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Los bancos de caca

Las innovaciones de la ciencia nunca tienen límites, en especial aquellas enfocadas a la salud. El procedimiento es, en apariencia, sencillo: se colecta excremento de un donador sano; se mezcla en una solución salina y se introduce al paciente por medio de un enema.

Las innovaciones de la ciencia nunca tienen límites, en especial aquellas enfocadas a la salud. No importa qué tan imposibles o asquerosas puedan parecer al «ojo no entrenado», procedimientos como el trasplante de la microbiotafecal resultan cruciales para salvar vidas.
El procedimiento es, en apariencia, sencillo: se colecta excremento de un donador sano; se mezcla en una solución salina y se introduce al paciente por medio de un enema. Otro método es la ingesta de cápsulas con contenido fecal que se desintegrará sólo hasta llegar al intestino delgado.
Pero… ¿para qué te meterías caca ajena?
Por décadas, el tratamiento más común para cualquier tipo de infección bacterial ha sido los antibióticos. Sin embargo, en algunas personas puede causar la proliferación de la Clostridium difficile, más comúnmente llamada C. diff, una bacteria que en los últimos años se ha vuelto más agresiva, causando una peligrosa infección cuyos síntomas son una violenta diarrea, vómito incontrolable, fiebre y dolor; si el episodio se complica puede convertirse en colitis, o agravarse al punto de poner en riesgo la vida.
El único remedio del que solía disponerse era administrar aún más antibióticos ―paradójicamente, la causa mismade la enfermedad―, provocando violentas recaídas en 20% de los pacientes tratados. Aquí es donde los trasplantes de heces entran en acción: su trabajo es reemplazar las bacterias «buenas» que la función indiscriminada del antibiótico ha eliminado, restaurando el balance normal de las paredes intestinales.
Si no lo hizo Dios, lo hizo un chino…
El primer registro que se tiene del uso medicinal de las heces data del siglo iv en China, con un método llamado yellow soup,2 utilizado para tratar diarreas severas y envenenamiento. La receta dictaba que la materia fecal debía consumirse seca, fermentada o proveniente de un niño, y reunía una variedad de ingredientes que pretendían hacer más «palatable» la ingesta.
En Occidente se comenzaron a explorar las «propiedades curativas» del excremento hasta 1978, cuando el Dr. Ben Eiseman, de la Universidad de Colorado, estudió el uso de enemas fecales como tratamiento para curar a cuatro pacientes de infecciones intestinales peligrosas.
Hoy en día, aunque la incidencia de la infección por la C. diff es alarmante ―en los ee. uu. causa 14 mil muertes anuales―, en todo el mundo sólo 500 personas3 han recurrido a los fmt, que siguen siendo considerados un tratamiento experimental. Sin embargo, la respuesta de los pacientes al trasplante es bastante prometedora: en 86% de los casos logra detener los dolorosos síntomas y combate la infección.
El primer banco de caca del mundo
OpenBiome, el primer banco de heces del mundo, abrió en Massachusetts, ee. uu. en el 2012. Esta organización sin fines de lucro se dedica a la investigación y colaboración con distintas clínicas, investigadores y hospitales con el fin de mejorar la aplicación del FMT. Al día de hoy han enviado 29 mil tratamientos a siete países, es decir, han procesado cerca de dos toneladas de caca.
La historia de su nacimiento es ciertamente curiosa. El primo de uno de los miembros fundadores de OpenBiome pasaba por una situación complicada, ya que los medicamentos parecían no ayudarle en un grave caso de C. diff, por lo que, sabiendo de los casos de éxito de trasplantes fecales y armado con una licuadora, un tubo para hacer enemas y las «muestras» de un compañero de la universidad, «experimentó» con su propio cuerpo. Por esos mismos años, Mark Smith ―otro de los fundadores― estaba haciendo su doctorado en microbiología; al enterarse de la historia decidió pedir un préstamo y, con instalaciones proporcionadas por el MIT, comenzaron un proyecto que ayudaría a las personas que sufrían casos desesperados.
Así que, ¿usted quiere donar su caca?
Dicen los expertos que es más fácil entrar a Hardvard que ser elegido como donador: sólo el 4% de los candidatos son escogidos a través de un proceso largo ―se hacen, por persona, 27 exámenes de heces y de sangre― y caro ―el costo para el laboratorio ronda los 5 mil dólares por donador―, pues es indispensable asegurarse de que podrán comprometerse a un riguroso y saludable estilo de vida
que les permitirá proporcionar muestras con regularidad. Un donador constante gana, en promedio, 40 dólares por «deposición», que pueden sumar 13 mil dólares al año. Si usted piensa que por fin ha encontrado su vocación, aquí van algunos de los requisitos:

  • Se aceptan hombres y mujeres mayores de edad.
  • La edad promedio es de 26 años, aunque la edad máxima es de 50 años.
  • Los donadores suelen
ser jóvenes profesionales, o estudiantes de universidades o maestrías.
  • Es vital ser saludable, atlético, con un Índice de Masa Corporal —imc— promedio de 23.8.
  • Su dieta debe ser nutritiva, balanceada e incluir mucha fibra.
  • El donador debe acudir a los laboratorios a depositar muestras al menos cuatro veces por semana.
  • No se aceptan candidatos con un imc mayor a 30 ―rango considerado como obesidad.
  • Se le descartará si ha sufrido cáncer ―incluso si sólo fueran tumores benignos o pólipos―, enfermedades autoinmunes, gastrointestinales, hepatitis, tuberculosis o VIH, entre varias otras.
  • Los medicamentos y tratamientos recientes también podrían eliminarlo de la lista.
  • Si usted suele viajar al extranjero, los países que ha visitado ―aún en décadas pasadas― podrían significar que estuvo expuesto a contagios que lo vetarán de la selección.


¿El color caca me favorece?
Ya que el excremento contiene cientos ―incluso miles― de tipos de bacterias, los investigadores aún no están seguros de cuáles presentan esos «poderes curativos»; el microbioma de dos personas puede variar hasta en 90%, y no se puede saber si habrá efectos secundarios. En 2011 una paciente aumentó 14 kilos al año de haberse sometido al fmt: el trasplante provenía de su hija, que padece obesidad. Este caso aislado llevó a los investigadores a realizar experimentos con ratones, obteniendo resultados similares.
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