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Llegó la hora del té

Siempre me ha llamado la atención el té, pero no el té como hierba y planta con propiedades estimulantes —más aún que las del café—, no el té que nace en China y Ceilán, sino el ritual de tomarlo en Occidente.

En esta ocasión invitamos a María Fernanda Monroy Pérez a participar en este espacio.

Siempre me ha llamado la atención el té, pero no el té como hierba y planta con propiedades estimulantes —más aún que las del café—, no el té que nace en China y Ceilán, sino el ritual de tomarlo en Occidente. Me seducen los juegos de té, la ceremonia de tomarlo, el hecho de ingerirlo y me causa especial admiración la obsesión de los británicos por el té, lo mucho que lo mencionan, lo tanto que lo nombran, el que sea parte de su vida como para los mexicanos el chile o para los uruguayos el mate.

El legendario origen del té

La historia de cómo se empezó a beber té se interesante y tiene su mérito. Se dice que en año 2737 antes de Cristo, cuando el emperador Shen Nong, visitaba una región distante, se paró en el camino a descansar y mientras uno de sus sirvientes puso a hervir agua para beber, por casualidad unas hojas secas de un árbol de la región cayeron sobre el agua hirviente; cuando el emperador probó el agua vio que ésta tenía un sabor muy complejo, diferente y refrescante y quiso más.

La influencia china

Así la costumbre de tomar té se expandió por toda la cultura china llegando a todos los estratos y niveles de la sociedad. Se cuenta que en el año 800 d.C. Lu Yu escribió el primer libro definitivo sobre el té, llamado El Cha Ching, en donde consignaba métodos de cultivo y preparación del té, el servicio y el ritual de tomarlo, que los misioneros Zen luego introducirían al Imperio Nipón.
Fue el sacerdote budista Yeisei el primero que llevó hojas de té al Japón para ayudar en la meditación religiosa y por eso fue conocido como “el padre del té”. A partir de este momento el té empezó a tener un lugar especial en el imperio y su uso se propagó rápidamente en toda la sociedad japonesa. Llega hasta nuestros días la famosa ceremonia del té, un ritual único que tiene que ser realizado de la forma más perfecta, bella, sencilla y armoniosa. Generalmente son las geishas las que se especializan en ella, pero no las únicas que la pueden llevar a cabo.

El té viaja a Europa

El primer europeo que se encontró con el té, y escribió acerca de él fue el Misionero Jesuita Jasper de Cruz en 1560. Después de su introducción a Portugal el té viajó a Francia, Holanda y a los países bálticos. Como el té viajaba de tan lejos llegó a costar $200 dólares el kilo, de hecho tomarlo era símbolo inequívoco de riqueza. Recordemos pues cómo la búsqueda de especies movió a Colón lo mismo que la del té a los portugueses en las siguientes décadas. Pero para 1675 empezó a abaratarse y podía ser encontrado en comercios en toda Holanda y Francia. Así tomar té se convirtió en parte del estilo de vida. Fueron las posadas y las tabernas holandesas las primeras que proveyeron servicio de té para los viajeros.

Hasta la isla

Las primeras muestras de té llegaron a Inglaterra entre 1652 y 1654, pero se hizo tan popular en tan poco tiempo que pronto reemplazó a la cerveza como la bebida nacional inglesa. Como en Holanda, fue la nobleza de su linaje lo que le dio al té un estigma de aprobación.
Tanto el rey Carlos ll y su esposa, como la Infanta Catalina de Braganza eran bebedores de té. Y aunque los precios se mantuvieron, la temanía arrasó Inglaterra y otras colonias.
De hecho antes de la llegada del té, tanto el desayuno como la cena briánicos eran dos comidas simples, pero no tardó mucho antes que la duquesa de Bedford, Anna adoptara el servicio europeo del té y empezara a invitar a sus amigos a tomarlo por la tarde. El menú consistía básicamente en pequeños pastelillos, sándwiches, postres y por supuesto té. Esta práctica se hizo tan popular que pronto empezó a recibir invitaciones ella misma “for Tea Time and a walk in the fields1 . Así servir té empezó a ser una práctica común en casi todas las familias inglesas. Se servía en una jarrita de plata y se trae a la mesa en una vajilla de porcelana china. La comida casi siempre consistía en scones, crumpets, sandwichitos sin costra, patés de camarones y pescado y pasteles.
Durante la época victoriana surgieron dos tipos de servicios de te: el Low Tea que era servido en las casas de los aristócratas ricos y que consiste en simples tentempiés gourmet más que en comidas regulares y en donde el énfasis más bien estaba en la presentación y en la conversación. Y el High Tea que es considerado la comida principal del día para la clase media y popular, que incluye, panes carnes, vegetales, etcétera.

