Después de la II Guerra Mundial, el mundo se vio dividido en dos bloques políticos e ideológicos, encabezados por los EE.UU. y la URSS —las dos superpotencias—, que estaban en continua disputa, tensión militar y competencia económica. Uno de los aspectos más palpables de esta «Guerra Fría» fue una carrera para desarrollar y acumular armas cada vez más sofisticadas; es en este marco que la KGB—la agencia de seguridad e inteligencia soviética— llevó a cabo una investigación sobre la posibilidad de usar armas psíquicas para espiar y atacar a los EE.UU.
Proyecto Pandora
A finales de los años 50, Charles Bohlen, embajador de los EE.UU. en Moscú, y su sucesor, Llewelyn Thompson, fueron víctimas del cáncer durante su estancia en la urss; dos décadas más tarde, el embajador Walter J. Stoessel Jr. sufrió de náuseas, mareos y linfoma.
Según lo revelaría más tarde el Proyecto Pandora —dirigido por la CIA para estudiar la respuesta cerebral a la radiación electromagnética—, los rusos habían instalado una antena de microondas —llamada Moscow Signal— cuyo fin era controlar las mentes del personal de la embajada de los EE.UU. en la capital rusa.
La manipulación del cerebro fue el objetivo del Proyecto Pandora.
Psicokinesis como arma mortal
En 1970, Nina Kulagina, una rusa con poderes psicokinéticos —capacidad para mover y deformar objetos con el poder de su mente— demostró en un laboratorio de Leningrado que era capaz de controlar a voluntad el latido del corazón de una rana y, en un momento dado, detenerlo por completo. La kgb pretendía utilizar este poder contra seres humanos … y efectuar asesinatos imposibles de detectar.
Rayos electromagnéticos, ataques psíquicos y psychotronics eran parte de los planes de la kgb para eliminar a sus enemigos.
Ajedrez teledirigido
Durante la final del campeonato mundial de ajedrez, el excampeón mundial —y desertor de la URSS— Viktor Korchnoi, se quejó de que la KGB había enviado al famoso hipnotista Dr. Zukhar como parte del equipo de su rival, Anatoli Karpov, y de que Zukhar había estado hostigándolo mentalmente con mensajes telepáticos. ¿El resultado? Un match que se prolongó 36 juegos, y la victoria de Karpov, el Niño de Oro de la URSS.