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Sitios para gozar y pecar

La historia nocturna de México tiene su escenario en locales cerrados donde la gente puede divertirse y dejarse envolver por las tentaciones que éstos ofrecen.

La historia nocturna de México tiene su escenario en locales cerrados donde la gente puede divertirse y dejarse envolver por las tentaciones que éstos ofrecen.
Aunque hoy en día, a la mayoría de ellos se les llama coloquialmente antro, esta palabra no tenía el mismo significado que el actual. A lo largo del siglo xx pulularon en nuestro país, principalmente en la Ciudad de México, lugares para pasar una buena noche de farra.
antro. En la actualidad, los fiesteros suelen llamarle antro a un bar o, más propiamente, a un sitio exclusivo para oír música a altos volúmenes, bailar —a veces—, ligar y, sobre todo, emborracharse. Sin embargo, en tiempos de nuestros abuelos, se le denominaba así a un local repelente y de mala reputación, al «cabaretucho» de mala muerte, ambiente húmedo y oscuro. De hecho, la denominación completa era «antro de vicio» o «de perdición», equivalente a —como dice María Moliner— «un lugar, por ejemplo una casa de juego, en que la gente se entrega al vicio». Etimológicamente, proviene del latín antrum, y éste del griego antrum, ‘caverna, cueva, gruta’.

discoteca. En los años 70, quienes se fascinaron con la música disco —Bee Gees, Donna Summer y compañía— se pasaban los sábados por la noche en las discotecas, bailando y luciendo pantalones acampanados. Eran lugares de diversión nocturna donde se bebía y se bailaba, igualito que en los cabarets; la diferencia es que, mientras en aquéllos había orquesta y cantantes en vivo, la música de las discos provenía, justamente, de discos de acetato y había un disk jockey que se encargaba de ponerlos. Un ejemplo claro sería el célebre Studio 54 de Nueva York.

hoyo funky. Este tipo de local merece una explicación histórica. Después del Festival de Avándaro1, el rock fue censurado por el gobierno; los chavos rocanroleros, admiradores de The Rolling Stones y The Doors eran considerados delincuentes, drogadictos y desenfrenados sexuales. Así pues, se reunían en locales clandestinos de zonas populares de la ciudad donde grupos como Three Souls in my Mind —hoy El Tri— ofrecían tocadas de rock. María Eugenia Sevilla describe a estos hoyos funkys como «galerones, bodegas, cines, casas abandonadas, gimnasios, supermercados vacíos, estacionamientos, salones de baile o salones de usos múltiples, escasamente acondicionados para los conciertos», donde el rock encontró su refugio2.

tugurio. María Moliner indica que esta musical palabra proviene del latín tugurĭum, ‘choza’. El drae lo define como una «habitación, vivienda o establecimiento pequeño y mezquino.» Un tugurio es un sitio de mala muerte y peor fama, un garito, un local donde, como en todos los lugares para gozar y pecar, se bebe, se fuma, se juega y se disfrutan altamente las más bajas pasiones.

En la sección de comentarios comparte con nosotros: ¿qué tipo de lugar es tu favorito para la diversión nocturna: un antro, un tugurio, un bar o una fiesta? ¿Conoces otra forma de llamarle a estos lugares?


1 v. Algarabía 90, julio 2010, DESDE EL PALCO: «El Festival de Rock y Ruedas de Avándaro»; p. 69.
2 María Eugenia Sevilla. «Rescatan la trayectoria de sirenas rockeras», en Reforma, 13 de junio de 2001; en http://cendoc.imjuventud.gob.mx


Ma. Luisa Durán es periodista. Al acecho de las noches de ladies y los 2×1, si tuviera que elegir entre alguno de los sitios anteriores, preferiría el cabaret de las rumberas, para gozar, y el café cantante, para pecar al ritmo del rock and roll.

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