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Colación

Debemos conocer las diferentes colaciones, unas son las que calman el hambre antes de la hora de comer y otras las que usamos como adornos navideños.

«De colación puedes comer un yogurt o una fruta, no antes de dos horas ni después de cuatro de tu comida anterior. Y son dos colaciones al día», me dijo el doctor aleccionándome sobre mi nueva dieta, pero en lo único que pensaba yo era en la colación navideña, ésa que me daban en canastitas de plástico flexible, verdes, azules y rositas, la misma que, cuando ponían dentro de la piñata, se estrellaba contra el piso junto con la fruta y hacía un mazacote asqueroso que nadie se comía y que mis primos usaban como municiones para la resortera.

Entonces, resulta que hay de dos tipos de colación: el alimento ligero que se ingiere entre comidas y la de la piñata; esas bolitas con forma de nube o ahuevadas, rellenas de cáscara de naranja, cacahuate o almendra que sabían a basura —porque la cáscara de naranja sabe siempre a basura y las semillas siempre están rancias— y ésas otras chiquitas, lisas y azules que son menos repugnantes pues están hechas de puro azúcar pintado con un poco de anís. El nombre de esta colación proviene del latín collatio, de collare, ‘conferir’. En su origen, la palabra tenía un uso jurídico, pertinente en la redistribución equitativa de los bienes en las herencias. Resulta entonces una ironía que la colación se ponga en la piñata, en donde la repartición es todo menos equitativa.

La otra colación, la que me tengo que comer desde hace un año dos veces al día religiosamente, proviene del latín colare, ‘colar’, «pasar una cosa en virtud de engaño o artificio». Es decir, que me como la dichosa manzana —en el mejor de los casos, o en el peor: un licuado de sospechosa procedencia y ominoso sabor— para entretener la tripa o engañar a la solitaria nada más.

47pasión por las palabrasRetórica bíblicapor Ilah de la TorretPALABRoTAS¿Le ha ocurrido alguna vez, querido lector, que, por diversas razones, se encuentra en una misa sólo moviendo los labios para tratar de imitar lo que los demás dicen porque no entiende nada de lo que pasa ahí? Habrá quienes sí sepan qué hacer porque desde su infancia acuden a esos actos religiosos, pero hay otros que simplemente llegan ignorantes de lo que se tiene que hacer o decir. Por ello, para orientarse en esta época de posadas, pastorelas y misas de gallo, échele un vistazo a estas tres palabrotas.La otra colación, la que me tengo que comer desde hace un año dos veces al día religiosamente, proviene del latín colare, ‘colar’, «pasar una cosa en virtud de engaño o artificio». Es decir, que me como la dichosa manzana —en el mejor de los casos, o en el peor: un licuado de sospechosa procedencia y ominoso sabor— para entretener la tripa o engañar a la solitaria nada más. El franciscano Nicolás de Lira fue uno de los exégetas cristianos más influyentes del siglo xv.exégesisLa palabra exégesis —o exegesis, también se puede escribir sin acento— viene del griego ἐξήγησις, que significa ‘explicación, relato’; es decir, el ejercicio de la exégesis es cuando se interpreta y explica un texto. Este término se usa especialmente cuando se trata de los libros de la Biblia, aunque también se emplea como método en lo jurídico. El individuo que practica esta disciplina se llama exégeta y su forma adjetiva es exegético.48Esta palabra viene del latín psalmus, que a su vez viene del griego ψαλμός, de ψάλλειν, que significa «tocar las cuerdas de un instrumento musical». Por ello, cuando nos referimos a los salmos indicamos una «composición o cántico que contiene alabanzas a Dios». Los temas que generalmente se abordan en ellos son de alabanza a Dios, súplicas o lamentaciones, o incluso agradecimiento. Hay distintos tipos de salmos, como el responsorial, que es el que se lee o se canta en la misa con respuestas aclamadoras de la gente. Sin embargo, coloquialmente también se usa esta palabra en frases como «cantarle a alguien el salmo» —que significa reprender a alguien y advertirle lo que debe hacer en algún asunto— y «saber alguien su salmo» —es decir, saber lo que le conviene. salmoperícopaA mediados del siglo xvii, la palabra perícopa llegó a través del latín, que a su vez se tomó del griego περικοπη, pericopé, ‘sección’, que viene de peri, ‘alrededor de’ y copē, ‘cortar’. Por tanto, es el extracto de un texto y se refiere principalmente a pasajes de la Biblia muy conocidos y usados. Por ejemplo, cuando dicen en las misas «…Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» —San Juan 1, 1-18— se está echando mano de una perícopa, a veces para dejar una enseñanza moral. De hecho, es un concepto que se utiliza mucho en la exégesis del Nuevo Testamento. Sin embargo, también se emplea en retórica como un término que designa un grupo de versos con un sentido unitario coherente. En las perícopas, por tanto, lo que se hace es extraer lo fundamental de un texto.«Éste es mi cuerpo, que será entregado por vosotros…»Evangelio según san Lucas«Escucha mi palabra, Yahvé, repara en mi plegaria, atento a mis gritos de auxilio, rey mío y Dios mío.»Salmo 549

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