Siempre son muchos los efectos y las causas que tienen que conjuntarse para que un acontecimiento feliz vea la luz del sol. Y el caso del cine del New Hollywood no es la excepción.
Una película que quiere atraer a todo tipo de personas es una película que yo no quiero ver. Bernardo Bertolucci
Por New Hollywood —o época posclásica de Hollywood1— se conoce al cine producido —más o menos, y sin excluir algunas películas anteriores y otras posteriores— entre 1967 y 1977: un cine único, sobresaliente, enigmático, atemporal, inquisitivo y crítico, que cambiaría en gran medida la estructura a la que el espectador promedio se había acostumbrado, durante todo lo que iba del siglo xx.
El «cine posclásico» es un término que la crítica ha utilizado para describir al periodo que prosiguió al declive del «sistema de estudio» en los años 50 y 60, y el final del código de producción. En New Hollywood se crearon nuevos productos con contenidos novedosos y, en cierto modo, contestatarios, que a la vez que rendían homenaje a la historia del cine, innovaban sobre los géneros y técnicas ya existentes, pero con gran fortuna, porque se lograba unir lo alternativo a lo comercial, y la mercadotecnia al arte, y además conjuntaban la frescura y la inocencia de los jóvenes creadores, con la escuela del viejo Hollywood y el cine de culto.
Los antecedentes
A finales de los años 60, los EE. UU. habían cambiado, y esto se reflejaría en su arte. Movimientos como el hippismo, el uso de la píldora, la liberación femenina
y la guerra de Vietnam reflejaron la incertidumbre, indecisión y paranoia del inconsciente colectivo que veía ante sus ojos la derrota, la crisis de valores, que cuestionaba profundamente a todas las instituciones, a la familia, el Estado y la Iglesia y, sobre todo, al American dream; en ese momento, y de forma en cierto modo paradójica, la industria cinematográfica tuvo un minirrenacimiento al cambiar la forma de contar historias y de presentarlas al público.
El desplome
En 1948, el Tribunal Supremo de los EE. UU. prohíbe la concentración, por lo que los estudios pierden su monopolio, y tienen que vender sus redes de salas de cine, con ello se ven forzados a limitarse a la producción. Ahora cada película hecha por un estudio podía tener un reparto y equipo creativo completamente aparte, sin los requerimientos prototípicos que hasta entonces había tenido la industria. Esto, aunado a un público más maduro, provoca a su vez el desplome del Star System2. Así se pasa de la adoración inicial de los astros en la pantalla, a verlos ya como humanos falibles. Asimismo, muchos actores se rebelan contra los estudios, luchando por la titularidad de sus contratos y, por ende, contra la exclusividad que los acartonaba.
Como consecuencia, el número de películas en rodaje desciende bruscamente, y los estudios se centran en producir entretenimiento que no pueda ser ofrecido por la televisión —que también habrá sido un factor determinante del desplome—: espectáculos, producciones con argumentos trascendentales —películas como Ben-Hur (1959), Lawrence of Arabia (1962), Cleopatra (1963) y Hello Dolly! (1969) dan cuenta de ello—; también se incorporan avances tecnológicos como el 3d, el Cinemascope y el Technicolor, pero aun con todo esto, en los años 60 las audiencias habían alcanzado los niveles más bajos.
Por otro lado, coincide con que los Baby boomers3 —que además eran más educados, pues entre 30% y 60% habían tenido estudios universitarios— empiezan a tener edad para ir al cine y, mejor aún, para hacer cine.
La oportunidad
Así, Hollywood decide jugarse el todo por el todo; los estudios dan rienda suelta a las películas de y para jóvenes y con ello, a los nuevos directores, guionistas,
e incluso actores, se les da mayor control en todas las producciones. Además, la mayoría de ellos ya no eran producto de la industria, sino que habían egresado de escuelas de cine —por ejemplo, Scorsese y Jim Jarmusch de NYU, Paul Schrader de UCLA y Coppola de USC—, y además habían estado influenciados, en gran medida, por la crítica cinematográfica tanto estadounidense —Pauline Kael, Andrew Sarris, Manny Farber— como europea, sobre todo la de la revista francesa Cahiers du Cinéma.4
Sigue leyendo este artículo en Algarabía 93.
1. Hollywood’s postclassic period.
2. Theda Bara, famosa por su papel en Cleopatra (1917), de J. Gordon Edward, es un buen ejemplo de una estrella prefabricada por unos estudios cinematográficos, que explotaron su imagen de vamp y cambiaron su nombre original —Theodosia Burr Goodman— por el de Theda Bara, un anagrama de Arab Death. Para el gran público, esta actriz había nacido en 1890, hija de una concubina egipcia y su amante, un artista francés, en pleno Sahara, e incluso conocía misteriosos rituales mágicos orientales, cuando en realidad había nacido en una familia de clase media baja de inmigrantes que vivían en un barrio judío de Cincinnati.
3. v. Algarabía Tópicos, julio-agosto 2011, Soy mi generación: «Las generaciones», México: Editorial Otras Inquisiciones, 2011.
4. Esta revista, la más importante de crítica cinematográfica en Europa, fue fundada en 1951 por André Bazin y tuvo inicialmente como editor, al gran director Éric Rohmer.