Había acabado precisamente de intentar convencer a una clase de estudiantes de que existía una explicación racional del tabú hindú sobre el sacrificio de las vacas.
Estaba seguro de haber salido al paso de todas las objeciones imaginables. Rebosante de confianza, pregunté si alguien quería formular alguna pregunta. Un joven agitado levantó su mano: «Pero, ¿qué opina del tabú judío sobre la carne de cerdo?»1 Texto tomado de: http://ebookbrowse.com/marvin-harris-vacas-cerdos-guerras-y-brujas-doc-d137178289
Unos meses más tarde emprendí una investigación que pretendía explicar por qué los judíos y musulmanes aborrecen la carne de cerdo. Tardé cerca de un año antes de disponerme a poner a prueba mis ideas ante un grupo de colegas. Tan pronto como dejé de hablar, un amigo mío, experto en los indios de Sudamérica, dijo: «Pero, ¿qué opina del tabú de los tapirapé sobre la carne de venado?».
«Cada estilo de vida se halla arropado en mitos y leyendas que prestan atención a condiciones sobrenaturales o poco prácticas».
Y lo mismo sucedió con cada uno de los enigmas para los que he intentado encontrar una explicación práctica. Tan pronto como acabo de explicar un estilo de vida o una costumbre previamente inescrutable, alguien contraataca con otra:
–«Bien, quizás esto vale para el potlatch entre los kwakiutl, pero, ¿cómo explica la guerra entre los yanomamo?»
–«Creo que puede existir un déficit de proteínas…»
–«Pero, ¿qué opina de los cultos cargo en las Nuevas Hébridas?»
Las explicaciones de los estilos de vida son como las patatas fritas. La gente insiste en comérselas hasta acabar con toda la bolsa.
«Para explicar pautas culturales diferentes tenemos que empezar suponiendo que la vida humana no es simplemente azarosa o caprichosa».
Pero persisten algunas diferencias en comparación con la bolsa ordinaria de patatas fritas. En primer lugar, aconsejo no arrancar el primer pedazo que se os antoje. Mi explicación de las brujas depende de la explicación de los mesías, y ésta de la explicación de los «grandes hombres», que a su vez depende de la explicación del sexismo, la cual depende de la explicación del amor a los cerdos, que depende de la explicación del aborrecimiento de los cerdos, que a su vez depende de la explicación del amor a las vacas. No se trata de que el mundo empezara con el amor a las vacas, sino que en mi propio intento por comprender las causas de los estilos de vida, es por donde he empezado… Así que, por favor, no tratéis de coger al azar.
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Referencias