En sus más de 120 años de existencia, el cine no sólo se ha convertido en el Gran entretenimiento del siglo xx —y por lo que se ve, también del XXI— sino en un «Séptimo Arte» que nos ha dado una visión distinta del mundo a través del discurso de cada uno de aquellos que se han propuesto estar detrás de una cámara.
Podemos decir que el «cine de autor» es aquel que lleva el sello distintivo de su realizador —ya sea en cuestiones técnicas o temáticas—: Wes Anderson, un artífice del sinsentido, retrata con gran minuciosidad y dota de hiperbelleza cada toma; Scorsese, con sus obsesiones de chicos malos y redención anticipada; Alejandro Gonzañez Iñárrtu y su fijación por las causas perdidas; Campanella y sus historias casi melodramáticas pero contadas con precisión e innovaciones únicas que lo llevan a ser identificado como generador de «plásticas propias».
En las sendas de cine que presentamos aquí, el autor busca libertad creativa y un alto grado de control, resultando en un cine independiente, autónomo, que traspasa las reglas e imposiciones: Terry Gilliam, que desmiembra la idea de lo que, antes pensábamos, era el humor; Bergman, que entendió el teatro dentro del cine y el mismo Fellini con su hiperrealidad agridulce.
El cine de autor empezó a clasificarse así́ a partir de 1960, cuando surgieron autores como Vittorio de Sica, padre del neorrealismo italiano, François Truffaut, el mejor representante de la Nouvelle vague junto con Jean-Luc Godard, así́ como propuestas alternativas en la Europa del Este:Tarkovski con su cine en tiempo real y Kusturica con su etnicidad y sus protestas llevadas a lo grande.
Así́, nos referiremos a realizadores únicos entre los demás: Akira Kurosawa con su interpretación de lo occidental al mundo oriental, Woody Allen con su cine filosófico; Pedro Almodóvar, que rompe paradigmas y crea paradojas kitsch o Jim Jarmus, que no acaba por conformarse y en cada película busca un diálogo más agudo.
También tenemos las épicas de John Ford, las situaciones cómicas, pero con critica social de Billy Wilder, el retrato de la idiosincrasia mexicana de Ismael Rodríguez, el humor «vulgar» de Mel Brooks o el estilo de Frank Capra, que perfilaría el Hollywood moderno.
Los hermanos Coen con su trabajo desde el guión hasta la edición; Kieslowlski, que perfora en lo más profundo de las emociones humanas; Peter Greenaway, que hace una estampa con cada escena; Wim Wenders y su gusto por el documental embellecido con su contraparte en Agnes Varda, quien lleva la realidad a la pantalla; así́ como Herzog y sus personajes megalómanos y contestatarios, todo en esta Algarabía nos da miradas diversas, todas en technicolor, 35 mm y sin censura.
Además, hablamos del cine de piojito, del spaghetti western, del fenómeno social de El exorcista y de Alan Smithee, el peor director del mundo.Tome pues usted una bolsa de palomitas —aunque sean de microondas— y disfrute a fondo.
Adquiere aquí la nueva Algarabía 168: 25 miradas al cine.
25 miradas al cine
El cine no sólo se ha convertido en el Gran entretenimiento del siglo xx —y por lo que se ve, también del XXI— sino en un «Séptimo Arte» que nos ha dado una visión distinta del mundo a través del discurso de cada precursor.
- jueves 30 agosto, 2018
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