En el libro Mitos del diván. Breves notas introductorias al psicoanálisis desmentimos diversas creencias populares sobre el psicoanálisis, como el mito que asegura que los sueños se pueden interpretar con un simple manual.
Con un manual puedo interpretar mis sueños
En los aparadores y anaqueles de las librerías y en los pasillos de libros de las tiendas departamentales no falta nunca un libro que se anuncie como El diccionario definitivo de los sueños o algo semejante. Si se da un vistazo a las páginas de uno de esos manuales, uno puede encontrar que soñar una serpiente significa:
– Mal augurio. El sueño anuncia peligros causados por sus enemigos, engaño y desdicha en general. Si la mata, superará todos los obstáculos.
– La serpiente se interpreta por un enemigo, un gobierno, un tesoro, una mujer y un hijo. Es además un enemigo adinerado, porque el veneno en el sueño se traduce por dinero.
– Introducir una serpiente en su casa se interpreta como un enemigo que le tiende una trampa. Matarla es un triunfo sobre un enemigo; ver la sangre de la serpiente sobre las manos es la muerte del enemigo.
Este tipo de interpretaciones no pueden ser sino erradas, ingenuas y hasta cómicas. En primer lugar, porque el sueño en general necesitaría ser traducido para ser mínimamente comprendido: pensar que la serpiente representa un enemigo o un mal augurio no es para nada una traducción sino una transcripción directa, y no la más afortunada: dondequiera que una persona —dormida o en vigilia— encuentre a una serpiente será un signo inquietante e infortunado: ¿quién desea encararse con un animal depredador con características amenazantes?
En segundo lugar, porque esta interpretación no puede ser generalizada: un encantador de serpientes, un adolescente coleccionista de bichos raros, un biólogo o un zoólogo especializado en ofidios tendrán una significación y una valoración distinta de lo que una serpiente representa. En tercer lugar, porque sabemos que las serpientes pueden derivar en otro tipo de asociaciones según cada cultura: referencias babilonias como la famosa Lilith mujer serpiente, judeocristianas como el sedicioso reptil que hizo pecar a Eva, y otras que develan perfiles tentadores, como la sexy artista de circo Lunga: la mujer serpiente —quien basa su acto en su flexibilidad sin igual—, o la sicalíptica1 Relativo a la malicia sexual o a la picardía erótica. Faith Domergue, protagonista de la película Cult of the Cobra (1955). Estos ejemplos sirven para comprender que no se puede aplicar el mismo criterio a todos los seres humanos y atribuirles la misma manera de pensar.
Rumbo al inconsciente
Según Freud, los sueños constituyen la vía regia al inconsciente; sus contenidos no pueden ser dirigidos o regulados y en ellos se revelan las fantasías y los ensueños «más locos», nuestros deseos más profundos o la resolución de problemas que en la vida cotidiana parecían indescifrables. Su presencia nos recuerda nuestro escaso dominio de aquello que algunos llaman el alma, otros la psique y muchos más el Yo.
«Hay en todo hombre, aun en aquellos de nosotros que parecemos mesurados, una especie de deseo temible, salvaje y contra ley, y […] ello se hace evidente en los sueños», señala Platón en una descripción e interpretación del sentido de los sueños en La República. Para este filósofo los sueños son el escenario mágico en el que los deseos se expresan sin freno y sugiere como de fundamental importancia la investigación sobre los deseos en el hombre a fin de comprender la naturaleza de su alma.2 No está de más resaltar que esta clarificación del sueño como una realización de deseos es una aproximación completamente naturalista que precede en muchos siglos a Freud y que fue olvidada y relegada en provecho de fantasmas, idolatrías místicas o conocimientos mágicos que presuponían significaciones divinas o cósmicas a los sueños.
El hecho de que recordemos tan poco de nuestros sueños, una fracción solamente, también puede dar argumentos en contra de la función del sueño: si éstos son tan importantes, ¿por qué no recordamos más? Si partimos del hecho de que son realizaciones de deseos —como Platón lo afirma y el psicoanálisis lo confirma— que «se olvidan» porque son tan peligrosos que se reprimen, y en su lugar queda un recuerdo parcial o fragmentos que se presentan desfigurados para hacer difícil su traducción, entonces no los recordamos para defendernos de deseos que, revelados al desnudo, serían perturbadores para nuestra vida normal y consciente.
Después de Freud ya no podemos ser tan ingenuos y pensar que si no recordamos algo es porque no tiene importancia. El olvido, la amnesia y la pérdida de memoria en los sujetos normales tienen la función de deshacernos de aquello incómodo que nos podría perturbar si estuviera presente y sin censura.
Métodos «populares» de interpretación
Detrás de las imágenes fantásticas y exuberantes, los sueños angustiosos y los eróticos, se velan nuestras pasiones, una psicología individual que corresponde a nuestra historia personal. Entonces, si queda establecido que el sueño tiene más de una función —una realización de deseos, una regresión al infantilismo de nuestros primeros años, el de guardián del dormir—, cabe preguntarse una vez que se ha podido recordar un sueño… ¿Cómo interpretarlo?
1. La interpretación simbólica. El saber popular siempre ha intentado traducir e interpretar los sueños y ha utilizado métodos diversos. Un primer método toma el contenido de cada sueño en su totalidad y procura sustituirlo por otro contenido, comprensible y análogo en ciertos aspectos. Es ésta la interpretación simbólica con la que se manejan la mayoría de los «diccionarios de sueños», que lógicamente tiende a naufragar en aquellos sueños que además de incomprensibles se muestran embrollados y confusos. Un ejemplo de este procedimiento lo encontramos en la historia bíblica con la interpretación de José:
Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño: le parecía que estaba junto al río, y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río y se las devoraron.
Entonces Faraón envió y llamó a José, y éste le respondió: «Lo que Dios va a hacer lo ha mostrado a Faraón. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra».
De igual forma, la mayoría de los sueños artificiales creados por los poetas están destinados a una interpretación determinada porque reproducen el pensamiento concebido por el autor bajo un disfraz; lo onírico y lo correspondiente a los modos de los sueños nos resultan conocidos por experiencia personal. Sin embargo, la interpretación simbólica depende, fundamentalmente, del ingenio y de la inmediata intuición del interpretador.
Paper Dreams from Kenneth Onulak on Vimeo.
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Si quieres conocer más sobre la interpretación de los sueños de acuerdo con el psicoanálisis, consulta nuestro libro Mitos del diván. Breves notas introductorias al psicoanálisis, col. Mitos, Editorial Otras Inquisiciones.