Amores míos, de paso por esta histórica provincia me entero del fallecimiento de la reina Urraca i de León y Castilla, alias «la Temeraria», ocurrido el día de ayer en el Castillo de Saldaña.
Palencia, España, 9 de marzo de 1126
La verdad es que esta mujer fue en vida más odiada que amada, pero no podemos negar su importancia en la historia de estas tierras.
Urraca fue una reina ambiciosa, luchona y de fuerte personalidad, protagonista de diversos escándalos desde la más tierna infancia. Fue hija de uno de los cuatro matrimonios del rey Alfonso VI quien, por motivos de Estado —ya saben, necesidad de dominar más territorios y demás— la comprometió a los seis años con Raimundo de Borgoña.
El borgoñón y Urraca se casaron dos años después: ¡ella tenía ocho años! Y él cerca de 17. La niña-esposa quedó recluida en un castillo hasta que tuvo edad para consumar su matrimonio, así que a los catorce años tuvo a su hija Sancha y diez años después a su hijo Alfonso.
Resulta que en un principio, Urraca no quería ser reina, pero su padre, por más que lo buscó, no pudo tener un heredero varón con ninguna de sus esposas, sólo con una amante logró concebir a Sancho, pero para su mala suerte, se murió muy jovencito, por lo que Urraca tuvo que apechugar y coronarse como Urraca i de León y de Castilla.
Cuando ascendió al trono, Urraca ya era viuda, entonces su papá nuevamente la casó, esta vez con Alfonso i de Aragón, un rey brutote y violento que le pegaba y la encerraba a cada rato para tratar de dominarla. Porque han de saber que Urraca caía muy mal, pues se comportaba como hombre, en el sentido de que, como la mayoría de los reyes, tenía sus concubinos, y si alguien intentaba desobedecerla o enfrentarla le gritaba furiosa: «¡El Rey soy yo!»
A lo largo de sus 45 años de vida, Urraca se peleó con medio mundo: con su primer marido, con el segundo, con su hermanastra Teresa de Portugal, con diversos caballeros y nobles que se opusieron a su mandato, en fin, que nunca paró de pelear.
Uno de los sucesos más vergonzosos que sufrió la de Castilla ocurrió en el año 1111, en Santiago de Compostela. La reina acudió a una reunión con el obispo y demás caballeros. Resulta que una turbamulta entró al lugar donde se celebraba el encuentro y la atacó, la apedreó, la desvistió y la dejó tirada en el fango, en medio de la calle. El «bondadoso» obispo de Compostela, al ver el estado en que había quedado la pobre mujer, se asqueó y pasó de largo. Urraca se salvó de milagro y ya se imaginarán la venganza: tomó la ciudad y la sometió a su férreo mandato.
Pero no todo fue odio en la vida de esta reina. Ella se enamoró de uno de los caballeros de su corte, el conde Pedro González de Lara, con quien procreó dos hijos bastardos. Quiso casarse con él, pero le fue prohibida la unión, debido a que ella tenía la sangre mucho más azul que su amante.
Esta relación concluyó con la muerte de Urraca. Estaba embarazada por tercera ocasión del de Lara, pero murió de parto, con lo que le pone la cereza del pastel a una vida escandalosa. ¿Pueden creer que en esta Edad Media hubiera existido una reina casada dos veces, viuda, divorciada, con hijos dentro y fuera del matrimonio? Pues es justamente Urraca de Castilla, la primera mujer reina de España, apasionada y polémica. Tal vez no la extrañaremos, pero bien que la vamos a recordar.
Au revoir!