En 847, una extraña mujer se presentó en la corte carolingia en Mainz, Alemania. Afirmaba que el Divino la visitó y que la dejó ver el futuro de la humanidad: que el Apocalipsis llegaría antes de fin de año.
Esta mujer, de nombre Thiora, resultó ser tan carismática que tanto plebeyos como nobles le daban dinero y regalos; además, los miembros del clero comenzaron a seguir sus enseñanzas. Ante tal desconcierto, el arzobispo la llamó para platicar con ella y con otros jefes de la iglesia de Saint-Alban. Al ser interrogada confesó que su «conocimiento divino» procedía de un sacerdote, cuya identidad se empeñó en mantener en secreto. El obispo la condenó a una paliza pública y la envió de vuelta a su casa.
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