Natalia y luego a la colonia del Valle hasta la escuela de Diego, donde se subía, además, un compañerito de este último. Así, en medio de tráfico y el calor, emprendían el largo viaje de regreso a casa.
Como muchos automovilistas, Omar ponía música a todo volumen no sólo para hacerse el viaje ligero sino para «eliminar» el ruido de los chicos que no paraban de decir tonterías, retozar y reírse agudamente. Ese día, el cd en turno dejaba oír, en la voz de Óscar Chávez: «Úrsula, cien años, dónde está Macondo» y luego «La tristeza de Aureliano, el cuatro / la belleza de Remedios, violines / las pasiones de Amaranta, guitarras / el embrujo de Melquiades, oboes».
Omar, que cantaba al parejo que Óscar, en una pequeña pausa musical alcanzó a oír a los niños que se burlaban de los nombres mencionados y de la canción.
—¡Úrsula, jajaja!, ¡Melquiades, jajaja!, ¡Amaranta, jajaja!
De inmediato, el padre empezó a sermonearlos, explicándoles que la canción hablaba de los personajes de una de las grandes obras de la literatura: Cien años de soledad, del gran Gabriel García Márquez: «es Premio Nobel de literatura, no se atrevan a burlarse; la historia es fantástica, se trata de la familia Buendía que vivía en un lugar llamado Macondo…». Aquí el sermón se detuvo abruptamente, pensándolo bien, era el momento oportuno para motivar a sus hijos a la lectura:
—¿Saben qué? Ya no les cuento más. Ahora que lleguemos a la casa les voy a dar el libro para que mejor lo lean.
Los niños, sintiéndose regañados, finalmente guardaron silencio. Pero unos minutos después, desde el fondo del coche se oyó la vocecita de Diego:
—Mejor a mí sí cuéntamelo, papá, porque yo no pienso leerlo.
Aquí puedes escuchar la canción Macondo de Óscar Chávez: