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Eugenesia

Eugenesia, la «ciencia» que prometía mejorar las cualidades innatas de una especie.

El concebir hijos fuertes y saludables es una meta deseable para cualquier padre, y ése parecía ser el objetivo de la eugenesia, la «ciencia» que prometía mejorar las cualidades innatas de una especie. Incluso su raíz etimológica pareciera ser inocente, benéfica: proveniente del griego ευγονική —Eugoniké—, que a su vez está formado por εὖ, ‘bueno’ y γένος, ‘Origen’, se traduce literalmente como ‘bien nacido’. 

El Origen

La eugenesia ha existido desde los orígenes de la historia. El investigador Allen G. Roper señala que las primeras tribus se deshacían de los recién nacidos deformes o débiles y, en tiempos de hambruna, eliminaban a los enfermos y ancianos para garantizar el alimento a aquéllos con más probabilidades de sobrevivir. Siglos después, para evitar la «degeneración» de la clase dirigente de la antigua Grecia, Platón sugería en La República que «el bueno debe ser emparejado con el bueno, y el malo con el malo; el descendiente de uno debe ser criado y el del otro, destruido». 
En el siglo XIX, el científico Francis Galton —primo de Charles Darwin— se basó en la teoría de la selección natural para acuñar el término «eugenesia», promulgando que era la forma de lograr una humanidad saludable, sin rasgos de padecimientos mentales o malformaciones.
Galton se sustentaba en la idea del determinismo genético, sosteniendo que el comportamiento humano está definido por la genética. Sugirió preservar el «mejoramiento» de la especie promoviendo la reproducción de los especímenes de genes «aceptables» y limitando los «inferiores», es decir, aquellos que no tenían el «adecuado color de piel», condición socioeconómica, inteligencia, nacionalidad, orientación sexual o religión; los genes «superiores», decía, correspondían al hombre caucásico y heterosexual. 

El contexto histórico

La revolución industrial trajo consigo la migración de los trabajadores del campo a las ciudades, aumentando su población a niveles insostenibles que devinieron en la gran hambruna ocurrida entre 1846 y 1847, generando grandes problemas de salud, elevada mortalidad y sobrepoblación. 
Años después, ya pasada la Guerra Civil estadounidense, la economía era inestable y los inmigrantes del sur y este de Europa migraron en masa hacia los EE. UU. Cuando estalló la I Guerra Mundial, las desigualdades entre los diferentes segmentos de la sociedad se hicieron más visibles. 
Para explicar esta disparidad se optó por la idea del «darwinismo social», alegando que la población privilegiada era «genéticamente superior y, por tanto, más aptos para sobrevivir económicamente». Sin embargo, su tasa de natalidad iba disminuyendo, mientras que la de los pobres aumentaba. El gobierno comenzó a difundir la idea del progresismo científico, proponiendo «controlar la naturaleza» por medio de la ingeniería social. Entonces se usó a la eugenesia como una disciplina académica; se formaron asociaciones como la Federación Internacional de Organizaciones Eugenistas, que abogaron políticamente por sesgar los derechos reproductivos de ciertos sectores mediante la esterilización o el aborto forzado, deviniendo finalmente en la aniquilación de personas portadoras de «genes indeseables». 

Tú vives, tú mueres —la eugenesia aplicada—

Si bien la Alemania nazi es lo primero que asociamos con la «limpieza racial», debemos recordar que los eugenistas estadounidenses, británicos y alemanes ya discutían abiertamente el uso de cámaras letales para «eliminar a los defectuosos» antes de 1942. 
A inicios del siglo xx, los EE.UU. forzaron la esterilización de pacientes psiquiátricos; se cree que al menos 60 mil personas, principalmente mexicanas 1 y afroamericanas, fueron operadas sin su consentimiento entre 1909 y 1979. Europa y Asia implementaron programas similares; al menos 60 mil fueron esterilizados en Suecia hasta 1960. Por otro lado, la España franquista basaba su «higiene racial» no en la genética, sino en la política y la «moral»; el psiquiatra Antonio Vallejo-Nágera abogaba por una «lucha higiénica contra los gérmenes morbosos que carcomen la raza hispana», en la que los marxistas debían ser eliminados. 

Paradójicamente, en Latinoamérica se fundaron asociaciones para promover la conservación del «blanco» sobre el indígena; Brasil, Argentina y Perú aplicaron legislaturas que facilitaran la migración de europeos para ayudar a «blanquear la raza» o discriminaron a la población indígena ignorando sus necesidades de empleo, salud y educación. En México se fundó la Sociedad Eugénica Mexicana para el Mejoramiento de la Raza en 1931; sus miembros eran connotados personajes como Fernando Ocaranza —director de la Facultad de Medicina y rector de la UNAM de 1924 a 1934—. Se planteaba que ante la «falta de la integración» de los indígenas a la sociedad y el costo de garantizar la salud de los pobres, el mejoramiento racial produciría una patria rica y sana. Entre otras acciones, se hicieron campañas para inculcar en las niñas ricas ideas clasistas que evitaran la reproducción con hombres «inferiores». 
En la misma época, el doctor Antonio F. Alonso —miembro de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad Mexicana de Biología— propuso la esterilización de los criminales, el fomento a la migración europea y la restricción de matrimonios con «razas inferiores».
La idea fue puesta en marcha de forma velada, afectando principalmente a las mujeres indígenas y generando desconfianza —hasta ahora— entre dicho sector de la población y las instituciones. 

Es doloroso que el declive de esta idea haya llegado hasta que las atrocidades de la Alemania nazi se hicieron públicas. Se estima que alrededor de 15 millones de personas murieron en sus campos de concentración y durante los ataques de la II Guerra Mundial.  
1 En 1939 el 36% de las personas sometidas a esterilizaciones forzosas en los E E.U U. tenían apellidos como García, Gómez o Gallego. De éstas, 60% eran mujeres. 

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