Jardines de té ingleses

Tomados de los jardines de té de las tabernas holandesas, surgieron los jardines de té ingleses en los que las damas y los caballeros de entonces paseaban por caminos florales, mientras tomaban té y viandas y escuchaban orquestas, oían conciertos o participaban en juegos. En los jardines de té públicos, las mujeres y los hombres convivían amenamente sin criticar y las clases sociales podían convivir unos con otros. A finales de la década de l880 los hoteles exclusivos empezaron a ofrecer servicio de té en salones especiales. Muchos de estos fueron llevados a Nueva York, y son famosos los salones del Ritz in Boston y el Plaza en Nueva York.

La hora del té

Baste decir que los ingleses ven en el Afternoon Tea o té de las “5 o’clock” una ceremonia seria y ritual aún hoy en día. En todo lo Londres podemos encontrar aún salones de té en donde el lujo y el placer son lo más importante como The Dorchester, The Ritz, Orangey & Kensington Place entre otros, en donde la gente se aplica al ritual de probar en una fina porcelana, con manteles largos y meseros atentos y serviciales, una o varias tazas de buen té acompañadas de finos y delgaditos sandwiches de pepino o pastelitos de diferentes sabores. Un placer que alguna vez habría que probar ¿no es cierto?

La invención de las bolsitas de té

Thomas Sullivan de Nueva York fue el inventor de la primera bolsita de té. Como comerciante de té, se le ocurrido que era mucho más práctico envolver el té en bolsitas de manta de cielo que drenaran el contenido. Su idea sobra decirlo, fue un éxito.

Tés para la mañana, la tarde y la noche

  • English Breakfast Tea, un té negro, que muchas veces incluye Keemun y que se suele mezclar con leche, con un bouquet que recuerda al pan tostado.
  • Limón. el limón se le agrega al té en lugar de leche. Nunca van juntos.
  • Irish Breakfast Tea. entre los conocedores es muy apreciado, mientras más fuerte mejor. Generalmente se consume en la mañana pero los irlandeses suelen tomarlo durante todo el día. Sólo se le debe agregar leche tibia o al tiempo nunca fría y azúcar. La crema lo echa a perder.
  • Caravan. Un excelente té de Rusia. Mezcla de tés chinos e indios y cómo el Irish Tea se sirve con leche y azúcar. Los rusos le solían agregar mermelada, miel y un poco de limón.
  • Earl Grey. Es una mezcla de tés negros y aceites con sabor ahumadito. Se presume uno de los tés más populares del mundo, se suele servir solo.
  • Darjeeling. Un té tan completo como complejo, surgido en la India . Se usa más de tarde y se toma solo, a veces limón, nunca leche.
  • Oolong. Este elegante té se conoce como la champaña de los tés. Originalmente de China hoy se produce en Taiwán. No se le debe agregar absolutamente nada, es perfecto para acompañar el Afternoon Tea.
  • Te Verde. Es japonés y es muy popular a últimos tiemplos por su saludable efecto antoioxidante, tiene mucha cafeína.
  • Keemun. El más famoso té chino. Le puedes agregar leche o azúcar, pero nunca limón.
Vía Canva

1. La Hora del té y un paseo por el campo.


María Fernanda Monroy Pérez estudió Ingeniería en sistemas en la Facultad de Ingeniería en Ciudad Universitaria, hizo un doctorado en lenguajes artificiales en MIT y actualmente es empresaria, directora y dueña de una empresa de consultoría en sistemas, pero lo suyo, lo suyo es comprar vajillas, en especial juegos de té, los tiene de todo tipo, tamaño y color, muy finos y otros no tanto. Le encantan y le han encantado siempre, asegura que era el único juguete “de niñas” que tuvo en su infancia. De vez en vez organiza una hora del té en su casa.

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