Queridos míos, Vario Avito Bassiano, actual emperador romano, es un mal ser, y Roma entera está de acuerdo. De todas partes escucho terribles chismes acerca de sus diabluras, o más bien, de sus locuras. Dicen que desde que era niño le gustaba maltratar animales por puro placer.
Subió al poder a los catorce años, mediante un golpe de Estado orquestado por su abuela Julia Mesa y su tutor, el eunuco Gannys, quienes mandaron asesinar al emperador Macrino para imponer —sin permiso del Senado— a este chamaco.
Roma, febrero de 222
Desde que empezó a gobernar, Vario Avito inspiró desconfianza. En primer lugar, desterró a Júpiter como máximo dios de Roma para colocar a la deidad de la que es sacerdote, el dios solar El-Gabal. De ahí deviene que su nombre original fuera sustituído por el de Heliogábalo. Obviamente muchos se molestaron, pues no se impone un dios así como así.
Quitando lo de la religión, Heliogabalito tiene ciertas costumbres sexuales incontrolables: se ha casado seis veces, una de ellas con ¡una virgen vestal! Esto es terrible, pues una virgen vestal debe de ser ESO, una virgen. Y bueno, mejor ni hablamos de su sexto matrimonio, pues resulta que en esta ocasión, Heliogábalo es la novia y el marido es su amante Hierocles, un esclavo altísimo, rubio y muy apuesto, por cierto, pero esclavo, al fin. ¡Y pensar que Heliogábalo le quiere dar un poder excesivo, proclamándose «la reina de Hierocles»!
Por si lo que les he contado fuera poco, también les tengo que hablar de los gastos excesivos del emperador —¿o debo decir «reinita»?—. Heliogábalo está vaciando las arcas del Imperio con los fastuosos festejos que organiza y con su obsesión por emperifollarse: vestidos, pelucas, maquillajes, y el colmo es que ha ofrecido una fortuna al médico que le cambie el sexo, pero como ningún valiente le quiso hacer la delicada operación, se contentó con una circunsición… ¡inocente!
Después de todo lo que les he platicado de este niño terrible, primer transexual de la historia, no les extrañará saber que periódicamente se disfraza de prostituta y saca a las cortesanas de sus prostíbulos para ser él la única chica que ofrece sus favores a los clientes. Sin embargo, ya vio que se está quemando bastante en las calles, por lo que ha decidido transformar una de las habitaciones de su palacio en un prostíbulo particular donde pueda disfrutar a placer de este hobby, uno de sus favoritos.
Como se habrán dado cuenta, Heliogábalo está cada vez más loco, así que —esto es absolutamente confidencial— ya se está preparando un grupo de conspiradores para derrocarlo y arrancarle el poder que tan malamente ejerce. Será cuestión de unas semanas más para que la propia Guardia Pretoriana arreste y ejecute a este monstruo de apenas 18 años. ¡En qué manitas ha estado el gobierno de Roma durante los últimos cuatro años, ¿verdad?!
Au revoir!