Lenguajes – Algarabía https://algarabia.com Algarabía Thu, 20 Feb 2025 16:14:21 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://algarabia.com/wp-content/uploads/2021/06/favicon.png Lenguajes – Algarabía https://algarabia.com 32 32 Cómo reconocer los géneros literarios II https://algarabia.com/como-reconocer-los-generos-literarios-ii/ https://algarabia.com/como-reconocer-los-generos-literarios-ii/#respond Thu, 20 Feb 2025 16:14:19 +0000 https://algarabia.com/?p=24326

¿Qué clase de misterio es ése que hace que el simple deseo de contar historias se convierta en una pasión, que un ser humano sea capaz de morir por ella; morir de hambre, frío o lo que sea, con tal de hacer una cosa que no se puede ver ni tocar ni que, al fin y al cabo, si bien se mira, no sirve para nada?
Gabriel García Márquez

Géneros narrativos

El rasgo que los define es que narran una historia en un espacio y un tiempo determinados, con un conflicto bien planteado y ascendente que pone a prueba a los personajes. Desde la expresión más breve hasta la más compleja y extensa, este atributo permanece como guía de las pasiones de los individuos. Toda ficción, a decir de Todorov, «evoca un universo de experiencia», mediante el lenguaje.

Los españoles Benito Pérez Galdós y Jacinto Benavente, así como, ya entrados en el siglo XX, el colombiano Gabriel García Márquez y los mexicanos Martín Luis Guzmán, Jorge Ibargüengoitia y Juan García Ponce son ejemplos de narradores cuyas obras seguramente conoce o ha disfrutado.

Como subgéneros narrativos podemos destacar los siguientes:

  • Fábula. Del latín fabula, que significa «conversación», es uno de los géneros más antiguos. Primero apareció en la India, luego en China y el resto de Oriente; más tarde, en Grecia y en Roma. Durante la Edad Media era común dentro de las lenguas romances. La mayor parte de estas narraciones —breves, por cierto— arrojan enseñanzas morales o «moralejas». Los protagonistas pueden ser animales, plantas, hombres e incluso dioses. Las de Esopo, La Fontaine o ChaucerCuentos de Canterbury— son ejemplos famosos. Varios autores de todas las épocas incursionaron en el género: Goethe, con su Reinaldo el Zorro, Lord Byron con El prisionero de Chillon, y Pushkin con El cuento del gallito de oro. Actualmente, la fábula goza de gran auge debido a la promoción de lectura para niños y jóvenes.
  • Cuento. Del latín compŭtus, que significa «cuenta», es una narración en prosa —por lo regular, breve— que tiene un grupo limitado de personajes y cuya trama se centra en una acción o situación específica. Tal vez sea uno de los géneros más frecuentes porque se sustenta en las narraciones orales y populares, mismas que se remontan a las primeras civilizaciones humanas.Algunos de los relatos más antiguos de los que se tienen registro son «Los cuentos de los magos», escritos sobre papiro en el año 3000 a.C., en Egipto. En la Biblia —más de mil años antes de la era cristiana— hay narraciones que cumplen cabalmente estas características —como el libro de Jonás—, al igual que algunos pasajes de las Historias de Herodoto (450. a.C.). Las mil noches y una noche, son una recopilación imprescindible que sintetiza, no sólo las tradiciones del mundo árabe y el imaginario colectivo de Oriente, sino gran parte de muchas leyendas que luego se adaptarían a otras culturas.Entre los autores imprescindibles del cuento, se encuentran ApuleyoMetamorfosis y El asno de oro—, Don Juan ManuelEl conde Lucanor—, BocaccioEl Decamerón—, Tirso de MolinaLos cigarrales de Toledo—, Walter ScottCuentos de un abuelo—, Hoffman —la colección de Los hermanos Serapión y Opiniones del gato Murr—, por supuesto, los que recopilaron de la tradición oral los hermanos Grimm y Charles Perrault —y que entran en el subgénero de cuentos de hadas— al igual que los cuentos de Hans Christian Andersen; Irving: Rip Van Winkle y La leyenda de Sleepy Hollow; Balzac: El verdugo, La piel de zapa; Hawthorne: Cuentos contados dos veces; Edgar Allan Poe: La caída de la casa Usher, El escarabajo de oro, Ligia; T. Gautier: La muerta enamorada, Avatar; Charles Dickens: Un cuento de Navidad, El grillo del hogar; Turgenev: Relatos de un cazador, Primer amor; Flaubert: Tres cuentos.

    Todos estos son previos a 1850, y si continuamos con este recuento, no nos alcanzaría esta página, pero tampoco se puede dejar de mencionar algunos de los más representativos del siglo XX: Thomas Mann: la colección de Tristán, Amo y perro, Mario y el Mago; James Joyce: Dublineses; William Faulkner: Una rosa para Emilia; Franz Kafka: Informe para una academia, Un médico rural y Ante la ley; Juan José Arreola: Mi confabulario; Jorge Luis Borges: Ficciones, El Aleph, El informe de Brodie, El libro de arena; Adolfo Bioy Casares: Relatos fantásticos; Julio Cortázar: Bestiario, Historias de cronopios y famas; Juan Carlos Onetti: La novia robada; Juan Rulfo: El llano en llamas.

  • Novela. Es el género más cultivado en la actualidad. Se define como una narración extensa que propone una visión mucho más individualizada y compleja que la del cuento y cuestiona a las sociedades lo mismo que a los sujetos, sin caer en el juicio explícito: describe experiencias y sentimientos mediante una trama que se sustenta tanto en los personajes que la interpretan, como en los acontecimientos que los van relacionando.Uno de los textos que se considera antecedente del género es El satiricón, atribuido a Pretonio. Hacia el año 1010 de nuestra era, La historia del Genji, del japonés Murasaki, ya reunía muchas de las características de la novela, pero es hasta Gargantúa y Pantagruel (1532), de Rabelais, que el género cobra mayor auge y se publican obras como El Quijote, de Cervantes, que demuestra que el español ya era una lengua tan completa como el latín —pues en aquél entonces todo texto que no fuera escrito en la lengua clásica estaba condenado al olvido— y también la novela comienza a darle relevancia al nombre de los autores.Algunas obras emblemáticas del género son: Robinson Crusoe, de Daniel Defoe; Los viajes de Gulliver, de J. Swift; Julia, o La nueva Eloísa, de J. J. Rosseau; Jacques el fatalista, de Denis Diderot; El joven Werther, de Goethe; Orgullo y prejuicio, de Jane Austen; Lo rojo y lo negro, de Sthendal; Frankenstein, de Mary Wollestonecraft Shelley; La comedia humana, de Balzac; Los tres mosqueteros, de Dumas; Los miserables, de Victor Hugo; La letra escarlata, de Hawthorne; Oliver Twist, de Charles Dickens; Moby Dick, de Mellville; Crimen y castigo, de Dostoievski; Madame Bovary, de Flaubert; Ana Karenina, de L. Tolstoi; Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain; La derrota, de Émile Zola; Una vuelta de tuerca, de Henry James; Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós; El crimen del padre Amaro, de Eça de Queiroz; El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson

    Y saltamos hasta el siglo XX para mencionar: Un mundo feliz, de Aldous Huxley; La Metamorfosis, de Franz Kafka; La muerte de Virgilio, de Hermann Bröch; El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald; Luz de agosto, de William Faulkner; El viejo y el mar, de Hemingway; Las uvas de la ira, de Steinbeck; La náusea, de Jean Paul Sartre; Dos mujeres, de Alberto Moravia; La peste, de Camus; El guardián entre el centeno, de Jerome D. Salinger; El tambor de hojalata, de Günter Grass; La invención de Morel —de las contadas de ciencia ficción en Latinoamérica—, de Adolfo Bioy Cazares; A sangre fría, de Truman Capote; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier; Paradiso, de José Lezama Lima; Rayuela, de Julio Cortázar; Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa; Todos los nombres, de José Saramago.

Géneros dramáticos

Junto con la épica y la lírica, el drama es una de las manifestaciones básicas de la creación literaria. A diferencia del cuento, la novela, la fábula —entre otros géneros narrativos—, en el drama no se presentan los acontecimientos en un relato, sino mediante la representación de actores que interpretan a los personajes de la obra. El drama se desarrolló en varias regiones del mundo —Egipto, Grecia, India, China— de forma independiente, pero en el drama occidental, hay dos tipos principales: la tragedia y la comedia.

  • Tragedia. Del griego tragoedĭa, que significa literalmente «canción de machos cabríos». Su función es mostrar el carácter impredecible del destino. Por lo regular, la trama describe una gran lucha moral entre el protagonista —o personajes involucrados— y una fuerza superior. Esta fuerza puede ser el destino —como en las griegas—, las circunstancias o la sociedad; esta lucha por lo regular termina en una desgracia o en una desilusión —en la tragedia clásica la conclusión recurrente era la muerte—; pero aunque el final sea infeliz, es muy significativo y perturbador para los espectadores. Edipo Rey y Electra son ejemplos de tragedias de la Grecia antigua; Hamlet y El rey Lear, de William Shakespeare, fueron escritas en el siglo XVII.
  • Comedia. Las situaciones que expone son amables, divertidas e, incluso, hilarantes; pero lo más importante es que sugieren una crítica a la sociedad y al individuo mismo. Su temática es muy variada y los personajes que la ejemplifican siempre llegan a un final feliz. Ejemplos son: Pluto, de Aristófanes, y Las preciosas ridículas, de Molière.

Género mixto

Por último dedicamos un brevísimo espacio a los géneros mixtos, aquellas formas que desafían a los géneros descritos porque contienen elementos de todos ellos. Citaremos sólo dos muy relevantes:

  • Epístola. Es, esencialmente, una carta en verso que expone ideas de orden moral o filosófico. Lo que da a conocer no es sólo un punto de vista, sino el dominio sobre una cuestión particular. Las Epístolas de Plinio «el Joven» son un claro ejemplo de este género.
  • Ensayo. Se trata de un escrito a través del cual el autor analiza un aspecto de un tema específico, adoptando claramente una postura. Su exposición es siempre argumentada. Prácticamente el fundador de este género fue Montaigne, quien tituló así a sus manuscritos en los que reflexionaba sobre el mundo y sus conjuntos: Ensayos. Otro ensayista excelso es Octavio PazEl arco y la lira—, al igual que Umberto EcoApocalípticos e integrados.

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Mito: El iq determina cuán inteligente eres https://algarabia.com/mito-el-iq-determina-cuan-inteligente-eres/ https://algarabia.com/mito-el-iq-determina-cuan-inteligente-eres/#respond Wed, 19 Feb 2025 05:03:35 +0000 https://algarabia.com/?p=57851 No hay razón para creer que la medida del llamado «Coeficiente Intelectual» —iq, por sus siglas en inglés— refleja la capacidad cognitiva de la mente humana. Dicha medida no está motivada por ningún descubrimiento reciente de la psicología cognitiva o de desarrollo. De hecho, confunde ampliamente varios tipos de habilidades: como el razonamiento espacial, geométrico, taxonómico, etcétera.

Foto tomada por Pixabay para Pexels.

El iq es una medida general para la categorización socialmente aceptable y para el razonamiento de las habilidades. Las pruebas de iq fueron diseñadas en el apogeo del conductismo, cuando había poco interés en la estructura cognitiva. Y definitivamente el iq no contempla las diferencias entre sociedades, por lo que una prueba hecha para asiáticos, por ejemplo, no arrojará resultados «normales» para europeos, americanos o africanos.

Además, hay una larga historia de debates mordaces sobre qué aspectos del iq son hereditarios, si es que los hay. Los mejores estudios se realizan con los gemelos; sin embargo, cuando éstos son separados, el mero hecho de la adopción seguramente aumenta el iq, sin importar cualquier correlación entre los iq de los niños y aquellos de sus padres biológicos. Nadie tiene la más mínima idea de cómo ni por qué los genes, individualmente o en combinación, podrían afectar el iq.

Mito:El iq determina cuán inteligente eres por Scott AtranScott Atran es un antropólogo del Centro Nacional de Investigación Científica de París; autor de Talking to the Enemy: Religion, Brotherhood, and the (Un)Making of Terrorists (2010).

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Por encima del orden: El caso de JuanGa y su hipérbaton https://algarabia.com/el-misterioso-caso-de-juanga-y-su-hiperbaton/ https://algarabia.com/el-misterioso-caso-de-juanga-y-su-hiperbaton/#respond Wed, 19 Feb 2025 05:02:46 +0000 https://algarabia.com/?p=45051 Por encima del orden: El caso de JuanGa y su hipérbaton Read More »

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Juan Gabriel nos da muestra de que le salía muy bien la creación poética, empleando hipérbaton en varias de sus composiciones.

El hipérbaton es un recurso literario o figura retórica que pertenece al grupo de figuras de dicción. Etimológicamente proviene del griego hyperbainein, ‘ir por encima del orden’.

Mediante este recurso literario las palabras o frases traspasan sus prácticas convencionales.

Con el hipérbaton el autor juega con la colocación regular de palabras y frases, y crea una frase estructurada de manera diferente para transmitir el mismo significado, pero con otro énfasis.

Se dice que mediante el uso del hipérbaton, palabras o frases traspasan sus prácticas convencionales y resultan en una estructura de las oraciones más compleja e intrigante.

Para explicarlo mejor te invitamos a leer el artículo que encontrarás en Algarabía 148.

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—Seguir el camino, seguir andando y, si se puede, ir consolidando lo que se empezó. Así recibe Algarabía este 2023 con la cara en alto y con miras a un México y un futuro mejor, donde la gente lea más, se divierta más, y sea más feliz. Si eso es factible.

Año nuevo, lleno de cosas buenas, de cosas por hacer. Lleno de Algarabía.

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Nombres, apodos y diminutivos https://algarabia.com/nombres-apodos-ydiminutivos/ https://algarabia.com/nombres-apodos-ydiminutivos/#respond Wed, 19 Feb 2025 05:00:25 +0000 https://algarabia.com/?p=60391 Todos le hemos cambiado el nombre alguna vez a nuestros familiares, amigos y compañeros de escuela o trabajo. Muchas veces les ponemos apodos y, otras, simplemente recurrimos a la forma cariñosa de su nombre de pila, que, a diferencia de los primeros, son de uso común. Como Poncho a Alfonso o Moncho a Ramón.

Estos nombres cariñosos son conocidos como hipocorísticos, término que, desde su origen etimológico —del griego υποκοριστικος /ypokoristikós/, «acariciador»—, muestra su concepción de tersura y halago. En muchos casos se constituyen a partir del diminutivo del nombre —Juan = Juanito; Perla = Perlita—; otras veces, se forman a partir de los apócopes, mediante la supresión de las últimas sílabas —Modesta = Mode; Federico = Fede—, o de la aféresis, eliminando el principio del nombre —Lorenzo = Enzo; Fermina = Mina—, como se hace regularmente en España, donde también es usual recurrir a las terminaciones -ón, para los nombres masculinos —Antonio = Antón; Manuel =Manuelón—, y -uja o -uca, para los femeninos —María = Maruja; Pilar = Pilaruca—. También tomamos prestados nombres de otras lenguas —como del inglés: Dany = Daniel o Daysi = Margarita— para «acariciar» verbalmente a alguien, o solemos recortarlos y agregarles una y final —Leticia = Lety;Gabriela = Gaby; Patricia = Paty.

Pero los hipocorísticos no son exclusivos de esta lengua, pues prácticamente todas los usan; por ejemplo, en inglés les dicen Bill a los William o Mickey y Mike a los Michael; en francés a los Pierre les dicen Pierrot y Sacha a los Alexandre.

Y es que, además de su sentido afectivo, los hipocorísticos obedecen a la necesidad de simplificación que tiene el hablante —ley del menor esfuerzo— y algunos llegan a independizarse tanto del nombre original que se deslindan de la connotación afectuosa que los originó —Margarita = Rita, donde el segundo se convirtió en nombre propio.

En México tenemos muchos casos de hipocorísticos, pues, como en ningún otro país, recurrimos a la cordialidad más que a la cortesía para parecer más amables, más cálidos y menos severos en nuestras peticiones. Y no es de extrañar que, de entre todos ellos, abunden los que llevan la letra ch—Ramón = Moncho; Alfonso = Poncho; Concepción = Concha;Alicia = Licha—, o que, cuando el nombre es corto y no se presta a más recortes, le agreguemos la terminación -iux—Karla = Karliux; Sandra = Sandriux.

He aquí una muestra de ello, aunque, habría que tomar en cuenta lo que nos dice Margarito Ledesma: «Hasta hoy, después de tantos años de conocerlo, y eso por una mera casualidad, vine a saber que ese señor que siempre he conocido como Don Paco se llama Francisco. Yo no sé de dónde saca la gente esos modos y esas mañas de andar cambiando los nombres nomás a ojo. ¡Don Paco! ¡Don Paco! ¿Quién iba a adivinar que se llamaba Francisco? Santo y muy bueno que a las que se llaman Jesús les digan Chuchas o Chutas; a las Refugios, Cucas; a las Josefinas, Pepitas; a las Mercedes, Meches; a las Manuelas, Memes; a las Cármenes, Mimís; a los Enriques, Totos; a los Josemarías, Chemas, y así por el estilo, porque todo eso está muy clarito; pero, ¿en qué cabeza cabe decirle Paco a uno que se llama Francisco? ¡La verdad que se necesita estar dejado de la mano de Dios para hacer eso! En fin, más vale callarse y no decir nada».1

Algunos hipocorísticos masculinos

Adolfo- Fito
Alejandro- Ale, Alejo, Álex
Antonio- Tony, Toño
Carlos- Car, Carlangas, Charly
Cecilio- Chilo
Dionisio- Nicho
Eduardo- Lalo
Encarnación- Chon
Enrique- Henry, Quique
Ernesto- Neto
Fernando- Fer, Fercho, Ferruco, Nando
Francisco- Curro, Frankie, Paco, Pancho, Quico
Gonzalo- Chalo
Gregorio- Goyo
Guillermo- Guille, Memín, Min, Memo
Ignacio- Nacho, Iñaki
Isidro- Chiro, Isi
Jesús- Chucho, Chuy
Jorge- Coque
José- José, Pepe, Pepín, Pepino, Pepinillo, Pepito
José Antonio- Pepeto, Pepetoño
Juan José- Juanjo
Leopoldo- Leo, Polito, Polo
Lorenzo- Lencho
Luis- Güicho, Huicho
Manuel- Lolo, Malo, Manolete, Manolo, Manu, Manuelón, Manny
Mario- May, Mayo, Mayín, Mayito
Miguel Ángel- Male, Malele
Narciso- Chicho
Ramón- Mon, Monchis, Moncho
Refugio- Cuco
Ricardo- Richard, Richi, Richo, Ricky
Roberto- Beto, Bob
Rodrigo- Rodri, Roy
Rosalío- Chalío
Salvador- Chava, Savi
Santiago- James, Santi, Yago
Sebastián- Sebas, Chebs
Sergio- Checo
Tomás- Tom, Tommy
Valentín- Titín, Vale, Valen
Vicente- Chente

Algunos hipocorísticos femeninos

Agustina- Tina, Tinita
Alicia- Ali, Licha
Antonia- Antonieta, Toña, Toñeta
Araceli- Cheli, Chelina
Aurora- Bora, Rorra
Carmen- Carmela, Carmenchu, Carmina, Menchu
Concepción- Concha, Conchis, Conchita
Consuelo- Chelo
Cristina- Chris, Cris, Crista, Cristin, Tina
Dolores- Dolly, Lola, Loli
Elizabeth- Bess, Bessy, Beth, Eli, Liz, Lizzy, Netty
Encarnación- Chona, Encarna, Encarni, Nita
Éricka- Kika
Esperanza- Espe, Lancha, Pelancha, Zita
Francisca- Fanny, Francina, Francis, Paquita
Graciela- Chela
Guadalupe- Lupana, Lupe, Lupita, Pita
Inés- Sita
Inocencia- Chencha
Isabel- Bel, Bela, Chabela, Chabeli, Isa
Josefina- Chepina, Fina, Jose, Sefi
Lidia- Lili, Lilicha
Lorenza- Lencha
Lourdes- Lulú
Magdalena- Magda, Magos, Malena
Marcela- Chela, Marce
Margarita- Daisy, Maggie, Marga, Márgara
María- Mari, Mariana, Marichu, Mariona, Maruca, Maruja, May
Mercedes- Meche
Pilar- Pila, Pilarica, Pilaruca, Pileta, Pili, Pilo, Pilos, Pilote
Refugio- Cuca
Rocío- Chío
Rosa- Ros, Rosita, Rosy
Rosario- Charito, Chayo, Rosa
Silvia- Chiva, Chivis
Socorro- Coco
Sofía- Chofis, Chopi, Sofi
Soledad- Chole
Victoria- Vicki, Totoya, Toya, Toyis
Yolanda- Yola, Yolis

1 Margarito Ledesma, Poesías, México, 1990; p. 198.

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Derecha, la flecha https://algarabia.com/derecha-la-flecha/ https://algarabia.com/derecha-la-flecha/#respond Wed, 19 Feb 2025 04:56:32 +0000 https://algarabia.com/?p=42872 ¿Cómo sabemos a dónde dirigirnos? Por lo regular, siguiendo señales que ostentan una flecha.
Es difícil establecer las razones por las que la flecha, que debió de tener su origen en la cultura de los pueblos cazadores, llegó a su apogeo después de la Revolución Industrial. Es posible que se deba a las muchas funciones que tiene: marcar dirección, implicar, puntualizar y denotar movimiento, entre otras.

Como símbolo, la flecha representa el pensamiento y el conocimiento, dada su relación con el rayo de sol, que es luz esclarecedora. Esto la convierte en atributo divino: son arqueros Artemisia, Apolo y Eros. En cambio, un esqueleto portando arco y flecha simboliza la muerte. El demonio y la representación de la peste recurre a la figura de ángeles vengadores que lanzan sus flechas.s17-curiosidades-arquero
Una flecha representa también la castidad —fugaz y frágil—, mientras que un haz de ellas alude a la constancia, la concordia, la unión y la fuerza. En nuestros días, se mantiene asociada a la rapidez y la velocidad, pero cada vez es más una señal que un símbolo.

La punta de lanza

El de la flecha es uno de los primeros signos empleados por el hombre, pues desde la prehistoria se relaciona con la caza y con la protección; es decir, con la supervivencia y la vulnerabilidad, con la vida y con la muerte.
Esta forma despierta sentimientos de agresividad y de miedo, ambos fundamentales en nuestra estructura psicológica.
Con la aparición de las primeras construcciones —producto de la albañilería— y de la navegación en barcos, surgió la necesidad de un instrumento que permitiera señalar un punto con precisión.

Las puntas de flecha debieron ser utilizadas en aquel tiempo como plomada y como taladro. Siglos después, en la época medieval, encontramos indicadores con forma de lanza y de alabarda. Estas formas las copiaron los relojeros para aplicarlas a las manecillas de las armas de sus contemporáneos.
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El signo de la flecha apareció en la cartografía en la forma de la brújula y la rosa de los vientos. También
se aplicó a la incipiente astronomía para simbolizar
los planetas. Probablemente el Sol fue representado por un círculo al que se le añadía una flecha que indicaba la irradiación en una dirección determinada
y es presumible que los símbolos de Marte y Urano se originaran de modo análogo. 

En los signos zodiacales, la flecha se relaciona con Sagitario. En la matemática y en la lógica matemática, la flecha horizontal tiene el valor de tendencia e implicación. Hoy en día, la flecha también se utiliza en los diagramas meteorológicos: dos flechas cruzadas significan borrascas de nieve; una flecha horizontal apuntando hacia la izquierda indica heladas; los meteoros eléctricos y las tormentas próximas se señalizan por medio de una flecha quebrada. La línea quebrada con cabeza de flecha que designa al rayo también significa peligro en un contexto más general.

Señal de que vamos avanzando

En una sociedad en la que aún servía de arma ofensiva, la flecha fue empleada como indicador de dirección, sujetándola a árboles o postes.
El significado direccional de la flecha se fija a la memoria desde la infancia, y al parecer no existe un signo más adecuado como indicador de dirección: por ejemplo, durante el siglo xvii, se intentó indicar los caminos con una mano con el pulgar extendido, pero la iniciativa no tuvo éxito.

El símbolo del reciclaje, tan conocido y necesario en estos días, es un ejemplo de flechas que indican un circuito continuo
Cuando inició la circulación de automóviles, se adoptaron rápidamente los rótulos con flechas para señalizar los caminos. En un congreso de la Liga Internacional para el Turismo —que tuvo lugar
en Londres poco antes de
finalizar el siglo xix—, fueron elaborados los primeros modelos unificados de las señales de circulación, que serían ratificados en 1900 en el congreso celebrado en la ciudad de París.

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Hay de flechas a flechas

Aunque existen muchas variaciones formales, la flecha se compone de tres secciones: la cabeza, la caña y la cola.
En las primeras placas de circulación, la flecha aún era notablemente realista: la cabeza aparecía con su garfio y el extremo opuesto se representaba con una estilizada cola de plumas.

En el siglo XX, la International Electrical CommissionIEC— estandarizó las distintas configuraciones de las flechas para lograr una misma interpretación, sin importar si las vemos en planos, máquinas, relojes, aparatos, paredes o postes. Pero lee más de esto en Algarabía 64

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Un primer ejemplo lo tenemos en la expresión «estar del cocol». Para los mexicanos, el nahuatlismo cocol —de cocolli, ‘tamal de maíz y frijol amasado con miel’— es un rombo, o más específicamente un panecillo que tiene forma de rombo, cubierto de ajonjolí y con sabor a anís, pero además, el drae señala que la frase «irle a alguien del cocol» se trata de una expresión coloquial mexicana que significa «irle a alguien muy mal» y, por su parte, el Diccionario de Mejicanismos de Santa María registra la expresión «quedar del cocol» como un vulgarismo que significa «quedar mal o indecorosamente» en una actividad o empresa.

Otra frase que casi podría ser un refrán y que cada vez se usa menos es «decirlo de chía pero ser de horchata», y significa «tú lo dirás de broma, pero es verdad». La expresión hace alusión a las aguas frescas típicas mexicanas. La de chía —del náhuatl chia o chian— es un agua de limón con semillitas de chía —una planta parecida a la salvia— que remojadas en agua sueltan una especie de baba y son muy refrescantes. La de horchata —del latín hordeata ‘hecha de cebada’, quizá por conducto mozárabe—es de origen español, y generalmente se hace con granos de arroz machacados, exprimidos y mezclados con agua y azúcar. Una es más clara y menos consistente, la otra es más blanca y espesa —por ello la analogía.

Otra frase muy mexicana es «chupar faros», que significa «morirse, perecer, petatearse». Esta expresión alude a la marca de cigarros Faros, quizá porque son los cigarros tradicionalmente más económicos y, por lo tanto, está más cerca de morirse el que los fuma que el que fuma otra cosa. Viene de ahí también la frase «¡Ay, farito, ni que fueras luquistray!», debido al contraste de los Faritos con los Lucky Strike, unos cigarrillos estadounidenses que, por ser importados y caros, eran símbolo de gente rica y pudiente.

No es raro que, antes de chupar faros, uno «comience a chochear». Expresiones como «¡Ése ya está chocheando!» o «¡Ya empezó con sus chocheces!» utilizan derivaciones de chocho, voz onomatopéyica que alude a alguien que tiene debilitadas las facultades mentales por efecto de la edad, pero chochea también aquel que está tan enamorado o lelo que, de puro cariño, empieza a conducirse como el que chochea.


La expresión «en un santiamén» quiere decir «en un instante, en un dos por tres, súbitamente», y viene de la costumbre de persignarse, rezar o bendecir pronunciando las palabras latinas Spiritus Sancti, amen —o sea, el final de: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén», que generalmente se dice en vilo, rápido y, como dice mi amigo Eduardo, «como queriendo acabar ya»—.

«De oquis» es una expresión que se refiere a hacer algo de balde o inútilmente. Oquis viene del árabe haqq que significa «retribución o propina». Durante la ocupación mora en España al término se le añadió la preposición de y se convirtió en «de oque», y así llegó a México durante la conquista, hasta que se «naturalizó» y se convirtió en «de oquis». El Diccionario de Santa María menciona dos obras —ambas de 1939— donde se alude a la expresión «de oquis» como «de gratis, gratuitamente, sin resultado, sin provecho», y pone como ejemplo: «El dos me resulta guango, no di oquis es número uno el batallón de Durango», como parte de la lírica del corrido popular «El gavilán», según texto de Francisco Castillo Nájera.

Para referirnos a alguien flaco, desgarbado, como colgado, podemos decir que está o es ñango. Originalmente, la palabra ñanga se refería a la carne que tenía cartílagos o nervios, ésa que es toda pellejuda, y quizá por extensión, comenzó a utilizarse para designar personas. El drae refiere la expresión como un mexicanismo que designa a alguien «desmedrado, enclenque». Por su parte, Santamaría dice que: «En Michoacán vale como ñengo en Tabasco, flaco, débil, enclenque, desmedrado. En Cuba dicen ñangado, muy usado en la región para designar a un individuo flaco, desforzado».

Es probable que si alguien está muy ñango también tenga «piernitas de chichicuilote», es decir, que tenga piernas flacas como de pájaro. Y no cualquier pájaro, los chichicuilotes —del náhuatl tzitzicuilotl o atzizicuilotl— son unas aves pequeñas de color gris, pico largo y delgado, y piernitas de hilo.

Pero si le dices a alguien que está ñango y tiene piernitas de chichicuilote corres el riesgo de que «se arme la de San Quintín», es decir, algo muy importante y grande, un gran revuelo, una gran trifulca. Esta antigua expresión alude a la Batalla de San Quintín, que ocurrió cuando, tras haber sido invadido en 1556 el reino de Nápoles por las tropas francesas, Felipe II ordenó a las tropas españolas que se encontraban en los Países Bajos españoles invadir Francia. Las tropas españolas invadieron San Quintín, que se rindió a los 17 días de asedio. Como consecuencia —la más señalada— del triunfo, el soberano español dio la orden de construir el monasterio de El Escorial en las afueras de Madrid.

Si no se te arma la de San Quintín, quizá te toque que te «den una tunda». «Dar una tunda» es una expresión muy usada por las mamás, que implica un castigo físico. Quizá algunos hemos olvidado el significado de tunda, un sustantivo que viene del verbo tundir, del latín tundere, y que significa «castigar con golpes, palos o azotes». Una tunda es la acción y efecto de tundir, y el lector es libre de imaginar lo que eso conlleva.

Una estrategia para evitar que te den una tunda es «hacerte guaje», es decir «hacerte el bobo, el desentendido». La palabra guaje viene del náhuatl hoatzin o hoaxin y designa a los frutos cuya cáscara sirve para hacer vasijas y flotadores —por ahí otro dicho: «no necesito guajes para nadar»—. Al estar vacíos, por extensión, los guajes se asemejan a alguien hueco, bobo o tonto.

Hasta aquí, lector, las expresiones que nos han llegado a la mente o cuyo significado nos han preguntado. Si usted tiene otras cuyo origen conoce o, al revés, desea conocer, por favor no se haga guaje y háganoslas llegar.


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Plantas

Guaje [huaxin]. Semilla comestible en vaina; recipiente hecho de una calabaza hueca; tonto. Ya deja de hacerte guaje.

Huauzontle / huazontle [huauhtzontli]. Planta comestible. Ayer comimos tortitas de huauzontle.

Huizache [huitzcuáhuitl]. Árbol espinoso. Pídele al mariachi que toque «El huizache».

Hule [ulli]. Savia gomosa del árbol del zapote; látex. El cheque que me diste era de hule y rebotó.

Jícama [xicámatl]. Bulbo comestible. Quiero jícamas con chile.

Jitomate [xitómatl]. Fruto también conocido como «tomate», de color rojo o amarillo. Este guisado se acompaña con caldillo de jitomate.

Miltomate [miltómatl]. Fruto que crece en las milpas, llamado también «tomate verde» o «tomate de milpa». Cómo se antoja esta salsa de miltomate.

Nopal [nopalli]. Cactus comestible; baboso. No le confíes el proyecto, es medio nopal.

Ocote [ócotl]. Pino muy resinoso. Échale más ocote a la fogata.

Quelite [quílitl]. Hierba silvestre comestible; eufemismo para «querida» —amante—. ¿No sabías que es la quelite del jefe?

Tejocote [texócotl]. Fruto ácido; otro eufemismo para «testículo». Le puse muchos tejocotes al ponche.

Tule [tollin]. Especie de junco cuyos tallos se entretejen para hacer artesanías. Este canasto está hecho de tule.

Xoconostle [xoconochtli]. Tuna agria. Al mole de olla no puede faltarle su xoconostle.

Foto: Achim Thiemermann

Zacate [zácatl]. Pasto, forraje; fibra para tallar los trastos. El zacate ya está muy crecido.

Zapote [tzápotl]. Diversas variedades de frutos comestibles. Y de postre hay dulce de zapote.

Objetos

Ajuate / ahuate [áhuatl]. Espina diminuta. Cuando pelé las tunas se me pegó un ajuate en el dedo.

Amate [ámatl]. Papel de cierta corteza de árbol. Este papel amate es perfecto para encuadernación.

Cacles [cactli]. Zapatos. ¿Traes cacles nuevos?

Cajete [cáxitl]. Plato hondo. El pozole sabe mejor servido en cajete de barro.

Comal [comalli].- Plancha de barro o metal para cocer alimentos. El comal le dijo a la olla…

Copal [copalli]. Resina de árbol que se usa como incienso. El brujo quemó copal para hacer un sahumerio.

Chalchihuite [chalchíhuitl]. Cuenta de turquesa sin pulir. Me compré este collar de chalchihuites en Tepoztlán.

Chante [chantli]. Lugar donde se habita. Yo me voy a mi chante.

Chichi [chichi]. Seno. Y mientras bailaba, se le abrió el vestido y, ¡zas!, que se le sale una chichi.

Chinampa [chinampan]. Especie de plataforma hecha a orillas de un lago o laguna con carrizos entretejidos y cubiertos de tierra y limo, usada como espacio de cultivo. Si quieres ver chinampas, vamos a Xochimilco.

Chiquihuite [chiquíhuitl]. Canasto de carrizos entretejidos. Echa la ropa sucia en el chiquihuite.

Equipal [icpalli]. Pieza de mobiliario —en especial sillas— con armazón de madera y superficie de paja o fibras entretejidas. Mi tía llenó su casa de equipales.

Huarache [cuauhcactli]. Sandalia. Por ir de huaraches a la excursión, un insecto me picó en el pie.

Huipil [huipilli]. Blusón o vestido bordado. Conozco a una mujer que hace unos huipiles preciosos.

Jacal [xacalli]. Choza de paja; morada humilde. Ven a mi jacal.

Machote [machíotl]. Modelo; molde. Pásame el machote para las cartas de cobranza.

Malacate [malácatl]. Mecanismo giratorio. Para vaciar el pozo necesitamos un malacate.

Mecate [mécatl]. Cuerda hecha de fibras orgánicas. Mi corazón late como burro sin mecate.

Metate [métlatl]. Piedra plana para moler. ¡Si las abuelas hubieran tenido licuadoras en vez de metates…!

Foto: lifeder.com

Molcajete [molcáxitl]. Recipiente de piedra o barro que se usaba para moler alimentos. Como entremés queremos un molcajete con nopalitos y queso.

Papalote [papálotl]. Artefacto de madera y papel para elevarlo en el aire. Cada quién hace de su vida un papalote.

Petaca [petlacalli]. Maleta; eufemismo para nalga. Pon aquí tus petacas.

Petate [pétlatl]. Alfombrilla hecha de palma entretejida. Por caja quiero un petate; por cruz, mis dobles cananas…

Popote [pópotl]. Pajilla hueca; cosa muy delgada y frágil. Quiero un popote para mi raspado.

Tanate / tenate [tanatli]. Cesto pequeño de carrizo o palma; testículo. En este tanate hay tortillas; en el 
otro, tlacoyos.

Temazcal [temazcalli]. Baño de vapor con hierbas. Después del temazcal me sentí muy relajado.

Teponaztle [teponaztli]. Tambor hecho
 de un tronco ahuecado. Los danzantes bailaban al son de chirimías y teponaztles.

Tilma [tilmatli]. Manta o capa de algodón. No hay tilma tan famosa como la de Juan Diego.

Tiza [tízatl]. Gis. En México decimos gis; en España dicen tiza.

Conceptos

Achichincle [de atl y chichini]. Ayudante; secuaz. Ya llegó el diputado con todos sus achichincles.

Cuate [cóatl]. Gemelo, mellizo; amigo del alma. Te presento a mis cuates.

Chahuistle / chagüistle [chiahuiztli]. Enfermedad de los cultivos; calamidad; mala suerte. Ya nos cayó el chahuistle.

Chamaco [chamáhuac]. Persona joven; niño. ¡Pero cómo has crecido, chamaco!

Chamagoso [chamáhuac]. Sucio, descuidado. Cuando no va a trabajar, anda todo chamagoso.

Chaneque [chane, singular; chaneque, plural]. Duende, habitante sobrenatural de un lugar. Aquí hay chaneques.

Chipichipi [chichipini]. Llovizna. Todo el día ha estado ese chipichipi.

Chípil [tzípitl]. Se dice del niño pequeño que se comporta mal cuando su madre vuelve a embarazarse. Mi hijo anda medio chípil.

Chipote [xixipochtic]. Hinchazón por un golpe, generalmente en la cabeza. No respondo chipote con sangre…

Chocante [chocani]. Llorón; remilgoso. Pero qué chocante estás hoy.

Chueco [xocue]. Tullido de un pie; torcido; ilegal. Estos papeles son chuecos.

Escuincle / escuintle [i(t)zcuintli]. Perro; término despectivo para niño. ¿Qué hiciste, escuincle?

Itacate [itácatl]. Comida para llevar. Llévate tu itacate para el camino.

Milpa [milpan]. Terreno sembrado de maíz. Ahora sí te llovió en tu milpita.

Mitote [mitotía]. Baile; ruido o escándalo. ¿Y dónde va a ser el mitote?

Nahual / nagual [nahualli]. Brujo que puede adquirir la forma de un animal. Se me hace que mi vecina es nahuala.

Nahuatlato [nahuatlatoa]. Hablante de náhuatl. Mi maestro es nahuatlato nativo.

Pachón [pacha]. Que tiene mucho pelo; esponjoso. Me regalaron un peluche muy pachoncito.

Papacho / apapacho [papatzoa]. Abrazo bien dado; muestra reconfortante de cariño. Necesito un apapacho.

Pilmama [pilmama]. Nana o niñera. Soy tu novia, no tu pilmama.

Tameme [tameme]. Cargador. Me trajo de su tameme todo el santo día.

Tianguis [tianquiztli]. Mercado. Voy al tianguis; no me tardo.

Xocoyote [xocóyotl]. Hijo menor. Juan es el xocoyote de la familia.

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Mortificarse https://algarabia.com/mortificarse/ https://algarabia.com/mortificarse/#respond Mon, 13 Jan 2025 17:17:31 +0000 https://algarabia.com/?p=56121 Clásico que un día uno se encuentra a un ser que cumple todas las tontas fantasías de lo que siempre esperó del amor. Ese con quien se pueden pasar largas horas mandando mensajes por WhatsApp hasta que se les duerman los dedos, al que se le soportan los ronquidos por las noches o la piel pegajosa cuando duermen juntos en verano; luego, de repente, el sujeto en cuestión suelta un: «Ya no podemos estar juntos» y se va. ¡¿Qué?!

Algo se transforma en su interior: las tripas se le revuelven, le dan mareos, la vista se le nubla y se pasa los siguientes días con la cabeza gacha, sin dormir, apartándose en los rincones más abandonados; tampoco quiere comer porque, ¿qué chiste hacerlo sola? Su madre se atreve a preguntar: «¿Qué te pasa mijita? Últimamente te veo mortificada». Y usted levanta los ojos para verla media borrosa —porque sus patéticas lágrimas le cubren las pupilas—, y entre sollozos le dice: «¿Mortificada?, ¿eso qué es?».

La palabra mortificar deriva del latín cristiano mortis, ‘muerte’, y ficar, ‘hacer’; es decir, ‘hacer la muerte’. De acuerdo con la teología cristiana, la mortificación es necesaria para purificar el alma, es un medio que ayuda a mantener vidas virtuosas y santas; en el pasado —y tal vez también en el presente— algunos monjes radicales empleaban un cilicio —un objeto de metal en forma de malla con púas— para incrustarlo en su piel a fin de provocarse dolor y con ello practicar la mortificación.

Así que cuando su madre le diga que luce mortificada, está en lo correcto, porque literalmente se está muriendo en vida, usando los recuerdos del amor perdido como cilicio para causarse dolor y andar dando lástima. ¡Ya basta de mortificarse!

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Lo que dicen las paredes https://algarabia.com/lo-que-dicen-las-paredes/ https://algarabia.com/lo-que-dicen-las-paredes/#respond Mon, 09 Dec 2024 02:16:00 +0000 https://algarabia.com/?p=17721 Cuántas veces hemos caído ante una broma inscrita en una pared de la calle, nos hemos detenido a tomarle una foto a una frase rayoneada en un muro al asumirla como verdad. O, nosotros mismos, dejado un mensaje amenazante, odioso, amoroso, para alguien más en un baño público; dejado huella, de puño y letra, en los lugares que visitamos. Nos consta entonces que las paredes hablan y de eso hablaremos a continuación.

–Filosofía callejera–

¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora?

Julio Cortázar

***

Por siglos los muros han sido una especie de hoja en blanco; la escritura no se explica sin las pinturas rupestres, reconocidas como el antecedente de la palabra. De modo que en la antigüedad los muros sirvieron al hombre para representar y registrar aquello que deseaba que perdurara, y también para comunicarse. Desde entonces podemos decir que los muros no sólo oyen sino que, también, hablan.

Se sabe que en la Grecia antigua ya se hacía uso de los mensajes en las paredes, en Éfeso aún se conservan viejas inscripciones de tinte amoroso-sexual por parte de las prostitutas que anunciaban sus servicios. Lo mismo que en Roma, la muestra se halla en Pompeya, la ciudad sepultada por el Vesubio. Entre los mensajes que se han encontrado sobresalen anuncios, citas literarias y protestas. Por otra parte es reconocida la anécdota de que en la Segunda Guerra Mundial los soldados dejaban vestigio de sus batallas en las paredes, como en los monumentos; así como aquélla otra de que se encontró en Túnez, Italia y otros países la inscripción Kilroy estuvo aquíKilroy was here–, un clásico de clásicos, lo cual nos hace preguntarnos ¿quién fregados habrá sido ese tal Kilroy y qué anduvo haciendo por el mundo?

«En los exámenes, responda con preguntas»

–Muro de la Sorbona
Los muros han sido de tal modo, como instrumento para la creación, fundamentales en la Historia del arte, y su importancia se revaloró en el siglo xx en Latinoamérica con el surgimiento del muralismo, que optó por esta técnica para que sus creaciones llegaran al pueblo, estuvieran abiertas a él, y de esa manera aleccionarlo. No obstante aquí nos interesa hacer hincapié en el texto, más que pictográfico, escrito y cotidiano, en las frases o en los mensajes que los estudiantes escriben en los salones, que los borrachos rayan en los baños, que los enamorados inscriben en las afueras de las casas o que los viajeros dejan en los centros turísticos, en esa antología de humor, de filosofía popular y callejera.

Hoy en día rayar las paredes es una transgresión, un acto que realizado en la clandestinidad se ha vuelto, para quienes son asiduos a realizarlo, un movimiento artístico que a la manera del muralismo toma los muros como su espacio: el graffiti –de la raíz grafo, ‘escrito’, ‘escribir’–; cuya índole los críticos siguen discutiendo. Pero más allá del arte o la intención artística-estética, las personas usan los muros para inscribir protestas, pensamientos, poemas, declaraciones amorosas, burlas, odios, para crearle mala fama a alguien, o para dejar su huella en los lugares que han pisado, sus nombres; como un espacio de opinión y expresión pública –o íntima, si es que está plasmada en la intimidad de un baño público–. De modo que a veces las paredes contienen todo eso que se quiere comunicar, los mensajes son como un grito o un alarido de las calles, la mayoría de las veces perecedero por su carácter ilícito y transgresor.

«Puto el que lo lea»

–Muro de baño público
Podemos decir entonces que estos rayones en las paredes han evolucionado sin dejar de ser primitivos en esencia, ahora encontramos, por ejemplo, en las calles de la ciudad tuits callejeros, frases en 140 caracteres pegadas en los muros. Sin dejar de lado el boom las intervenciones iconográficas de stickers. Aunque a decir verdad en la actualidad esta práctica se ha canalizando a las redes sociales; un espacio en donde podemos escribir lo que pensamos y que está abierto a la opinión. La asociación es inevitable; no es gratuito, por ejemplo, que se tenga un muro en Facebook.

Quizá sea difícil, o por qué no, muy fácil, aceptarlo: todos hemos cedido alguna vez a la tentación de cometer este acto primitivísimo, –adjetivado así con plena razón–; de convertir la memoria particular en una memoria colectiva. Desmiéntame si no. Es así que la gente le da voz a las paredes, las utiliza como canal para enviar mensajes a todos, a alguien en especial. La necesidad de decir ha estado presente desde siempre.

Es así que, si salimos a la calle y observamos, resulta evidente que las paredes hablan, tienen un lenguaje propio que aceptado o no, existe; díganos entonces usted, querido lector, ¿qué les ha escuchado decir?
Para conocer más sobre el grafitti, lee el artículo «Pinto y me voy» en Algarabía 31.

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Lenguaje ñero: is barniz, nel pastel https://algarabia.com/lenguaje-nero-is-barniz-nel-pastel/ https://algarabia.com/lenguaje-nero-is-barniz-nel-pastel/#respond Mon, 09 Dec 2024 02:12:25 +0000 https://algarabia.com/?p=57596 Lenguaje ñero: is barniz, nel pastel Read More »

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A finales de los años 60, jóvenes de diversas partes del mundo se organizaron para protestar en contra de los sistemas políticos, de las diferencias raciales y de clase, y de los estilos de vida convencionales. Con estas manifestaciones silenciosas, llegó el ruido de un nuevo lenguaje, impregnado de «sucios» ritmos como el rock y el blues, con alusión a las drogas y a la necesidad de una paz mundial: el lenguaje de la chaviza.

Éste llegó a México por la frontera con los EE. UU. primero a los barrios limítrofes de la capital, luego a las bandas de chavos de los barrios pobres quienes, a su vez, lo transmitieron a los jóvenes de la clase media. Así fue como esta nueva forma de hablar se desarrolló en los hoyos funkys, los cafés cantantes y los cafés existencialistas.

El «lenguaje ñero», denominado así por el escritor de La Onda, Parménides García Saldaña, identificó a la juventud sesentera y setentera: por una parte a los chavos banda, que cantaban con The Rolling Stones y The Doors, y hablaban de drogas y sexo —temas censurados por el gobierno y la sociedad de aquellos tiempos—, y también a la generación del flower power, de los hippies vestidos de manta, que oían a Bob Dylan y se rendían ante la filosofía existencialista.

Foto de Vasilios Muselimis en Unsplash.

Los hablantes de aquel entonces retorcieron el lenguaje: mexicanizaron términos del inglés, cambiaron el orden de las letras, les agregaron palabras para que rimaran aunque no tuvieran sentido, alargaron las expresiones haciéndolas a la vez jocosas e incomprensibles para quienes no estaban «en su misma onda». Este lenguaje pertenece a otros años, pero hasta la fecha no faltan los nostálgicos —ahora pertenecientes a la momiza— que acarrean todavía algunas reminiscencias en su vocabulario. Para muestra, bastan las siguientes expresiones:

¿Qué jais?

Según el Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, es una «expresión popular que se usa para saludar y preguntar si hay novedades». A veces suele añadirse «mi cuais» —«mi cuate»—, para que rime. Es una variante de otras expresiones como «¿qué hay?», «¿qué traes?» o «¿qué pedo?». En general, se usa amablemente a modo de saludo; dependiendo de cómo se pronuncie puede funcionar también como una especie de reto.

¿Qué jais, mi cuais, ya acabaste la prepa o sigues de fósil?

Tons , ¿qué jais? Si no te parece, nos vemos a la salida.

Is barniz / ix barnix

Significa «sí» al revés y rimado. Es otra forma de decir «simón» o «simondor». Jesús Flores Escalante, en su Morralla del caló mexicano, añade que «ix», como contracción de «is», se deriva de ixtle.

Foto de Usman Yousaf en Unsplash.

—Y tú, sobrino, no le prestes nada a tu primo, a no ser que te deje algo en garantía, algo en prenda, ¿entendido?
—Is barniz.
—Ah, ya hasta también hablas como él, ¿eh?
—Is barniz, quiere decir «entendido».

Nel pastel / nel papel

Así como se usa el «is» para asentir, se usa el «nel» para negar. Esta locución adverbial es probablemente el apócope de Nelson, y el pastel o papel se le agrega sólo para que rime. Otra forma de decir «no» es invirtiendo las letras de esta palabra: «on».

¿Alguien podría estar en contra de una asociación masiva tan bella; existía en el mundo algún antecedente tan hermoso? ¡No, nel, nelazo! Adolescentes y jóvenes se habían unido en son de Paz y Amor.

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