La Grecia y la Roma antiguas representan un punto de partida crucial en las grandes edificaciones religiosas y civiles de la historia de la arquitectura occidental. Una de sus aportaciones de la que más se ha escrito, debatido y aplicado es la de los órdenes clásicos. Empecemos por esclarecer y diseccionar este término que en realidad no es tan transparente.
Se denomina «clásico» a todo aquello
que, en apariencia, se originó en el arte antiguo de Grecia y Roma. Mientras que en arquitectura un «orden» es —según John Summerson— una columna que sostiene un entablamento constituido de arquitrabe, friso y cornisa. Se cree que su origen es la imitación estilizada en piedra de los primeros templos griegos que eran realizados en madera, tanto en estructura como en ornamentos.
Es importante aclarar que no existe un tratado de arquitectura realizado en la antigua Grecia; el más antiguo del que se tiene registro es De architectura, escrito —con una visión un tanto idealizada— por el romano Marco Lucio Vitruvio
Polion, y el cual está compuesto por diez libros, de los cuales
el tercero y el cuarto están dedicados a los órdenes clásicos, su origen y su aplicación en los templos. De acuerdo con esta obra dichos órdenes son los siguientes:
I. Orden dórico
El primero de los órdenes clásicos
en surgir fue el dórico, en el periodo denominado Arcaico —siglos VII-v a.C.—.
II. Orden jónico
El segundo orden creado fue el jónico, también ubicado en el periodo Arcaico.
III. Orden corintio
El orden corintio surgió en el periodo
Helenístico.
Como una consecuencia al movimiento cultural y filosófico conocido como la Ilustración, en
el siglo XVIII el arte clásico y los órdenes volvieron a aparecer con gran ímpetu en la construcción.