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Gaslighting o el «¡neta estás bien loca!»

Por María del Pilar Montes de Oca

¿Alguna vez tu pareja te ha dicho «estás loca, yo nunca dije eso», y tú sabes perfectamente que sí lo dijo?

O alguna vez te han dicho frases como «¡No dramatices!», «Estás histérica», «De todo la haces de pedo», o bien «Sí te llamé —cuando tú sabes perfectamente que no te llamó—». ¿Alguna vez te han tildado de alucinada con los demás? «Es que no le crean», «Siempre hace eso», «Se pone como loquita», «Ya sabes como alucina esta pinche vieja», etcétera.

Pues si te ha pasado, eso tiene un nombre: gaslighting.

Y como todo lo que tiene nombre, existe, es real, y muchas personas lo hacen o lo han sufrido.

El concepto se puede definir como «la manipulación en la que alguien puede hacer que otro cuestione su propia realidad» y se considera un patrón de abuso emocional en la que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria.

Por extensión, el término también se puede usar para describir a una persona o líder —un gaslighter o gaslighteador— que presenta una narrativa falsa a un grupo de personas que los lleva a dudar de sus percepciones y a ser engañados, desorientados o angustiados.

Generalmente, esta dinámica es posible sólo cuando la audiencia es vulnerable, como en relaciones de poder desiguales, o cuando la audiencia teme las pérdidas asociadas con desafiar la narrativa falsa, el caso de Trump es el más flagrante: negaba, indiciaba, influenciaba, en fin… Y peor aún el caso de David Koresh y la tragedia que provocó en Waco, Texas. Pero, realmente, es menos común usarlo de esa forma, social o masiva, sino más bien de persona a persona.

Gas de luz obscura

Gaslighting fue en gran medida un término oscuro hasta mediados de la década de 2010, cuando se filtró ampliamente en el léxico del inglés.

Según la Asociación Americana de Psicología, el término refiere «a la manipulación tan extrema como para inducir una enfermedad mental o para justificar el internamiento de la persona afectada por gas en una institución psiquiátrica, y ahora se usa de manera más general».

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The New York Times utilizó por primera vez la forma de gerundio común gaslighting en 2015 y la American Dialect Society reconoció la palabra gaslighting como la nueva palabra «más útil» del año en 2016. Mientras que Oxford University Press nombró gaslighting como finalista en su lista de las nuevas palabras más populares de 2018.

El término, gaslighting o gaslighteo —como ya se dice en nuestra lengua— hasta hoy se usa muy ocasionalmente en la literatura clínica, pero la Asociación Americana de Psicología aún lo considera un coloquialismo.

El primer estudio que se hizo de esto fue en 2008, y se publicó como «Gaslighting: A Marital Syndrome»: en él se examinan ciertos comportamientos masculinos durante y después de sus aventuras extramatrimoniales, así como el efecto de esos comportamientos y actitudes asociados en sus cónyuges y se concluye que tanto los maridos como los terapeutas masculinos pueden contribuir a la angustia de las mujeres, no sólo al etiquetar erróneamente sus reacciones, sino también a través de la continuación de ciertas etiquetas estereotipadas que se imponen negativamente en la esposa afectada.

Gaslighting es también ahora utilizado en la literatura de autoayuda y en la psicología amateur para describir la dinámica entre dos partes: el gaslighter o gaslighteador, que presenta persistentemente una narrativa falsa, y el gaslighted o gaslighteado, que lucha por mantener su autonomía individual.

Y siempre se aclara que esta dinámica sólo puede ser efectiva cuando hay una estructura de poder desigualo cuando el gaslighteado le ha otorgado su respeto al gaslighteador.

¿Por qué ese nombrecito tan raro de gasluceando?

El término se deriva de la película británica Gaslight de 1940 basada en una obra de teatro del mismo nombre de Patrick Hamilton, dirigida por Thorold Dickinson, en la que actúan Anton Walbrook y Diana Wynward —y que yo ya vi tres veces.

Básicamente la trama es la siguiente: en el Londres victoriano, de lo único que se habla en un vecindario específico es que en 1880 alguien finalmente se mudó al número 12 de Pimlico Square.

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La casa había estado vacía durante casi 20 años cuando la dueña anterior, Alice Barlow, fue asesinada allí, y se cree que sus valiosos rubíes fueron robados durante el crimen.

Los nuevos propietarios, los recién casados Paul y Bella Mallen, pueden o no estar al tanto de ese hecho.

Bella sufre de los nervios, y éstos empeoran después de mudarse a la casa: según esto se la pasa olvidando y perdiendo cosas y su esposo se lo reprocha todo el tiempo, ella se angustia más y así se hace un círculo vicioso. Además, «parece delirar» al escuchar ruidos en el ático de la casa que está clausurado y ver que las luces de gas de la casa parpadean cuando esto pasa.

Esos parpadeos sólo deberían ocurrir cuando se encienden y apagan otras luces en la casa ya que el gas se dispersa.

Se lo dice a Paul, pero él afirma que está loca.

Vemos como el «amor»de Paul por Bella cruza esa delgada línea hacia el odio al lidiar con el empeoramiento de sus nervios, aislándola en la casa para no avergonzarse de ella en público y haciéndole saber a todas sus amistades que está loca.

Sin embargo, B. G. Rough, el dueño del establo, que una vez fue agente de policía y que trabajó en el caso Barlow, duda de Paul Mallen, duda que sea la persona que dice ser y cree que en realidad es alguien indirectamente asociado con el caso Barlow.

Con la ayuda del primo de Bella, Vincent Ullswater —quien siempre ha estado en desacuerdo con Paul, porque se ha negado a dejarlo ver a Bella sin que ella lo sepa— Rough descubre lo que sucede detrás de las puertas cerradas del 12 de Pimlico Square, él es el asesino, quiere hacer pasar a su mujer por loca y además quedarse con la casa y con las joyas.

Corolario

Esto es a muuuuy grandes rasgos, el gaslighting o gaslighteo, si alguna vez te ha pasado o te pasa, pues ya sabes que hacer, corre por tu vida y cuéntaselo a quien más confianza le tengas.

María del Pilar Montes de Oca Sicilia ha tenido muchas relaciones de pareja: algunas buenas, otras malas, otras regulares, pero nunca se ha dejado gaslightear

Entérate más en nuestra edición 203:

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