La exposición al estímulo fóbico provoca, casi invariablemente, una respuesta inmediata de miedo, que puede tomar la forma de una crisis de pánico. La persona reconoce que este miedo es excesivo e irracional, pero no puede controlarlo. Las situaciones que provocan fobia se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar.
Resulta que estas fobias se han ido volviendo cada día más famosas y tienen nombre. Lo más grave es que éstas interfieren marcadamente con la rutina normal de la persona, con sus relaciones laborales —o académicas—, familiares o sociales.
Presentamos no las más comunes, pero sí algunas de las más curiosas y extrañas:
bibliofobia: miedo a los libros y bibliotecas
catisofobia: miedo a sentarse
eleuterofobia: miedo a la libertad
epistemofobia: miedo al conocimiento
frenofobia: miedo a pensar
genufobia: miedo a las rodillas
heliofobia: miedo al sol
hipopotomonstrosesquipedaliofobia: miedo a las palabras largas
logofobia: miedo a ciertas palabras
metatesiofobia: miedo a los cambios
metrofobia: miedo u odio a la poesía
nefofobia: miedo a las nubes
nostofobia: miedo a volver a casa
peladofobia: miedo a la gente calva
querofobia: miedo a la alegría de los demás
Así que no seas bibliofóbico y conoce más sobre fobias raras en nuestro libro De mentes y dementes del Acervo Algarabía.